Max Sirena, director del Luna Rossa: “Con un rival no se toma una cerveza. Quien diga lo contrario miente”
El responsable del conjunto italiano en la Copa del América de vela, que compite en la preliminar de Vilanova i la Geltrú, reflexiona sobre la dificultad de gestionar un grupo, la relación con sus contrincantes y el equilibrio con el medioambiente
Max Sirena (Rimini, Italia; 52 años) tiene una obsesión: conseguir la primera Copa del América de vela con el Luna Rossa Prada Pirelli, el conjunto italiano convertido en icono nacional desde que en el año 2000 se plantó en la final de la competición en Nueva Zelanda. El éxito llevó a miles de italianos a levantarse de madrugada para ver las regatas por televisión a pesar de no conseguir la Jarra de la Cien Guineas, como se conoce al trofeo. Fue la primera de sus ocho participaciones en la máxima competición de vela, que ha conseguidos dos veces pero nunca bajo la bandera de Italia. “No hay na...
Max Sirena (Rimini, Italia; 52 años) tiene una obsesión: conseguir la primera Copa del América de vela con el Luna Rossa Prada Pirelli, el conjunto italiano convertido en icono nacional desde que en el año 2000 se plantó en la final de la competición en Nueva Zelanda. El éxito llevó a miles de italianos a levantarse de madrugada para ver las regatas por televisión a pesar de no conseguir la Jarra de la Cien Guineas, como se conoce al trofeo. Fue la primera de sus ocho participaciones en la máxima competición de vela, que ha conseguidos dos veces pero nunca bajo la bandera de Italia. “No hay nada que desee más en el mundo que la primera victoria italiana”, admite. Antes de iniciar la regata preliminar de Vilanova i la Geltrú, donde vivió una mala primera jornada, atiende a EL PAÍS en un evento de Prada para reflexionar sobre la gestión de grupo, las rivalidades y la relación humana con el medio ambiente.
Pregunta. ¿Qué busca un marinero en el mar?
Respuesta. Con mi familia, la paz y la tranquilidad. Y no mirar el móvil. El mar tiene este poder: sentir que aprovechas el tiempo y no lo malgastas mirando una pantalla.
P. ¿Siente que el tiempo pasa demasiado deprisa?
R. El año pasado tuvimos 9 días de vacaciones, quizás 12, no lo sé, pero la preparación es frenética. Trabajamos todos los sábados, muchos domingos, viajamos y tenemos poco tiempo. Y cuando lo tenemos lo invertimos en estar con el móvil mientras nuestros hijos crecen y nos lo perdemos. La sociedad evoluciona hacia una dirección compleja.
P. ¿Existen los nervios previos de la competición?
R. Existen las ganas de vencer, no nervios. No hay nada que desee más que ganar la Copa del América con Italia. Tenemos un buen equipo, una mezcla de juventud y experiencia. Soy muy crítico conmigo, pero admito que este año estoy contento del equipo.
P. ¿Qué exige a los miembros de su equipo para formar parte de él?
R. Me he entrevistado con todos y cada uno de los miembros de este equipo: marineros, ingenieros, etc. Más de 100 entrevistas para conformar el equipo. Los conozco a todos, con sus problemas y situaciones. Lloramos y reímos juntos. Soy alguien muy sensible, lo admito, y quiero que mi gente tenga la misma hambre de ganar que yo. Lo que no tolero es la mentira ni el egoísmo.
Cuando hay algún cáncer en el equipo, hay que extirparlo. No sirve
P. ¿Cómo encajan tantas piezas?
R. Encajan a medida que nos vamos conociendo. Lo que he aprendido es que cuando hay algún cáncer en el equipo, hay que extirparlo. No sirve. No tengo tiempo para intentar curarlo. Fuera.
P. ¿Cómo es navegar en Barcelona?
R. Será diferente que en otras ediciones. En Bermudas o Nueza Zelanda [las últimas sedes] el mar estaba siempre plano. Aquí hay más oleaje y esto dificulta que el barco esté siempre encima del agua. Además, el viento es más débil y cambiante.
P. ¿Esto iguala la competición?
R. Puede ser. Nos obliga a todos a empezar de cero y a tener que elegir muy bien la apuesta en la adaptación del barco al agua.
P. ¿Qué pensó cuando supo que la competición se celebraría aquí?
R. Que era una gran noticia. Y no lo digo por quedar bien. Barcelona es una gran ciudad en todos los sentidos: Arquitectónicamente, económicamente… Y garantiza un crecimiento de la competición. Volver a Europa es ganar audiencia e, indirectamente, dinero. Europa es el corazón económico del mundo.
P. ¿Si Luna Rossa gana la Copa del América, la competición volverá a celebrarse en Barcelona [por el derecho que tiene el campeón en elegir la sede]?
R. Es una buena pregunta. Estaría a favor, aunque no depende solo de mí. Lo decidiremos con Patrizio Bertelli [el dueño de Prada, su principal patrocinador]. Primero tengo que entregarle el trofeo.
P. Se espera que esta edición sea el inicio de la era del hidrógeno.
R. Sí, y es muy importante. El Team New Zealand ya trabaja con el Chase Zero [un barco de apoyo con foils propulsado únicamente por hidrógeno]. Nosotros lo tendremos el año que viene, pero es necesario avanzar hacia una relación con el entorno más sostenible, sin duda.
Antes se pescaban peces en 9 de cada 10 intentos. Ahora pescamos plástico casi siempre
P. ¿Ha notado el aumento del impacto humano en el mar?
R. El cambio en todos estos años ha sido bestial. Antes se pescaba un pez en 9 de cada 10 intentos. Ahora es imposible. Será 1 de cada 10. Es tremendo. Sacamos todo tipo de plásticos. Están en todos lados. Incluso en la Polinesia, en el lugar más parecido al paraíso, experimenté lo que era ver un río lleno de plásticos y residuos. El impacto humano en nuestro entorno es absoluto.
P. Usted ganó la Copa del América con un equipo de Estados Unidos y otro neozelandés. ¿Qué tiene diferente el equipo italiano?
R. Quizás una determinación para competir y vencer en cualquier circunstancia propia de las culturas mediterráneas y latinas. Es algo más cultural. Los países anglosajones son metódicos y muy competitivos, pero seguramente no tienen ese espíritu que tenemos aquí.
P. ¿Se puede ser amigo de un rival?
R. No, seguro. Nos saludaremos siempre con respeto, pero nunca iremos a tomar una cerveza. Somos rivales y nos vamos a pelear en cualquier ámbito, en el mar y en las reclamaciones. Lo bueno para él es lo malo para mí y viceversa. No es posible tener una relación de amistad con alguien con quien vas a pelearte hasta el final. En el fútbol o el baloncesto, la rivalidad existe, claro, pero hay muchos componentes tácticos. En el mar es otra cosa, otro espíritu. Casi de supervivencia. Y quien diga que después de una regata se puede ir a tomar una cerveza con un rival miente.
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