El iPad de Braithwaite
El Barça pone en venta al delantero, un currante con mercado en la Premier
Unos pocos meses después de llegar al Camp Nou, sintió que se lo había ganado. Faltaban tres minutos para acabar el duelo ante la Real Sociedad y Setién le retiró del campo para que el público le ovacionara. Martin Christensen Braithwaite (Esbjerg, Dinamarca; 30 años) aplaudió y sonrió, agradecido. “Al principio me sorprendió la llamada del Barça, pero llevo muchos años visualizando jugar a este nivel. Cuando trabajas duro y eres positivo, puedes mover montañas. Estoy listo”, señaló hace dos inviernos, cu...
Unos pocos meses después de llegar al Camp Nou, sintió que se lo había ganado. Faltaban tres minutos para acabar el duelo ante la Real Sociedad y Setién le retiró del campo para que el público le ovacionara. Martin Christensen Braithwaite (Esbjerg, Dinamarca; 30 años) aplaudió y sonrió, agradecido. “Al principio me sorprendió la llamada del Barça, pero llevo muchos años visualizando jugar a este nivel. Cuando trabajas duro y eres positivo, puedes mover montañas. Estoy listo”, señaló hace dos inviernos, cuando el Barça lo fichó del Leganés de urgencias para suplir a Dembélé y Luis Suárez, lesionados. “Es un currante, siempre suma”, le definen desde el camerino azulgrana. Pero el camino de Braithwaite en el Barça está a un paso de acabar, confiados todos en que puedan sacar un buen pellizco por el delantero, ahora que se ha significado como uno de los líderes de Dinamarca, semifinalista ante Inglaterra.
La llegada de Braithwaite sorprendió al vestuario. “Soy fuerte, rápido, físico y me encanta estudiar el juego. Soy un goleador”, resolvió sin modestia. Pero pronto se entendió. “Piensa en fútbol y ya. No le van las redes sociales, ni le preocupa los sueldos de los demás, ni los coches… Es futbolista. E incansable”, le reconoce Javier Aguirre, que le dirigió en el Leganés, ahora técnico del Monterrey. Así lo ven en el vestuario: “Te hace saber que está para ayudar. Se mata en cada entrenamiento y cuando acaba, siempre va al gimnasio. Y nunca pone malas caras”. Ni siquiera por no jugar. “Es muy fuerte mentalmente, es nórdico”, amplían desde las oficinas de la ciudad deportiva. Quizá por eso también ha dado un paso al frente con la selección, huérfana ahora de Eriksen por el paro cardíaco que sufrió en el primer partido del torneo, ahora a la espera de saber si podrá volverse a calzar las botas.
A pesar de sus galones —es el único extranjero del Madrid o Barça que queda de pie en el torneo—, Martin no le pone pegas al trabajo ni a las órdenes colectivas, referencia en el extremo derecho, trabajador infatigable. Aunque el remate lo gobierna Dolberg (lleva tres goles por un solo del azulgrana). Pero nadie sabe más del rival que él. “Es el único jugador que vino con un iPad a enseñarme sus jugadas. No para que jugáramos para él, sino para que le exprimiera”, recuerda Aguirre. Así piensa Gustavo Poyet, que lo dirigió en el Girondins, ahora técnico del Universidad Católica de Chile: “Cuando llegó, le preocupaba el juego colectivo, también cómo se debía construir desde atrás para que le llegaran más balones. Una charla muy constructiva”.
Seguramente no seguirá en el Barça —con Kun y Memphis, además de Fati, Dembélé, Griezmann y Coutinho—, que necesita firmar el acuerdo con Messi y aligerar la masa salarial. La cifra de mercado de Braithwaite, que de azulgrana el curso pasado sumó siete goles y tres asistencias, ronda los nueve millones, pero el club confía en sacar más, ya en negociaciones con el West Ham, aunque hay otras dos ofertas de la Premier sobre la mesa, también un interés del Valencia.
Braithwaite ya pasó por Inglaterra, por el Middlesbrough, que lo fichó en 2017 del Toulouse (entonces en la Ligue 2 francesa) por 11 millones. No funcionó y fue cedido al Girondins y al Leganés. De ahí saltó al Barça y ahora apunta de nuevo a las islas. Y si le va mal en la Premier, tampoco se preocupará en lo económico; tiene con su tío en Nuevo York una empresa inmobiliaria (NYCE) con un valor estimado en 210 millones de euros, con 15.000 viviendas en propiedad y otras 500 en desarrollo. Allí tendrá un lugar de directivo cuando cuelgue las botas. Pero antes quiere dejar claro que puede ser un peón en el Barça, comandante en Dinamarca y, por qué no, rey en Europa.
“No hay límite para lo que podemos lograr”, resuelve Braithwaite.
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