Joselu, el último santo del Real Madrid: “Noches como esta no entran en mis sueños”
El delantero de 34 años, cedido por el Espanyol, corona la gran noche de su carrera con un doblete en dos minutos y 40 segundos
Benzema, Rodrygo y Joselu. La fábrica de milagros del Madrid subió a su infinito santoral a su último héroe. Joselu, de 34 años y 42 días, cedido por el Espanyol a principios de curso después de dos descensos consecutivos. ¿Alguien da más? “Uno se hace futbolista para vivir lo que he vivido en el pasado. El trabajo me ha llevado aquí. Seguro que muchos dudarían a inicios de temporada. La insistencia, la confianza del míster, de mis compañeros… El trabajo da sus frutos. Con todas las lesiones, jugar un...
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Benzema, Rodrygo y Joselu. La fábrica de milagros del Madrid subió a su infinito santoral a su último héroe. Joselu, de 34 años y 42 días, cedido por el Espanyol a principios de curso después de dos descensos consecutivos. ¿Alguien da más? “Uno se hace futbolista para vivir lo que he vivido en el pasado. El trabajo me ha llevado aquí. Seguro que muchos dudarían a inicios de temporada. La insistencia, la confianza del míster, de mis compañeros… El trabajo da sus frutos. Con todas las lesiones, jugar una final de Champions son palabras mayores”, trató de explicar el delantero después de otra noche inexplicable en el Bernabéu, en la que el Madrid alcanzó su 18ª final de la Copa de Europa. “Yo tampoco esperaba que esta plantilla hiciera esto. Llegar a la final es un éxito”, aseguró un Carlo Ancelotti eufórico.
“Dos goles que te dan el pase a la final no lo puede decir todo el mundo. Noches como la de hoy no entran en los sueños de uno. Mis compañeros han visto que soy un chico humilde, trabajador, y que desde el principio de temporada he trabajado y he hecho las cosas bien”, reivindicó el ariete, autor de dos tantos en dos minutos y 40 segundos para levantar a un muerto. Diecisiete en el global de la campaña saliendo desde el banquillo.
Ya lo avisó Thomas Tüchel: los goles del Madrid ocurren, no se anuncian. Disparó Vinicius a lo que saliera, tembló Neuer y apareció Joselu desde lo más profundo de la tierra. De nuevo. Un aleteo de mariposa en mitad del desierto volvió a provocar otro terremoto en Chamartín, el estadio que se come equipos. PSG, Chelsea, City, Bayern... “El míster nos lo dijo antes: estos partidos también se ganan con el corazón”, recordó Joselu.
El delantero llevaba tres meses mohíno. Desde su gol al Rayo una tarde sosa de domingo en Vallecas, a principios de febrero, apenas había habido rastro del cedido por el Espanyol. Le había metido el pasado sábado al Cádiz, pero aquello no pasó de lo circunstancial en una victoria ya finiquitada.
Carlo Ancelotti había reclamado a Harry Kane hace un año para ocupar el puesto de Benzema. Y el que llegó a Valdebebas fue Joselu, que arrastraba dos descensos seguidos. A él acudió Carletto en el minuto 81 como recurso de emergencia. El pozo del que el Madrid sacó petróleo. Siempre hay un pozo para los blancos.
El cabreo del Bayern
Empató agarrando el rechace del portero alemán (”ha sido un error de nuestro mejor jugador”, admitió Thomas Tüchel) y, de nuevo, nada volvió a tener sentido en la Castellana. En realidad, al Madrid le sobró todo el descuento de nueve minutos. Subido a otra ola de locura, Joselu coronó la noche más grande de su carrera rematando en el área pequeña una jugada en ataque de Nacho y Rüdiger. Si hace dos años viajó a la final de París contra el Liverpool como aficionado, el 1 de junio en Londres estará en el banquillo a la que surja.
El veterano se tiró a llorar en la frontal del área mientras el estadio atronaba “Joselu, Joselu, Joselu”. El último hombre milagro de una saga muy larga. Dos tiros y dos goles para un jugador que disputó su primer partido de Champions el pasado septiembre. Vinicius agarró su camiseta y la mostró al público. Con 34 años y 42 días, Joselu Mato se convirtió en el suplente más veterano en conseguir un doblete en un partido de eliminatorias de la Champions.
Mientras el Madrid surfeaba otra noche loca, el Bayern masticaba la frustración y el cabreo con el árbitro por el gol anulado en el descuento a De Ligt. “Tener los huevos de levantar la bandera es un error importante. Esto no habría pasado al revés”, se quejó Tüchel. Una censura a la que unió el autor del tanto: “Creo que todos sabemos las reglas. Si no está claro el fuera de juego, tienes que dejar jugar. Ha sido una vergüenza”, añadió el defensa, que también admitió que hay cosas con el Madrid que escapan al control de cualquiera. “Cuando crees que están muertos, tienen un último aliento. Es la razón de sus 14 Champions”, cerró abatido el central.
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