Fátima Diame alcanza su destino con un bronce en longitud en el Mundial de atletismo

La atleta valenciana, de 27 años, que se entrena con Iván Pedroso en Guadalajara, salta 6,78m, su mejor salto en pista cubierta y consigue el segundo metal español

La española Fatima Diame, tercera en la final de salto de longitud.ADAM VAUGHAN (EFE)

Media España atlética, después de gozarla con Ana Peleteiro-Compaoré y sus 14,75 metros de bronce al ritmo de los Clash, Rock the Casbah, debate a la hora del café en Glasgow, pintas mediante, sobre el 800 nocturno, la consagración invernal de Mariano García, su maestría, ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Media España atlética, después de gozarla con Ana Peleteiro-Compaoré y sus 14,75 metros de bronce al ritmo de los Clash, Rock the Casbah, debate a la hora del café en Glasgow, pintas mediante, sobre el 800 nocturno, la consagración invernal de Mariano García, su maestría, es de esperar, pero Iván Pedroso no tiene tiempo que perder.

El cubano vuelve al tajo en la pista de calentamiento porque a las siete salta otra de sus pupilas, la valenciana Fátima Diame, especialista de longitud. Los que pasan y saludan le alaban a Pedroso con un, pero pareces Dios, todo lo que tocas vuela, reconociendo su toque personal en la construcción de la Peleteiro más fuerte que nunca; François Beoringyan, el entrenador del vallista infeliz Asier Martínez musita un, no sabe la gente lo que vale Pedroso, todos deberían acercarse más a él, y los sabios susurran, puede haber medalla, puede haber medalla. Solo dos, Tara Davis y Mona’e Nichols, saltan más que Fátima, y si no hace muchos nulos, allí estará.

Allí está. Un solo nulo. Una serie in crescendo, desde 6,47m, 6,50m hasta 6,78m en el quinto intento, y solo un nulo. Una medalla de bronce en la que solo ella, su gente en Guadalajara, ciudad a la que emigró en septiembre de 2021 desde Valencia, donde nació hace 27 años y donde entrenaba a las órdenes de otro histórico, Rafa Blanquer, y con el que consiguió saltar 6,81m, su mejor marca al aire libre. “Yo creo que el 70% de esta medalla es de mi equipo. He confiado mucho en el sistema de trabajo de Iván”, dice. “Sí que es verdad que el año pasado en Budapest, en el Mundial al aire libre, no me salió, pero ya me vi que podía estar allí. Iván me dijo, estás ahí, estás con ellas. Puedes ganarlas, son como tú. Así que necesitamos ese clic y ya estaría”.

Por delante de Diame, que con su mejor salto en pista cubierta alcanza el destino que le prometieron sus magníficos comienzos, su potencial extraordinario, se clasificaron la norteamericana de 24 años, gozosa y superclase, bailarina feliz, Tara Davis (7,07m) y su compatriota sorprendente Mona’e Nichols (6,85m).

Diame es introvertida y callada, y su cabeza se serena, casi misteriosamente, después de los abrazos necesarios con Pedroso, con su gente. Se envuelve en una bandera de España y se sienta en la curva de la pista, en el peralte tan inclinado, mientras el pabellón guarda silencio: se corre la final de los 60m vallas. “Estaba pensando cuando estaba viendo las vallas, pensando en todo el año, en todo lo que hemos conseguido, en lo contenta que estaba, en lo feliz que estaba. Ha sido un cúmulo de emociones”, dice, y para todo eso y más le dio tiempo en los 7,65s que tardó en ganar la carrera de las vallas la bahameña de 29 años Devynne Charlton, que rebajó en dos centésimas el récord mundial que ella misma poseía. “Y ya sabéis que yo no suelo expresarme mucho. Así que me he sentado y he empezado a pensar. Joder, por fin”, continúa su relato la valenciana de bronce. “Ayer estábamos cenando. Estábamos cuatro compañeras, Marta Pérez, Ana Peleteiro, Esther Guerrero y yo, y dice Ana, ¿vosotras nunca habéis pensado, soñado que ganabais una medalla? Y dice Esther, no, qué va. Ni de coña. Y yo, bueno, pues alguna vez algún flash me ha entrado. Y esta noche he soñado que ganaba una medalla. Y ha sido cómo, no puede ser. Ana es bruja, ¿sabes? No puede ser. Y no sé, me ha venido eso a la cabeza. En el sueño no sabía qué metal me llevaba, pero tenía algo”.

Los periodistas, esquemáticos, directos, hablan de destino, como si existiera de verdad la fuerza superior que estrecha el camino. El sueño como señal. Diame habla de trabajo, porque es ella la que abre el camino. “Creo que he trabajado mucho. O sea, creo que no ha sido el destino, porque si fuera el destino, igual me hubiera quedado fuera. O sea, estaba séptima. Me podría haber pasado cualquiera”, reflexiona la saltadora, y afirma su personalidad. “Creo que ha salido ya el trabajo que llevamos haciendo. Y ha salido la Fátima que yo misma esperaba y que todo el mundo esperaba”.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En