Las muchas contradicciones de la selección española
Hemos pasado de tener dudas de si pasaríamos a octavos a que Francia vaya a ser un muro insalvable en cuartos. ¿Y Croacia?
Ya les he dicho que esto del fútbol es el mundo de las contradicciones y que cada certeza de hoy es la duda de mañana… y viceversa.
Repasemos algunas de las contradicciones de estos últimos tiempos:
España es un equipo con problemas goleadores: ya han leído hasta la saciedad lo de Luis Enrique y la botella de champán (hay otros que suelen hablar del ketchup como metáfora de este tipo de situaciones de bloqueo de goles) y van y marcan c...
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Ya les he dicho que esto del fútbol es el mundo de las contradicciones y que cada certeza de hoy es la duda de mañana… y viceversa.
Repasemos algunas de las contradicciones de estos últimos tiempos:
España es un equipo con problemas goleadores: ya han leído hasta la saciedad lo de Luis Enrique y la botella de champán (hay otros que suelen hablar del ketchup como metáfora de este tipo de situaciones de bloqueo de goles) y van y marcan cinco goles en 90 minutos intensos y tórridos en la Cartuja de Sevilla. Y ustedes me dirán que dos goles fueron en propia puerta. No me pidan que les explique el primero y lo que quiso hacer el portero eslovaco porque no sabría encontrar la luz más allá de que, en situaciones de presión, hay veces que, tras un rechace, y con la idea de levantarse rápido, los porteros suelen perder la relación con su portería. Ese gol nos sirvió esta vez para encontrar la llave del partido. Ya ven, otra contradicción buscar la confianza en un autogol del rival, pues no recuerdo a ningún entrenador-genio al que se le haya ocurrido la excentricidad de romper una sequía goleadora buscando el autogol del rival.
¿Quieren otra? Los clásicos llamaban a los penaltis la pena máxima dado que la probabilidad de hacer gol es la más alta de todas las jugadas (bueno no sé cómo quedará ahora la estadística de dificultad si le añadimos el autogol al análisis). Pues vamos nosotros y decidimos llevarle la contraria a la historia: llevamos cinco seguidos fallados. Vamos que a este paso vamos a tener que tirar el penalti en corto para seguir con la posesión del balón y tras crear superioridad hacer gol tras un pase atrás o de tacón o como más difícil se nos ocurra.
¿Una más? Recuerdo una polémica sobre céspedes y calores en Sevilla. Hace años se consideraba que eso del calor era algo que favorecía a los países más acostumbrados y se diría que España sabe algo más de eso que Suecia, Polonia o Eslovaquia. Vamos, que era una ventaja. Pues nosotros la habíamos convertido en una dificultad como si jugar a 30 grados para un sueco fuera su hábitat natural.
Y qué les voy a contar sobre si el césped ayudaba o no al juego de España. Cinco goles después ese asunto pasaba a ser un asunto secundario visto que España se irá a Copenhague para verse con Croacia y disputarse el paso a cuartos con una temperatura fresquita y un buen césped. A ver si esto, al final, va a ser un problema y nos volvemos a llevar la contraria a nosotros mismos…
Y para acabar vayamos a la contradicción que por más años y competiciones que pasen nunca ha sido ni será resuelta: Cómo hemos pasado de tener dudas de si pasaríamos a octavos a que Francia vaya a ser un muro insalvable en cuartos. ¿Y Croacia? Ah, que como hemos ganado por goleada, se ha descorchado la botella de cava, vamos a jugar con una temperatura ideal y el césped espera maravilloso eso significa que los subcampeones del mundo son solo una prueba para seguir creciendo y retarnos con los campeones para ver quién puede más.
O sea, que ¿ya estamos en la buena vía, tenemos todo trabajado, cada jugador que sale del banquillo golea, aporta y es feliz y ahora ya nada nos puede detener en busca de las mejores plazas de esta Eurocopa?
Y eso que todavía no hemos acabado de ajustar lo de los penaltis que, si no, alguno que el miércoles al mediodía estaba eliminado de espíritu ya se vería comprando billetes y entradas para las semifinales en Wembley, por no decir la final, que eso suena a muy crecido. Y nosotros somos de tener los pies muy en el suelo.
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