París Basketball, la revolución francesa en la Euroliga

El debutante equipo galo, entrenado por el brasileño Tiago Splitter, es líder tras ocho victorias seguidas con un juego con rasgos de NBA

TJ Shorts, la semana pasada contra la Virtus.Herve Bellenger (Euroleague Basketball via Getty )

El líder de la Euroliga es un novato. El París Basketball, debutante en la máxima competición europea, encabeza la clasificación con nueve victorias y tres derrotas, igual que el Fenerbahçe pero con mejor diferencia de puntos. Son ocho triunfos consecutivos los que han aupado al sorprendente equipo francés a lo más alto y han puesto el foco en este club que nació hace solo seis años y que hoy manda en Europa con un baloncesto ofensivo, rápido y con cierto aire de NBA. Es la revolución francesa en la Euroliga.

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El líder de la Euroliga es un novato. El París Basketball, debutante en la máxima competición europea, encabeza la clasificación con nueve victorias y tres derrotas, igual que el Fenerbahçe pero con mejor diferencia de puntos. Son ocho triunfos consecutivos los que han aupado al sorprendente equipo francés a lo más alto y han puesto el foco en este club que nació hace solo seis años y que hoy manda en Europa con un baloncesto ofensivo, rápido y con cierto aire de NBA. Es la revolución francesa en la Euroliga.

El equipo que en 2018 militaba en la Segunda francesa hoy ronda los 20 millones de presupuesto y el verano pasado accedió a la Euroliga al coronarse campeón de la Eurocup con un balance de 22 victorias y una derrota, el primer equipo francés en hollar el segundo escalón europeo. Lo celebró el hermano mayor, feliz de abrir nuevos mercados mientras espera al BC Dubai, que actualmente compite en la Liga del Adriático.

Fueron tres derrotas en los primeros cuatro partidos, pero por diferencias mínimas ante Estrella Roja (tres puntos), Milán (cinco) y Bayern (dos). Desde entonces, han rendido del tirón a Mónaco, Alba, Baskonia, Partizán Belgrado, Zalgiris, Barcelona (con 103 puntos en el Palau), Efes y Virtus Bolonia.

En los despachos manda David Kahn. Nacido en Portland hace 63 años, Kahn es un antiguo periodista deportivo (Sports Illustrated, Los Angeles Times) que pasó a la historia de las decisiones más desafortunadas de la NBA. Era 2009 y Kahn había dejado el mundo de la comunicación y ejercía de director de operaciones en Minnesota Timberwolves. Después de una pésima temporada anterior, el equipo contaba con dos elecciones elevadas en el draft. Con el número cinco fue elegido Ricky Rubio. Con el seis, Jonny Flynn. Por dos ocasiones, Kahn dejó escapar a quien Golden State eligió en el número siete y quien cambiaría el curso de la Liga y el juego en sí: Stephen Curry. Aquello, claro, no dejaría en muy buen lugar al experiodista. Minnesota no le renovaría el contrato y el hombre buscó refugió en Europa. Desde 2018 es el presidente del París Basketball y su experiencia en Estados Unidos le ha servido para importar parte del modelo estadounidense. Después de probar con varios entrenadores de los cuerpos técnicos de la NBA, este pasado verano le concedió el volante del equipo a Tiago Splitter.

Leyenda en el Baskonia, donde jugó entre 2000 y 2010, y enrolado en San Antonio, Philadelphia y Atlanta en la NBA, el expívot brasileño se estrena este curso a los 39 años como entrenador en Europa después de haber sido asistente en Nets y Houston. Esa mezcla de los dos mundos ha servido un juego que engancha por su velocidad y soltura. “Se nota que tiene rasgos de la NBA y que conoce muy bien Europa”, le define el badalonés Carles Marco, uno de los asistentes de Splitter en París y que antes entrenó al Girona y fue ayudante de Dusko Ivanovic en el Estrella Roja y la temporada pasada de Roger Grimau en el Barça. “No es solo un entrenador NBA, sino que se ha adaptado al juego europeo aportando sus pinceladas del juego americano. Nuestro estilo es correr, jugar a más posesiones que el rival, posesiones cortas, tirando siempre que hay una opción, e ir al rebote ofensivo. No tenemos la plantilla de Barcelona, Madrid o los equipos griegos, pero proponemos algo diferente a lo que se estila en la Euroliga. Es nuestra identidad, nuestro sello”, añade Marco.

La propuesta engancha en París, ciudad de fútbol. Un gran patrocinador da nombre al pabellón, el Adidas Arena, de 7.000 espectadores. Junto al Mónaco y el Asvel, el baloncesto de clubes emerge en un país acostumbrado a los éxitos de la selección, plata masculina y femenina en los últimos Juegos, y enamorado del fenómeno Wembanyama en la NBA.

París ha descubierto la canasta y otro pedazo de culpa es de TJ Shorts, el base estadounidense con pasaporte macedonio que lidera a un grupo sin grandes estrellas. Pese a una lluvia de ofertas tras ser nombrado el mejor jugador de la Eurocup y de la Liga francesa, este pequeño director de juego (1,75m) decidió quedarse en la capital francesa (permanecen 10 jugadores del curso anterior) y a los 27 años vive su mejor momento tras un camino por carreteras secundarias en equipos alemanes. Shorts es el quinto máximo anotador de la Euroliga (18,1 puntos de media) y el mejor asistente (7,8) por delante del madridista Campazzo. Ante el Barça se lució con 24 puntos y nueve asistencias. “Tenemos a los jugadores precisos”, apunta Carles Marco; “el París es un caos organizado, y TJ lo organiza”.

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