Kylian Mbappé, sin máscara y con poca respuesta
Los intentos de la estrella francesa no le alcanzan a su equipo ante la efervescente España
España desata corrientes circulares de viento y fútbol que zarandean las estructuras de acero más sólidas, como la francesa levantada por Didier Deschamps, campeón del Mundo en 2018 y subcampeón en 2022 sacando petróleo del minimalismo ofensivo, de que los partidos transcurran por el secarral. Hasta plantarse en semifinales, les bleus lograron estirar aún más una propuesta sostenida por el pragmatismo. No habían marcado ni un gol en acción de jugada (dos se los metieron los rivales —el austríaco Wöber y el holandés Vertonghen—, y otro fue un penalti convertido por Mbappé); y en contra, solo había recibido uno, una pena máxima transformada por el polaco Robert Lewandowski. Así sobrevivía y progresaba hasta que se cruzó con la efervescencia de España. En semifinales, en 25 minutos, la cuadrilla de Luis de la Fuente le clavó dos.
La media hora que definió la noche y despidió a una Francia sin vuelo durante todo el torneo. Lo poco del afeitado (y desenmascarado) Kylian no le alcanzó para más. “España ha sido mejor que nosotros. La Eurocopa, para mí, es un fracaso. Quería ser campeón. No he estado bien y nos vamos a casa. Necesito descansar y luego comienzo una nueva vida”, reaccionó el delantero.
La velada en el bosque que rodea el Allianz Arena de Múnich, a las afueras de la capital de Baviera, se le puso perfecta a los galos para el minuto 10. Gol de Kolo Muani ante la pasividad española y, al instante, amarilla para Jesús Navas, el zaguero de 38 años y medio que se las tenía que ver con Mbappé. De la defensa de brazos caídos del sevillano se había aprovechado el nuevo madridista para conectar con el delantero en el 0-1. Deschamps salivaba y, sin que a nadie le extrañara, mandó a su ejército que se abrigara atrás y buscara las contras con Kylian, al que le sobró la pierna de Nacho para meter el segundo.
Francia tenía el guiso en su punto. Hasta que surgió el genio adolescente de Lamine Yamal. Tras contemplar en la distancia el 1-1, el tanto de la Eurocopa, la frustración empujó a Mbappé hacia el árbitro sin saber nadie qué estaba reclamando. La obra del niño azulgrana y el posterior rebote en Koundé (2-1) apagó el plan francés, y nadie lo sufrió de inmediato tanto como Mbappé. “No hemos conseguido ser tan verticales como me habría gustado”, lamentó Deschamps.
El ex del PSG había aparecido sin máscara que protegiera su nariz (se la rompió en el debut), harto del engorro de llevarla. Había asistido a Kolo Muani y amenazó con el segundo, pero el remonte español lo sumió durante un largo trecho en la invisibilidad. Acodado en la izquierda, nada más se supo de él hasta un par de acciones episódicas en el tramo final. Apenas volvió a apretar a Navas, pese a la diferencia de edad y la tarjeta del andaluz, salvo en un tiro sin mucho filo antes de que el sevillista se fuera lesionado al comienzo de la segunda mitad. En su orilla se puso Nacho, pero entonces Deschamps agitó el árbol (entraron Griezmann, Camavinga y Barcola por Rabiot, Kanté y Kolo Muani), y la estrella pasó a ocupar el centro del ataque, con Griezmann por detrás.
Durante una hora, Kylian había perdido a su socio de todos los días. El rendimiento declinante del rojiblanco llevó a Deschamps a tomar una decisión con precedentes muy lejanos. Desde los octavos del Mundial de 2014, ante Nigeria, Griezmann no era suplente con Francia en una eliminatoria de una gran competición. Dieciséis choques consecutivos como titular entre Eurocopas y Mundiales, ejerciendo cada vez más de todo, incluso de organizador. Pero la evidente flojera del soldado de Simeone en Alemania le animó al técnico a tomar de inicio una decisión radical, que a la hora tuvo que deshacer acuciado por las urgencias. Sin embargo, la recuperación del dúo Griezmann-Mbappé no alteró el rumbo de la velada, así que Deschamps soltó un cuarto delantero (Olivier Giroud). Pero tampoco. El fallo era sistémico.
Nadie disparó más entre los galos que Mbappé (cuatro veces; solo uno a puerta), aunque insuficiente para bajarle los humos a España. Su último intento, a diez minutos del adiós, simbolizó su escaso filo. Encaró a Vivian en carrera y su tiro desde la frontal, en una posición muy amenazante, terminó en el graderío. Ahí plegaron velas su equipo y su astro, que enfila ya el camino a Madrid.
Deschamps había advertido tras los cuartos que a su estrella, que le había pedido el cambio en el descanso de la prórroga con Portugal, le faltaba gasolina. Las semifinales apenas cambiaron el diagnóstico. Lo escaso de Francia en ataque, en el torneo y en las semifinales, lo acaparó en gran medida Kylian, aunque lejos de su versión mundialista. “No tuvo un partido tan bueno como suele hacerlo, pero no busco excusas. Sufrió un traumatismo [en el primer compromiso] y aun así hemos llegado a la semifinal”, concluyó Deschamps.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.