El árbitro, donde reside la fuerza (mental)
Lara Jiménez dejó el arbitraje con 18 años al no poder resistir la presión. 14 años después, ha vuelto a las pistas con la seguridad que le ha proporcionado su carrera de Psicología y el estudio de la experiencia de los mejores jueces de la Liga Endesa
Lara Jiménez (Ávila, 1991) fue antes árbitra que psicóloga. Ese fue el error. Cansada de “situaciones incómodas” decidió colgar el silbato cuando tenía 18 años. “Me decían: ‘No sirves, no sabes pitar, no tienes ni idea...’, creía que no podía rendir adecuadamente”, comenta. Sufrió tanta ansiedad que, para seguir ligada a su deporte favorito, el baloncesto, cambió a anotadora de mesa, un puesto con menos presión. Casi a la vez empezó a estudiar Psicología, una carrera que le proporcionó las herramientas que le faltaron en la pista. “De haberlas tenido ahora estaríamos hablando en otros términos muy distintos”, asegura. Para ella ya era tarde, pero Jiménez decidió que aún estaba a tiempo de ayudar a otros diseccionando las cualidades de los árbitros, un deportista al que se le exige fuerza mental para tomar decisiones trascendentales en cuestión de segundos y no palidecer ante la presión de jugadores y aficionados. “Un árbitro tiene asumido esa parte de compromiso y esfuerzo de los deportistas. Una persona que no practique deporte puede que no tenga desarrolladas esas destrezas psicológicas”.
Parte del impulso a su nuevo camino se lo dieron David Sánchez y Esperanza Mendoza, a los conoció en los cursos de la Federación de Castilla y León. Ella era una anotadora y ellos, dos leyendas del arbitraje de la Liga Endesa. Aquellas reuniones sirvieron para tejer una amistad, pero sobre todo para que creciera la pasión por el arbitraje (y los árbitros) de la ya psicóloga Jiménez.
Inspirada en la experiencia de Sánchez y Mendoza, nació su primer libro, Personas y árbitros, escrito en colaboración con el pedagogo deportivo Álvaro de la Morena, con el que escribía en el blog Entre reglas anda el juego sobre conceptos de pedagogía y comunicación en el deporte. “Le propuse lanzarnos a algo un poquito más grande”, recuerda la psicóloga. En el libro, los autores radiografían las virtudes más destacadas de una docena de árbitros de la Liga Endesa: la resiliencia, el liderazgo, el compañerismo... Características que emanan de la figura del juez del parqué. Con ese material, los dos psicólogos extrajeron enseñanzas para convertirlas en herramientas psicológicas con las que cualquier persona pueda combatir trastornos como la ansiedad o el miedo al fracaso.
Por ejemplo, el capítulo dedicado al árbitro Juan Carlos García, colegiado de ACB desde 1997, versa sobre el error, por lo que se trabajan herramientas para la gestión de los fallos. Con Carlos Peruga, que pita en la Liga Endesa desde 2001, los psicólogos trabajan las características del buen líder y aportan técnicas para mejorar en la gestión de las relaciones sociales. “Álvaro y yo decimos que es un libro de personas para personas, porque creemos que todo el que lo lea pueda trabajar en sí mismo”, define la psicóloga.
Jiménez comenzó a jugar al baloncesto con 10 años y a los 15 pasó a arbitrar en campeonatos de categoría regional y provincial. Al principio, ejercía tanto como responsable de pista y como anotadora de mesa porque “Ávila es un sitio muy pequeño y, cómo éramos pocos, teníamos que hacer las dos cosas”, recuerda. Cuando terminó su carrera, se marchó a Granada para realizar un máster en intervención social, la primera rama profesional por la que se interesó. Trabajaba con menores y colectivos vulnerables en situaciones de exclusión, hasta que se dio cuenta de que su verdadera vocación era la psicología deportiva. Desde entonces siguió su formación en esa única dirección.
Trabajó dos años en el CB Baloncesto Torrelodones, o en el Real Ávila, el club de fútbol de su ciudad, que compite en la quinta división nacional. Ahora tiene su propia clínica en la capital abulense, especializada en el tratamiento de distintos procesos, como la recuperación mental tras una lesión, y trabaja en la consulta de otra especialista en psicología deportiva, Patricia Ramírez, que colaboró durante años con clubes de fútbol como el Real Betis y el RCD Mallorca. “Si tengo alguna duda siempre la llamo, nos une muy buena relación y es mi mayor referente profesional”, dice Jiménez.
Y ha vuelto a arbitrar. Gracias a los consejos de Esperanza Mendoza y David Sánchez recuperó la ilusión por el silbato y en 2017 volvió al parqué. “Siempre me animaron a aprender, a seguir arbitrando. Son dos de mis referentes”, comenta Jiménez. “Arbitrar es mi verdadera pasión. Es un lugar en el que me reto, no para ascender de categoría, sino por la motivación que supone hacerlo mejor cada día. Me inspira a ponerme nuevos desafíos y atreverme a hacer cosas a las que antes no me atrevía”.
Ahora en la pista es otra muy distinta a la joven que con 18 años no aguantó la presión. “Volví como una veterana, ahora soy yo la que quiere enseñar y formar. Regresar a la pista fue romper una barrera. Decirme a mí misma: ‘¿Por qué no puedo hacerlo?”.