Mohamed Attaoui consigue la medalla de plata en el 800m de los Europeos de atletismo
Álvaro de Arriba, cuarto, y Adrián Ben, sexto, no logran subir al podio; el oro es para el francés Gabriel Tual
Ya no llueve. El calor ha descendido en Olímpico de Roma. Ana Peleteiro ya llora pensando en París, en su Lúa, en el oro, y unas gaviotas asquerosas y mansas planean sin chillar por entre las tribunas. Tres españoles disputaban por primera vez en la historia una final en un campeonato europeo de atletismo al aire libre de 800 metros, la prueba, la más difícil del medio fondo, en la que quien no mata muere. Tan mala fama tiene. Tan grandes son Adrián Ben, 25 años, Álvaro de Arriba, 30, y ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Ya no llueve. El calor ha descendido en Olímpico de Roma. Ana Peleteiro ya llora pensando en París, en su Lúa, en el oro, y unas gaviotas asquerosas y mansas planean sin chillar por entre las tribunas. Tres españoles disputaban por primera vez en la historia una final en un campeonato europeo de atletismo al aire libre de 800 metros, la prueba, la más difícil del medio fondo, en la que quien no mata muere. Tan mala fama tiene. Tan grandes son Adrián Ben, 25 años, Álvaro de Arriba, 30, y Mohamed Attaoui, 22. Tres generaciones del 800 español, tan florido. Y a todos ellos, a toda la historia, a los mejores europeos también, les desafía el más joven, pura dinamita y la energía de una bomba atómica que en la curva de los 200, acelera desde el octavo puesto y remonta por fuera, con tanta velocidad que hasta parece que va a derrapar, y él se asusta cuando se lo dicen, admirados, los periodistas que siguen la carrera, tan dura, con la boca abierta, y abierta la mantienen en la recta final empujándole para que alcance al francés Gabriel Tual, un torpedo inalcanzable hasta para Attaoui, el chavalito inquieto de Torrelavega que corre como nadie. “¿Pero qué decís?”, reconviene a los periodistas Attaoui, del que los técnicos, los mismos que le califican desde hace años como un diamante en bruto, dicen que corre tan fácil que ni se entera de lo rápido que va. “¿Cómo que iba exagerado? Tendré que verme luego en la tele”.
Attaoui, no tan exagerado, convengamos en ello, termina segundo (1m 45,20s) por detrás del francés al que le encanta ser el patrón, inalcanzable para todos (1m 44,87s) y por delante del favorito local, Catalin Tecuceanu (1m 45,40s). Más atrás, cuarto, De Arriba, el salmantino que regresa al 800m después de un año dedicado al 1.500m para respirar, para descansar mental y físicamente de la prueba de las dos vueltas de pista, coger distancia, músculo, respirar y pintarse un punto negro de rotulador en la ternilla donde pulgar e índice de la mano izquierda se unen, una clave para recordar los consejos del psicólogo, Arturo Gracia. “Tengo la frescura de los 24 años y la experiencia de los 30″, dice De Arriba, que en el 300m se pone delante y marca el ritmo en cabeza (53,11s el paso por el 400) hasta la última curva, el desborde de Attaoui, la patada de Tual, el desfonde de Adrián Ben, el atleta optimista que había prometido un final épico, como los del Madrid en la Champions, pues no se veía capaz de ganar de otra manera.
Attaoui se acuerda de su madre, que sufre mucho viéndolo correr, y, como todos los del 800 español, tan denso, piensa en los Juegos de París, en la plaza que deberá ganarse en los campeonatos de España, y todos repiten que es más fácil ser campeón del mundo que campeón de España, una exageración con sentido. “Moha es un diamante en bruto en cuanto a fuerza física y trabajo que corre superrápido. Hay muchas cosas en las que pude mejorar y está dispuesto a trabajar para hacerlo. Está en camino de ser más profesional. Le va a ayudar mucho que los rivales en España sean muy fuertes: para ganarlos tienes que ser más fuerte que ellos”, dice Thomas Dreissigacker, el alemán que le entrena en Sankt Moritz, donde, como Marta García, medallista en los 5.000m, es profesional en el equipo OAC, y allí vive, a 1.800m, en un apartamento de los que dejan libres en primavera los trabajadores de las pistas de esquí, haciéndose la comida, entrenando alrededor del lago y haciendo series en la pista de Chiavenna, pasado el terrible paso de Maloja, donde nunca luce el sol, ya en Italia. Y hablando en inglés. “Siempre que vamos a entrenar, Thomas me dice, este verano les vas a ganar a todos, yo te veo a ti como el mejor”, dice Attaoui. “La verdad es que escuchar eso de Thomas me motiva aún más”.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.