El Barcelona vuelve al punto de partida

El Girona resucita las viejas dudas de la entidad azulgrana, en el equipo y en los despachos

Xavi se lamenta tras una acción del Barcelona en Montilivi el pasado sábado.Siu Wu (EFE)

El Girona no solo roba afición y ADN al Barcelona, también desnuda sus carencias, ya no solo las futbolísticas del equipo sino también las institucionales. Joan Laporta pasó de la euforia al descontento en el palco de Montilivi, de soñar con Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, con un partido de Champions League entre el Barça y el Girona, a mosquearse por la actuación de los muchachos de Xavi Hernández. Nada nuevo: ni el cambiante estado emoc...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El Girona no solo roba afición y ADN al Barcelona, también desnuda sus carencias, ya no solo las futbolísticas del equipo sino también las institucionales. Joan Laporta pasó de la euforia al descontento en el palco de Montilivi, de soñar con Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, con un partido de Champions League entre el Barça y el Girona, a mosquearse por la actuación de los muchachos de Xavi Hernández. Nada nuevo: ni el cambiante estado emocional del presidente, ni el ciclotímico andar del Barcelona en la temporada, siempre derrotado por el Girona de Míchel (2-4 en la primera vuelta y 4-2 este sábado). “Esto no puede ser, esto no puede ser”, se quejó Laporta en el palco de Montilivi. No le importaba que lo escucharan, como tampoco que lo vieran reunido con su comisión de fútbol en la puerta del vestuario del Girona, a unos pocos metros de donde estaba aparcado el autobús del Barcelona.

“Si los estáis viendo, es porque se quieren dejar ver”, aseguraba un experimentado empleado del Barcelona, mientras Laporta, Deco (director deportivo), Rafa Yuste (vicepresidente deportivo), Enric Masip (comisión deportiva) y Alejandro Echeverría (hombre de confianza del presidente) charlaban, muy cerca de la zona mixta de Montilivi, tras la derrota del Barcelona ante el Girona. “¿Qué dijo Xavi en la rueda de prensa?”, preguntó un directivo azulgrana. Las comparecencias del entrenador, básicamente sus análisis de los partidos, irritan a una parte de la junta directiva.

“En los cuatro partidos que hemos jugado contra los rivales que están por delante en la tabla, nosotros hemos sido superiores”, expuso Xavi. “Pero”, continuó, “no se demuestra en el marcador. Los dos del Madrid y los dos del Girona los teníamos controlados y se nos escaparon los cuatro”, subrayó Xavi. Y añadió: “Hemos jugado 65 minutos brillantes, pero hay que corregir muchísimas cosas en el sentido mental, psicológico. Hay que cambiar muchísimas cosas para la siguiente temporada. Es una pena. Nos venimos abajo con cualquier situación negativa. Son errores puntuales”.

“Es increíble”, se sorprendía el mismo directivo. Justamente, en el partido de la primera vuelta ante el Girona en Montjuïc (2-4), se generó un cambio de opiniones entre Xavi y Deco. “No hemos hecho un mal partido”, expuso el técnico. El director deportivo, por su parte, pensó exactamente lo contrario: “No hemos hecho un buen partido”. Desde ese duelo, el 10 de diciembre, hasta el día del Villareal, el 27 de enero, se gestó el anuncio del fallido adiós de Xavi.

Así lo dejaba entrever en cada rueda de prensa, “Si no ganamos títulos diré ‘hasta aquí hemos llegado”; “Me queda menos que más en el Barça”; ¿Cuánto tiempo estuvo Guardiola? Cuatro años, ¿Luis Enrique? Tres. Yo estoy por los dos y medio”, afirmaba hasta que, cansado de la “crueldad” del entorno, anunció que se marchaba “para destensar” la situación.

“Anunció que se iba porque pensaba que lo iban a echar”, explicaba un miembro de la junta directiva. El fútbol, en cualquier caso, parecía que le daba la razón a Xavi. Después del encuentro ante el Villarreal, el Barça acumuló 10 victorias en 13 partidos hasta que el PSG lo echó de la Champions y el Real Madrid le fulminó su la última esperanza en la Liga. Sin embargo, algo ya había cambiado. Xavi estaba dispuesto a quedarse —”rectificar es de sabios”, argumentó el técnico— y Laporta a darle una nueva oportunidad —”Este proyecto demostró que era ganador”, sumó el presidente—. Eso sí, con algunos retoques. “Habrá situaciones donde habrá que cambiar cosas. El staff es muy grande, y en la parte técnica seguirá todo igual, sin cambios”, dijo Xavi el día que explicó su continuidad.

Parecía, entonces, que pasaban cosas en Sant Joan Despí. Se hablaba de Julio Tous para reforzar el estado físico de la plantilla, después de que algunos jugadores se quejaran, y de Raúl Martínez para coordinar a los fisioterapeutas. El cuerpo técnico también puso sobre la mesa sus gustos: Nico Williams, Kimmich, Bernardo Silva, Xavi Simons, Wilfred Ndidi y Guido Rodríguez para reforzar la plantilla. “Es tiempo de planificar e iremos hablando con Deco y el presidente. Veremos qué queremos hacer y qué podemos hacer”, sostuvo Xavi, después de que el Girona le birlara al Barcelona la segunda posición en la tabla.

Pero, en realidad, en el Barça no pasa nada. Atrapado por la delicada situación económica, la directiva azulgrana ha dado el visto bueno a la continuidad de Xavi (un escudo cada vez más frágil) y el Barcelona vuelve al mismo lugar y con las mismas dudas que le había dejado el Girona en la primera vuelta. Y entre el “esto no puede ser” de Laporta y el “no habrá debate sobre mi continuidad” de Xavi, queda el Barça atrapado en su propia encrucijada. Desnudado, una vez más, por el equipo de Míchel.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En