La dimensión del Girona se explica a través de Míchel, un entrenador reclutado cuando estaba en el paro
El club catalán, el líder con más encuentros ganados en las grandes Ligas, no se pone límites tras abatir al Barcelona en un duelo tan bien pensado como ejecutado
Hay partidos que marcan tendencia y el de Montjuïc era especialmente significativo en el calendario de Míchel, su entrenador, para saber sobre el futuro inmediato del Girona. Los blanquirrojos se jugaban los puntos, el liderato en solitario de la Liga y la bandera del juego de posesión frente al equipo campeón y que ha patentado precisamente la idea del estilo, del cómo y del fútbol de ataque desde la...
Hay partidos que marcan tendencia y el de Montjuïc era especialmente significativo en el calendario de Míchel, su entrenador, para saber sobre el futuro inmediato del Girona. Los blanquirrojos se jugaban los puntos, el liderato en solitario de la Liga y la bandera del juego de posesión frente al equipo campeón y que ha patentado precisamente la idea del estilo, del cómo y del fútbol de ataque desde la llegada de Johan Cruyff al Camp Nou.
“Hablamos durante la semana con los jugadores del orden mental del juego”, explicó el técnico en la sala de prensa después del triunfo alcanzado en la cancha por 2-4. “Somos un equipo que hemos dominado todos los partidos menos el de la Real [el primero del curso] y advertí que nos esperaba justamente un encuentro que no íbamos a dominar y que mediría nuestra capacidad y sufrimiento para estar detrás del balón, de manera que se trataba de no tirarlo cuando lo tuviéramos”, prosiguió Míchel. “El equipo lo entendió a la perfección. Nuestros dos o tres primeros pases eran clave para superar la presión alta del Barcelona”, remató. “Somos un gran equipo que puede luchar por todo. Mantener este nivel de exigencia para nosotros va a ser muy difícil, pero tenemos que luchar para estar sí o sí en Europa”.
Así es como explica Míchel el significado de la “otra dimensión” en la que ahora se encuentra el Girona después de conseguir su “primer objetivo, que era la salvación”, alcanzada con 41 puntos, dos más que el Madrid, siete que el Barcelona y el Atlético —tiene un partido menos— y 12 que la Real Sociedad, el quinto clasificado que marca la frontera con la zona Champions. También es el equipo de las cinco grandes Ligas que más partidos ha ganado (13); solo ha concedido dos empates ante la Real y el Athletic y ha perdido con el Madrid; ha encadenado siete triunfos fuera de casa desde el empate de Anoeta, ha protagonizado hasta seis remontadas y es el más goleador del torneo: 38.
“Estamos haciendo historia”, admitió Míchel después de celebrar el triunfo en Montjuïc y el primero del Girona contra el Barça. El técnico consiguió con su plan de partido desatar la tormenta que se incubaba desde hacía tiempo en el equipo de Xavi a pesar de sus victorias contra el Oporto y el Atlético, que no tuvieron continuidad al igual que ya pasó después de golear por 5-0 al Amberes y al Betis. “Jugamos con personalidad, de forma desacomplejada, fuimos a buscar al Barça. Cada uno de nuestros pases tenía sentido, era agresivo, quería dañar al rival. Nuestra actitud fue muy solidaria”, coinciden fuentes del club que juega en Montilivi.
Míchel logró que el Barça tuviera que “correr hacia atrás” muy a menudo, consciente de que los azulgrana repliegan mal, y consiguió tanto una salida limpia de balón como limitar las pérdidas, atacar en superioridad numérica y acabar las jugadas ante Iñaki Peña. Las decisiones del técnico activaron a su equipo y no tuvieron réplica por parte de Xavi. Juntó a Tsygankov con Dovbyk, liberó a Miguel y sacó del partido de João Félix con Eric García. El dominio del espacio y del tiempo blanquirrojo fue tan apreciable como su verticalidad y contundencia respecto al Barça. “Da gusto vernos jugar”, asintió Míchel cuando se le preguntó por la convicción, la seguridad y la belleza mostrada por el Girona.
Las prestaciones de Eric García, un central cedido por el Barcelona, contrastaron con la suplencia de Oriol Romeu, el medio centro azulgrana que la pasada temporada triunfó en el Girona. Míchel también perdió en verano a Santi Bueno (Wolverhampton), Tati Castellanos (Lazio) y Riquelme (Atlético). Nadie pregunta ya por los que se fueron sino por los que llegaron después de la muy buena política deportiva ideada por el director deportivo Quique Cárcel desde 2014. El Girona ha armado un equipo excitante y admirado con unos 20 millones.
Yangel Herrera costó 1,5 millones; Dovbyc, 7,7 (que suponen el 50% comprado al Dnipro); Iván Martín, 2, abonados al Villarreal y el precio de Miguel, del Real Madrid, alcanzó los cuatro mientras que por Tsygankov se abonaron cinco. A coste cero se incorporaron Blind, Eric García, Gazzaniga, Savinho, Aleix García, Yan Couto y David López. Arnau procede de la cantera mientras que Savinho —jugador del Troyes que actuaba en el segundo equipo del PSV Eindhoven— y Yan Couto son los dos únicos cedidos por el City Football Group, el grupo que cuenta con hasta 13 equipos repartidos en cinco continentes y que controla el 47% de las acciones del Girona —el 35% pertenece al empresario boliviano Marcelo Claure y el 16% a Pere Guardiola, el hermano de Pep—.
Varios de los titulares blanquirrojos —Gazzaniga, Aleix García, David López y Yangel Herrera— no tenían sitio hasta llegar a Girona. Hoy Alex García figura como el primer internacional del club de Montilivi. Míchel contempla satisfecho su obra después de ser reclutado en el paro y renovado cuando el equipo estaba en descenso como si no contara su legado en el Rayo y el Huesca. El Girona es el equipo que manda en Cataluña y en la Liga. Nadie sabe qué tiene anotado Míchel en su calendario como reto después de quitarle la bandera del juego al Barça.
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