Llega con los mejores Benjamín Noval, el ultimísimo crack del ciclismo español

El ciclista asturiano, hijo del ‘équipier’ de Armstrong y Contador, se sitúa a los 16 años en la élite mundial júnior

Benjamín Noval, durante el ciclocross de Benidorm.Miriam Terruzzi

Hace 30 años, en otra era glacial del ciclismo, la casa que tenía Miguel Indurain en Finestrat, en las afueras de Benidorm, entró a formar parte de la mística del deporte español cuando el navarro se refugió allí el día siguiente después de retirarse de la Vuelta a España y definitivamente del ciclismo a las puertas de Cangas de Onís, al pie de los Lagos de Covadonga. Indurain vendió la casa hace años...

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Hace 30 años, en otra era glacial del ciclismo, la casa que tenía Miguel Indurain en Finestrat, en las afueras de Benidorm, entró a formar parte de la mística del deporte español cuando el navarro se refugió allí el día siguiente después de retirarse de la Vuelta a España y definitivamente del ciclismo a las puertas de Cangas de Onís, al pie de los Lagos de Covadonga. Indurain vendió la casa hace años, pero está en Benidorm, en la zona supervip, por supuesto, del circuito de la prueba de la Copa del Mundo, y contempla absorto la pelea del intermezzo primaveral de la competición en el que Wout van Aert cede ante el talento, heredado y multiplicado, de su joven compatriota Thibau Nys, qué cara de niño aún a los 22, y la lucha feroz del ídolo, local, Felip Orts (sexto). El ganador de cinco Tours, y dos Giros, admira cómo los dioses de la carretera descienden a los infiernos y se baten en la arena y la hierba y recuerda que en sus tiempos no estaba bien visto que los ruteros se dedicaran al ciclocross los inviernos. “Hacíamos más pista”, dice. “Éramos más de velódromo”.

Entonces, en sus tiempos, todos los chavales querían ser como él, o como Perico, pero ahora todos se sienten Van Aert o Van der Poel o Pidcock, la santísima trinidad. “Hombre, pues ser una mezcla de los tres estaría bien, ¿no?”, bromea Benjamín Noval Jr., que solo tiene 16 años y ya suspiran por él los patrones de los mejores equipos del WorldTour, como Eusebio Unzue, el jefe del Movistar, que no esconde que le encantará ficharlo para dar buen contenido a su centro de rendimiento y formación a largo plazo. “Me veo más reflejado en Van Aert. Soy muy grande y bastante pesado”, continúa Noval. “Y la forma de correr de Van der Poel, que nunca reserva nada, sí que también me gusta. Pero si seré corredor de clásicas o de etapas, ya se verá. Me gusta mucho subir a un ritmo constante y que sea un puerto largo, pero quién sabe…”

Noval, que nació en octubre de 2008, vive un invierno de descubrimientos y gloria. Es campeón de España como también lo fue de cadete, y entre él y los demás hay un mundo, y en Europa ha descubierto la Copa del Mundo de ciclocross como el más joven de la categoría júnior, y el sabor, no tan amargo, del cuarto puesto. “Hacer cuarto está muy bien, pero el objetivo es el podio o ganar, así que hay que seguir entrenando”, dice, porque es cuarto en Benidorm con una buena remontada tras una mala salida como fue cuarto en el campeonato de Europa como es cuarto en el ránking UCI. Ha corrido las pruebas de Irlanda, Países Bajos, Bélgica y Francia. “De momento lo pagan todo mis padres”, dice Noval, que corre en el equipo asturiano MMR, que dirigen su padre y otro excorredor asturiano, Samuel Sánchez. “Pero, sí, quizás la federación podría hacer como otras selecciones y llevarnos, y como hace con la Copa de Naciones en carretera. Yo creo que en ciclocross en España estamos aumentando mucho el nivel, así que en los próximos años se verá el progreso”. Y sus padres están con él en Benidorm cuando vive el primer control antidopaje de su vida, una de las experiencias que los ciclistas llevan con mayor normalidad. Le acompañan y le aconsejan, porque a la primera no consigue orinar, y solo después de un rato en los rodillos, sudando y bebiendo, entrando en calor, bajo la mirada de un chaperon, regresa y cumple.

Mientras, su padre habla. “¿Sabes qué me dice?”, dice Benjamín Noval, padre, sólido ciclista asturiano que trabajó para Lance Armstrong en el US Postal en un par de Tours, y aún recuerda el miedo que le infundía el tejano y que cuando le miraba con esa mirada suya hasta estaba a punto de mearse, y que también fue compañero de Alberto Contador, y estaba con el chico de Pinto compartiendo habitación en un hotel de Pau la noche de 2007 en que Michael Rasmussen fue expulsado del Tour y Johan Bruyneel, su director en el Discovery, entró con un maillot amarillo y al incrédulo Contador le dijo: “Toma, ya eres líder del Tour”. “¿Pues no va y me dice que él no va a ser ciclista para trabajar para otros como yo?” Y al padre le brillan los ojos de adoración.

Y el hijo, ve a su padre en la distancia y asiente. “Quiero ganar e intentar ser mejor que todos, pero bueno, todos somos muy buenos y, sobre todo, fuera más”, dice el hijo, primero de bachillerato, los ojos claros de su madre, la fuerza de su padre, su propia ambición. “El objetivo es ser líder, ser importante y, si no, la carretera me pondrá en mi sitio”.

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