Fernando Belasteguín, 16 años número uno del pádel: “Hasta los 40 me sentía indestructible”
El exjugador profesional argentino reflexiona con EL PAÍS, poco después de su retirada, sobre sus 30 años de carrera, el futuro y valores del deporte y la cultura del esfuerzo en su familia
Cercano, en el Club de Polo de Barcelona, todos le conocen. No le tratan con la frialdad del gran campeón, sino con la calidez de los valores que lleva por bandera. Fernando Belasteguín (Pehuajó, Argentina, 45 años) se despidió en Milán el pasado cinco de diciembre del pádel profesional tras 30 años de carrera, 16 como el número uno del mundo y 230 títulos. Ahora siente paz. Enfocado en su familia, no dejará el mundo del pádel. Con “dos grandes proyec...
Cercano, en el Club de Polo de Barcelona, todos le conocen. No le tratan con la frialdad del gran campeón, sino con la calidez de los valores que lleva por bandera. Fernando Belasteguín (Pehuajó, Argentina, 45 años) se despidió en Milán el pasado cinco de diciembre del pádel profesional tras 30 años de carrera, 16 como el número uno del mundo y 230 títulos. Ahora siente paz. Enfocado en su familia, no dejará el mundo del pádel. Con “dos grandes proyectos a corto plazo”, Bela seguirá trabajando con la marca Wilson y en la construcción de un Bela Padel Center en Barcelona, donde reside desde hace 17 años. “Barcelona me dio lo más lindo que tengo en la vida: mi familia”, confiesa. Pero aún no es consciente de todo lo logrado: lo hará cuando regrese a Pehuajó en su visita anual. “Ahora estoy disfrutando mucho. Antes no lo hacía por ese afán de mejorar todos los días”. Su homenaje final será el 21 de diciembre en el Premier Padel Finals en el Palau Sant Jordi de Barcelona, donde compartirá pista con leyendas, rivales y compañeros, como Juan Martín Díaz y Pablo Lima, y también amigos, como Gianluca Vacchi y Carles Puyol. “Allí cerraré mi capítulo profesional”.
Pregunta. Un Belasteguín nunca se rinde.
Respuesta. Cada noche, antes de ir a dormir, les digo a mis hijos que los quiero mucho, que les voy a cuidar toda la vida y que un Belasteguín nunca se rinde. Yo en mi casa soy muy alegre, pero los niños, con la mirada, ya saben cómo estás. En 2018, tras la lesión de mi codo, quizás mi hija me vio un poco triste, y me trajo un dibujo con esa frase y la bandera de Argentina. La guardé en el paletero y le dije que, si volvía a jugar algún día, me traería suerte. Me fui a la habitación a llorar como un loco. Pasaron los meses, y jugué el Máster para ver qué tal. Pero gané el torneo. Me acordé del cartel de Sofía, y empecé a buscarlo. Fue uno de los mejores recuerdos de mi carrera. Luego, en la colección de Wilson, escribieron la frase con su letra. Cuando echo la vista atrás digo: “Qué suerte”.
P. ¿Cómo toma la decisión de retirarse?
R. El verano pasado. Iba viendo que el cuerpo que tanto me había dado me avisaba, y cuando lo quería apretar, me lesionaba. Lo más duro fue asimilar que tenía que entrenar para mantener, no para mejorar. Tenía un año y medio más de fuerza, sobre todo mental para entrenar y aguantar los dolores del cuerpo.
P. El pádel ha cambiado mucho desde que debutó.
R. El pádel no es ajeno a la evolución de la vida. Es muy diferente al que se jugaba hace cinco años, y también muy diferente al del futuro. Han cambiado las canchas, el césped, las pelotas, las paletas, la preparación física de los jugadores...
P. ¿Cómo se ha adaptado?
R. Es un tren que va muy rápido. Te bajas en una estación y ya no te subes más. Siempre he intentado leer hacia dónde iba el deporte, y estaba dispuesto a hacer el esfuerzo necesario. Quise ser competitivo hasta el último día.
