La bajada de tensión del Madrid: de apabullar al Girona a agonizar contra el Leipzig
Carlo Ancelotti admite que, pese a la salud clasificatoria, su equipo ha perdido frescura y sufre cansancio mental, problemas evidentes desde la goleada al conjunto de Míchel
Cuando era entrenador del Chelsea, en 2010, a Carlo Ancelotti le preguntaron por la polémica de un posible penalti tras un encuentro contra el Inter en la Champions y el italiano recurrió a una de esas frases tan simples como aplastantes que solía pronunciar Vujadin Boskov: “Penalti es cuando el árbitro pita”. Ahora, el técnico lleva semanas apelando a la utilidad de los empates y solo le ha faltado echar mano de otra sentencia del viejo zorro serbio: “Punto es punto”.
Desde la rotunda victoria contra el Girona (...
Cuando era entrenador del Chelsea, en 2010, a Carlo Ancelotti le preguntaron por la polémica de un posible penalti tras un encuentro contra el Inter en la Champions y el italiano recurrió a una de esas frases tan simples como aplastantes que solía pronunciar Vujadin Boskov: “Penalti es cuando el árbitro pita”. Ahora, el técnico lleva semanas apelando a la utilidad de los empates y solo le ha faltado echar mano de otra sentencia del viejo zorro serbio: “Punto es punto”.
Desde la rotunda victoria contra el Girona (4-0) hace un mes, el equipo blanco ha sumado más tablas (1-1 contra el Rayo, 2-2 ante el Valencia y 1-1 en la vuelta del Leipzig) que victorias (0-1 en la ida en Alemania y 1-0 al Sevilla). Suficiente para avanzar a los cuartos de Champions e, incluso, ampliar la ventaja en la Liga ante el menor fuelle de los gerundenses (a siete puntos) y la flojera del Barcelona (ocho). Sin embargo, detrás de las inapelables matemáticas se esconde en las últimas semanas un conjunto menguante, cuyas grietas no oculta Ancelotti. “Si nos decían esto a principio de temporada, lo hubiéramos firmado. Otra cosa es que tenemos que ser críticos”, avisó este miércoles.
De los cinco tiros de escaso peligro (cero a puerta) concedidos al cuadro de Míchel ha pasado a los 34 (13 entre los tres palos) de toda la eliminatoria europea contra un rival que, en oposición al alivio general cuando se celebró el sorteo, ya fue recibido en el cuerpo técnico con mucha cautela, temeroso de las transiciones germanas. Tanto que, pese al 0-1, el acoso padecido en la ida empujó al entrenador italiano en la vuelta a un cambio del dibujo, que luego resultó un fiasco. “No celebramos el pase porque no rendimos adecuadamente. Hay cosas de las que hablar”, expresó Antonio Rüdiger.
Las penurias para alcanzar los cuartos (objetivo mínimo en Europa según el presupuesto del club) confirmaron, más allá del buen despliegue alemán, la bajada de tensión de las últimas semanas en el juego del Madrid. El análisis de Ancelotti en la medianoche del miércoles no escurrió el bulto. “Hemos perdido un poco de frescura, tenemos menos control, menos verticalidad en las jugadas y una posesión demasiado floja, lenta. Esto lo debemos recuperar pronto. Ahora tenemos dos partidos antes del parón [Celta en casa y Osasuna fuera]. Creo que el equipo está un poco cansado mentalmente. Volveremos mejor”, diseccionó el de Reggiolo.
“Tenemos menos control, menos verticalidad y una posesión demasiado lenta”Carlo Ancelotti
Los números apuntan a un agrietamiento en ambas orillas. En estos cinco duelos recientes, ha marcado de media un gol menos que el promedio de todo el curso (1,2 frente al 2,2 global) como consecuencia, sobre todo, de que ha realizado dos tiros a puerta menos por choque (4,2 frente a los 6,3 del año), según Opta. Y en su rancho, aunque los tantos encajados por encuentro apenas han variado (0,9-0,8), sí se ha sentido más amenazado al recibir un lanzamiento más entre los tres palos que la media de la campaña (3,5-4,4). Especialmente, por un Leipzig que le provocó el pánico.
En este escenario más gris, el Madrid solo ha encontrado la certeza de Lunin, la insistencia de Brahim (ancla ambos en la ida), y la centrifugadora permanente y bidireccional de Vinicius, capaz de bordear la autoexpulsión y marcarle a los teutones en la primera ocasión blanca.
Esperando a Militão y Courtois
Después de sobrevivir a tres lesiones de cruzado de su portero (Courtois) y dos centrales (Militão y Alaba), a bastantes percances físicos de menor consideración, y a la ausencia de refuerzos en posiciones clave (sin relevo en verano de talla mundial para Benzema ni sustituto en invierno para el caído Alaba), el descenso de prestaciones se ha producido en un momento que ofrecía algunas ventajas objetivas. El calendario le daba una tregua al disfrutar de dos semanas con solo compromisos de Liga y la enfermería se ha vaciado hasta donde había margen (tres cruzados aparte) tras meses de mucha actividad.
El Madrid dejó alguna de sus mejores actuaciones sin Vinicius, Tchouameni y Camavinga, ató en corto al Girona sin ningún central sano y solo ha cedido un empate en los ocho partidos sin Bellingham (dos encuentros ahora de sanción por la roja de Mestalla), pero las tuercas se le han aflojado cuando las circunstancias más parecían favorecerle.
Ancelotti apelaba este miércoles a un reset mental en el próximo parón de selecciones (luego hay otro receso en Liga el 6-7 de abril por la final de Copa), y a los regresos de Courtois y Militão, a los que espera para el cruce de cuartos (9-10 y 16-17 de abril). Quizá más, para la vuelta. Para sorpresa general, la baja del belga es la mejor cubierta ahora con Lunin, autor de 12 paradas en la eliminatoria frente a las cinco de su colega Gulacsi. En defensa, la ausencia del brasileño y Alaba sí se le está haciendo bola ante un Nacho extrañamente menos fiable.
Calmado por el pase, a Carlo Ancelotti le preguntaron el miércoles si se encontraba preocupado por la petición de la fiscalía de cuatro años y nueve meses de cárcel por defraudar un millón a Hacienda y el italiano respondió mirando al césped. “El único problema que tengo es que el equipo debe jugar mejor”, zanjó.
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