Sterling se la devuelve a Havertz
El extremo inglés decide el duelo como hiciera el alemán en la final de la Champions, entonces con el Chelsea ante el Manchester City
En el túnel de vestuarios, antes de que atronaran los himnos y comenzara a rodar el balón, Havertz bajó la cabeza para concentrarse, tarea solo entorpecida por los numerosos compañeros que se le acercaban a chocar las manos o incluso a darle una pequeña colleja cariñosa, como hizo Kimmich. Era un partido capital para Alemania, empecinada en no despedir al seleccionador, Joachim Löw, antes de tiempo. Era un duelo histórico entre dos selecciones con historias por contar, como el gol fantasma en la final del Mundial de 1966 de...
En el túnel de vestuarios, antes de que atronaran los himnos y comenzara a rodar el balón, Havertz bajó la cabeza para concentrarse, tarea solo entorpecida por los numerosos compañeros que se le acercaban a chocar las manos o incluso a darle una pequeña colleja cariñosa, como hizo Kimmich. Era un partido capital para Alemania, empecinada en no despedir al seleccionador, Joachim Löw, antes de tiempo. Era un duelo histórico entre dos selecciones con historias por contar, como el gol fantasma en la final del Mundial de 1966 del inglés Hurst. De esos partidos sabe Havertz, por más que cuente con 21 años, hombre definitivo en la pasada final de la Champions porque marcó el gol que le dio la Orejona al Chelsea, entonces con el Manchester City como víctima. En ese equipo estaba Sterling. Como en Wembley. Pero en esta ocasión el triunfo y la gloria fueron para el inglés.
Aunque ambos equipos jugaban con el mismo sistema, con dos carrileros en la zona de medios, la propuesta era bien distinta, sobre todo en el uso de los costados. Pero Havertz y Sterling, casi siempre de fuera para dentro, fueron quienes pusieron las diferencias. Más el inglés, sobre todo porque fue el punto y final, y no el quarteback como el germano. “Pero hay pocos equipos que nos igualen en intensidad”, destacó Sterling, hombre del partido.
Alemania, que se deleita con la pelota entre los pies, aguardaba a las llegadas de los carrileros porque los extremos jugaban a pierna cambiada (Havertz en la derecha y Müller en la izquierda) y tiraban hacia dentro para significarse por los pasillos interiores. Pero no se salía con la suya, sobre todo porque Inglaterra defendía en bloque en cualquier parcela del campo. Una manera de expresarse que no tenía nada que ver con la inglesa, sobre todo porque tenía muchas más prisas por pisar el área rival, siempre escudado en las carreras y desmarques del joven Saka (19 años) y el revoloteador Sterling, el chico que se crio a unas pocas calles de Wembley. Extremos que reivindicaban el seven-eleven [expresión que utilizan en Inglaterra en referencia a los extremos, a los dorsales clásicos].
El más punzante fue Sterling, que en una diagonal probó un disparo lejano y envenenado que repelió Neuer a tiempo. Era el aviso del único goleador de los pross, quizá otra manera de mostrar al mundo su enfado con el City, pues parece que lo quería usar como moneda de cambio con su compañero de selección y línea de ataque, Harry Kane (Tottenham). Pero entre Foden, Mahrez, De Bruyne y Bernardo le sacaron del once, a pesar de que terminó el curso con números correctos (14 goles y 12 asistencias).
Tres triunfos
Peor relación con la portería ha tenido Havertz (9 y 9), siempre con un frac sobre el césped (de ahí las comparaciones con Özil). Así lo explicó con un pase por dentro a la carrera de Werner, que sufrió un gatillazo al plantarse ante Pickford. No se rindió King Kai—apelativo en Stamford Bridge—, que bajaba para componer el fútbol, pero también pisaba área. Y en una de esas, tras un rechazo a un centro lateral, cazó una volea soberbia, un obús un tanto centrado que Pickford repelió a tiempo. “Suelo compararlo con Zidane en términos de habilidad, técnica, visión y anticipación”, le elogió Lothar Matthäus, leyenda de la Mannschaft. Por eso le costó 80 millones al Chelsea. Aunque cuando se lo recordaron a Havertz, soltó tantos improperios que la televisión le silenció con pitidos. Resulta que él prefiere hablar en el campo. Como hizo ante Inglaterra. El problema, sin embargo, fue que Sterling tampoco se quedó callado.
Criticado duramente por la afición inglesa en los torneos anteriores porque nunca dio la talla, en esta Eurocopa Sterling ha descorchado su mejor versión. También se ha mostrado como el hacha inglesa porque ha marcado tres goles, todos para abrir y ganar el encuentro (Croacia, República Checa y también Alemania). “Ha pasado de no marcar goles en torneos de selecciones a ser el candidato de Inglaterra a ganar la Bota de Oro”, decía la valoración del Daily Mail después de que Inglaterra alcanzara los octavos. En la Eurocopa de 2016, por ejemplo, salió al paso de las críticas como pudo. “Soy el más odiado”, decía. Ya no es así. “Con sus goles, está demostrando a tanta gente que se equivocaban con él...”, señaló Rice tras el duelo.
“Es un gran sentimiento marcar en Wembley. Pero siempre me dije que si alguna vez jugaba aquí, tendía que marcar”, convino Sterling antes de medirse con Alemania. Un gusto que se volvió a dar anoche. “Solo pensaba que no pitara fuera de juego...”, reconoció Sterling tras un tanto que llegó con un centro de Shaw. Fue la explosión de Wembley, también la despedida de Löw de Alemania (ganó el Mundial 2014), ahora que Hansi Flick —ex del Bayern— le relevará.
Poco después, Grealish sacó otro centro y Kane se estrenó en la Eurocopa. Pero el triunfo fue de Sterling, capaz de devolverle el golpe europeo a Havertz, también de lograr un triunfo inglés sobre Alemania 55 años después.
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