P. ¿Es adictivo ganar?
R. Cuando conoces lo que es ganar y ser el número uno del mundo es una sensación espectacular. Y la quieres mantener la mayor cantidad del tiempo posible. De perder te puedes cansar, de ganar nunca. Porque si pierdes en la pista es porque los de enfrente fueron mejores. Forma parte del deporte.
P. El deporte es justo, dice.
R. En el deporte profesional, si no tienes el nivel adecuado, pierdes en la ronda que tienes que perder. No hay excusas.
P. ¿Cómo le cambiaron las lesiones?
R. Hasta que no nacieron mis hijos no sabía lo que era un calambre, una rotura. Pero las lesiones llegan sin avisar. La que me hizo tambalear fue cuando me rompí el codo en agosto de 2018, después de 16 años y ocho meses número uno del mundo. El médico me dijo: “Si te operas será el final”. Entraba en la pista y hasta casi mis 40 me sentía indestructible. Basaba mi juego y confianza en la solidez física. Pero empecé a encadenar lesiones los últimos años que me dejaron tocado a nivel mental. Ya no era más indestructible.
P. Compartía pista con jugadores muy jóvenes.
R. Aprendes de su desparpajo. Me han mantenido joven fuera de la pista: es más fácil que yo baje a la adolescencia a que les pida que se comporten como un hombre de 45 años y padre de tres hijos. El deporte profesional me ha permitido ser un niño hasta los 45. Pero cuando volvía a casa, tenía que cambiar el chip.
P. ¿Es muy importante la familia para usted?
R. No hay una fuente de motivación más grande que la familia. Llevo poco siendo exjugador profesional y lo que siento es tranquilidad: mirar a los ojos a mis hijos, a mi esposa, con la paz de que hice todo lo que pude. Podría haber jugado uno o dos años más. Pero ya jugué 30, mis hijos empiezan a entrar en la adolescencia, y quiero estar en esa etapa.
P. No guarda trofeos en casa.
R. Solo la medalla del Mundial 2022 con Argentina, porque era pequeña y la pude meter con los pasaportes. No quería que mis hijos creciesen en el entorno del campeón. El deporte te puede dejar fuera de un día para otro, pero padre voy a ser toda la vida. Cuando empezaron a ser conscientes de quién era deportivamente fue en los últimos años, cuando gané menos. Me veían perder, y seguir entrenando. Ha sido muy bueno para su cultura del esfuerzo. No conozco otra forma de progreso en la vida.
P. ¿Cuál es la situación actual del pádel?
R. Es un deporte muy joven, con 55 años de vida. Recién dejamos de gatear para dar nuestros primeros pasos. Todos los años ha ido creciendo, pero a partir de la pandemia hubo un boom. Lo puede jugar hombre y mujer, de cualquier edad, no necesitas condición física y técnica y puedes jugarlo en una hora. Muchísima gente lo practica, pero no saben quiénes son los números uno. Trabajamos para que cada vez sea más conocido.
P. ¿Se puede vivir de él?
R. Cada vez más. En los últimos años, los 10 o 20 primeros del ránking están ganando muy bien, pero hay que seguir para consolidarlo en el tiempo y que a partir del 40 o 50 empiecen a ganarse la vida. Los chicos jóvenes, si tienen una carrera de 10 o 15 años, cuando dejen de ser profesionales, van a ir a trabajar por elección, no por necesidad. Yo voy a seguir haciéndolo por necesidad, y porque me gusta.
P. ¿Qué necesita para crecer?
R. Tiempo. En diez años podríamos estar hablando del deporte del futuro.
P. ¿Cómo le gustaría ser recordado?
R. Como un trabajador incansable y una persona que antepuso el deporte al negocio.
P. ¿A qué se refiere?
R. Hay gente que ven su oportunidad de negocio en un deporte emergente, y hoy están en el pádel, y mañana en otra cosa, y le dan igual los valores y principios. Me he sentado y peleado por eso siempre. Quiero mucho al pádel, si lo cuidamos y hacemos cada vez más grande, hay negocio para todos.