La velocidad jamaicana perfila a su nueva estrella en Madrid
El Elite Performance Track Club por el que han pasado algunos de los mejores velocistas de la historia ha preparado el Mundial de Tokio en Alcobendas, al norte de la capital
En el cortometraje español Go home, estrenado en 2007, un equipo de béisbol afincado en Rivas-Vaciamadrid, a las afueras de la capital, despierta un buen día con una promesa improbable entre manos: los New York Yankees, el equipo más reputado del planeta, vendrá a Madrid para jugar un amistoso contra ellos. Reacios a ilusionarse, los camareros, albañiles y desempleados que integran el equipo no pueden sino frotarse los ojos cuando, llegada la hora, de madrugada y bajo un enorme secretismo, prueban que la constelación de estrellas neoyorquina se prepara para jugar allí, en un recinto sin...
En el cortometraje español Go home, estrenado en 2007, un equipo de béisbol afincado en Rivas-Vaciamadrid, a las afueras de la capital, despierta un buen día con una promesa improbable entre manos: los New York Yankees, el equipo más reputado del planeta, vendrá a Madrid para jugar un amistoso contra ellos. Reacios a ilusionarse, los camareros, albañiles y desempleados que integran el equipo no pueden sino frotarse los ojos cuando, llegada la hora, de madrugada y bajo un enorme secretismo, prueban que la constelación de estrellas neoyorquina se prepara para jugar allí, en un recinto sin gradas a las afueras de Madrid. “Son marcianos”, mascullan incrédulos; “¿qué demonios hacen aquí?”.
Algo muy similar han debido pensar este verano, ya en el mundo real, los amantes del atletismo que acuden cada semana al polideportivo José Caballero, en Alcobendas, al norte de Madrid. Allí, en su pista de atletismo, como en una de esas ensoñaciones reservadas al cine, han ido apareciendo algunos de los mejores velocistas jamaicanos de la actualidad, decididos, ante su sorpresa, a ultimar el largo camino de preparación hacia los Mundiales de Tokio (del 13 al 21 de septiembre).
“Madrid nos viene como anillo al dedo para viajar a los meetings que hay repartidos por toda Europa. Hacerlo desde Kingston nos hubiera supuesto mucho más esfuerzo”, resume a EL PAÍS Reynaldo Walcott, entrenador del Elite Performance Track Club del que también es director y fundador. Por sus manos han pasado, entre otras, figuras como Shelly-Ann Fraser-Pryce, triple campeona olímpica y poseedora de once oros mundiales; Kishane Thompson, plata olímpica en el hectómetro de París 2024, donde solo fue superado por el estadounidense Noah Lyles; o Elaine Thompson-Herah, doble campeona olímpica del 100m y el 200m en Río 2016 y Tokio 2020, y, junto a otros ocho atletas, presente estos días sobre el tartán de Alcobendas.
“La verdad es que aquí nos sentimos como en casa, la Federación [Madrileña de Atletismo] e Isidro [Arranz, su presidente] nos tratan siempre de maravilla”, asegura Walcott, coach grandullón, manos fuertes y mirada afable bajo un sol que desde lo más alto tiñe de tonos volcánicos la deslumbrante pista del José Caballero. Sobre ella, cada atleta se recluye en su particular burbuja a más de 7.000 kilómetros de Kingston. Auriculares, mirada al suelo y semblante serio antes de una larguísima sesión de estiramientos que advierte a los músculos de lo que se viene. En la velocidad, apunta Walcott, el trabajo ha de ser siempre a la máxima intensidad. Tanto es así, que la primera tarea del día es un test de 30 metros en el que se prueba el estado físico de cada atleta. Si los tiempos difieren un diez por ciento de su mejor marca personal, se adapta el plan y el entrenamiento cambia por completo.
Todo se lleva al milímetro. Así lo expresa Walcott ante sus atletas y ante la casi veintena de entrenadores locales que se han acercado este verano a Alcobendas para escuchar sus consejos. “Fue una experiencia espectacular”, destaca Antonio Gil, asistente a la jornada con el técnico jamaicano en calidad de preparador de la Agrupación Deportiva Marathon, uno de los clubes con más historia en la Comunidad de Madrid. “Resolvió todas nuestras dudas y nos contó con mucho detalle algunos de sus métodos; yo, personalmente, ya he empezado a impartirlos con mis atletas”, añade.
Un ejemplo. “Algo que nos chocó mucho fue cómo movían los brazos durante el entrenamiento”, cuenta Gil; “lo hacían a muchísima velocidad, más de la que acostumbramos a hacer aquí en España. Reynaldo nos explicaba que ellos entrenan los brazos con el mismo cuidado que las piernas por dos motivos: primero, porque los consideran fundamentales para ayudar al movimiento del cuerpo en carrera. Es decir, parten de la idea de que los brazos tiran de las piernas en las pruebas de velocidad. Y segundo, y quizás más importante, porque, por básico que suene, los brazos son dos apoyos más en las salidas. En el resto del mundo nos centramos en empujar con los dos apoyos principales —las piernas—, pero allí le dan la misma importancia a los cuatro. Nos insistió muchísimo en empujar también con los brazos”.
Así, entre gritos de aliento, silbatos y jadeos, la sesión matutina se esfuma. Otra más. Es entonces cuando la música que proyecta el altavoz, siempre en manos de los más jóvenes del grupo, abre paso a la segunda parte del día. “A partir de las diez de la mañana nuestra prioridad es la recuperación”, explica Walcott. “Cuando terminamos, el grupo vuelve al hotel, algunos andando, otros en taxi, descansamos, comemos [¡Arroz con pollo todo el rato!, bromea] y los atletas reciben el correspondiente tratamiento de fisioterapia. No todos los días tenemos segunda sesión por la tarde, así que sí, hemos podido hacer algo de turismo por Madrid, probando algunos productos de la gastronomía local, sobre todo el famoso jamón, y yendo de compras por algunas tiendas de la ciudad”, concluye.
El objetivo, en cualquier caso, es resurgir tras los logros de una generación prodigiosa. Atrás quedan las medallas de Usain Bolt, Asafa Powell, Yohan Blake, Veronica Campbell-Brown o Shelly-Ann Fraser-Pryce, todos retirados o, como esta última, en el ocaso ya de su carrera. “No buscamos al nuevo Bolt, porque Usain es un fenómeno que ocurre una vez en la vida”, resume Walcott; “tanto él como el resto dejaron un vacío insuperable, pero también un legado de muchísimo valor para inspirar a los jóvenes. Ahora mismo, siento que la velocidad jamaicana está en buenas manos, tanto en hombres, donde la mayoría de nuestros atletas son menores de 25 años, como en mujeres, donde tenemos una combinación perfecta entre talentos emergentes y campeonas experimentadas”.
No obstante, revela que la estancia en Madrid les ha ayudado a perfilar algunos de esos talentos. En su grupo, las miradas las roba una estrella en ciernes, el gigantón Sandrey Davidson, de solo 22 años. “Es muy talentoso. Con madurez, buena preparación y compromiso, creo que no tendrá límites”, sugiere; “eso sí, como todos los jóvenes, necesita tiempo”. La competición, sin embargo, no espera a nadie. Walcott y su equipo han hecho las maletas este sábado, día en el que, tras más de dos meses de larga preparación, han abandonado Alcobendas para, al fin, poner rumbo a la cita mundialista de Tokio.