El Open Británico iguala en Liverpool a figuras y secundarios
Un amateur colidera el último grande de la temporada, el vasco Adrian Otaegui está a un golpe de la cabeza, McIlroy firma el par y Jon Rahm se aleja con +3
El último grande de la temporada dispara las tensiones. Las estrellas tienen grabado en la mente que el Open Británico es la cuarta parada en mayúsculas del calendario y que cierra un tramo exprés, con los cuatro majors apretados entre abril y julio, que no volverá a abrirse hasta nueve meses después con el Masters. De fondo, la presión por ganarse una plaza en la Ryder Cup de Roma o por pujar por un puesto entre los clasificados para la gran cita bienal. En ese escenario comenzaron este jueves en Liver...
El último grande de la temporada dispara las tensiones. Las estrellas tienen grabado en la mente que el Open Británico es la cuarta parada en mayúsculas del calendario y que cierra un tramo exprés, con los cuatro majors apretados entre abril y julio, que no volverá a abrirse hasta nueve meses después con el Masters. De fondo, la presión por ganarse una plaza en la Ryder Cup de Roma o por pujar por un puesto entre los clasificados para la gran cita bienal. En ese escenario comenzaron este jueves en Liverpool a darse codazos las figuras del golf mundial, los mejores cromos de los circuitos americano y europeo y de la Liga saudí (con la ausencia de Sergio García), y también muchos actores secundarios.
El primer baile descubrió, por ejemplo, a Christo Lamprecht, un amateur sudafricano de 22 años que se eleva 2,07m del suelo, un tallo que convierte el swing en una palanca que manda la bola a más de 300 kilómetros por hora y que se dio el gustazo de firmar 66 (-5) para auparse a lo más alto de la tabla. Junto a él aparece Emiliano Grillo, el primer argentino en liderar un grande desde 2013 (entonces fue Ángel Cabrera en Augusta), y el chico de casa Tommy Fleetwood, que vuelve a optar a la cima tras seis top-5 —segundo en el US Open de 2018 y en el British de 2014—, tras acabar el cuarto en la edición pasada del Open.
Un golpe por detrás, otra sorpresa, el vasco Adrian Otaegui, que superó con creces ese tropezón del bogey en el primer hoyo del día para recorrer el resto del camino con firmeza y tranquilidad y bajar hasta el -4. El chico de San Sebastián, de 30 años, es de esos golfistas que se han movido entre la Liga saudí y el circuito europeo, donde triunfó por ejemplo en Valderrama antes de que el campo andaluz se mudara al LIV. Y es uno de esos jugadores que apuntan a colarse en la Ryder. Su presentación en Liverpool, con cuatro birdies en los siete últimos hoyos, fue brillantísima, y su mejor vuelta en un grande. “No me he metido en problemas en la ronda, cogiendo muchas calles y muchos greens. Estoy muy contento, pero ahora solo pienso en comerme un plato de pasta”, comentó el cuarto en la clasificación.
Bajo el sol de la tarde compartieron foco Rory McIlroy y Jon Rahm, dos símbolos del PGA y esta vez compañeros de aventuras en un partido seguido por muchos aficionados. Pero ninguno de los dos deslumbró, sobrio el norirlandés y desatinado el español. Y eso que Rahm pateó en el hoyo 4 desde fuera de green y su veloz impacto solo lo frenó la bandera para asegurarse otro par en un inicio muy regular, salvando obstáculos. Iba y venía mientras McIlroy transitaba del birdie madrugador del 2 a un segundo mal golpe en el 4 que le condenaba al bogey. Rahm tampoco exprimió el par cinco del 5 pese al gran golpe de salida, lastrado por un viaje al rough. Y un putt corto desviado le cargó con un bogey en el 7. Sus primeros nueve hoyos fueron un manual de supervivencia.
El putt largo en el 10 concedió a Rahm su primer birdie del día, como si fuera un volantazo a su ronda. Pero erró en el green en el 11 y en el 12 aterrizó de salida en el búnker tras golpear su bola en un espectador. Bogey y vuelta atrás. O cuesta abajo, puesto que no aprovechó el par cinco del 15 y sumó dos bogeys en el 16 y en el 18, enredado otra vez en el búnker. Más templado, McIlroy acabó enderezando la vuelta y aprovechando ese tramo de final de ronda para estabilizarse en el par. “No he aprovechado los hoyos fáciles, los del principio. No he cogido una calle. He pegado hierros buenos en el 18, el 15, el 14, el 9... He estado cerca de tener buenas opciones de birdie, pero luego me he dejado dos putts de un metro en el 15 y el 16 que duelen. Es lo que hay. Me duele el resultado porque no he jugado mal. Todavía queda mucho, sobre todo si viene lluvia”, explicó Rahm.
El tercer peón del triunvirato, Scheffler, el número uno, dio rienda suelta a uno de esos inicios en los que parece un jugador en trance: dos birdies en los cuatro primeros hoyos. Pero incluso el mejor atraviesa por zonas de tinieblas, y el estadounidense se volvió terrenal cuando dejó pasar de largo el par cinco del 5 sin descontar otro golpe y deslució la tarjeta con bogeys en el 8 y el 12. Pero se corrigió en los pares cinco postreros hasta el -1 final. Por detrás, penó Cameron Smith, el defensor de la Jarra de Clarete (+1), tras unos desafinados segundos hoyos.
Entre la nutrida armada española, Larrazábal firmó +1, a la espera de esa versión que le ha hecho brillar en el circuito europeo y llamar a las puertas de la Ryder. Mismo resultado sacó Nacho Elvira. Josele Ballester, estudiante de Arizona State, la universidad que forjó a Rahm, entregó con +2 la mejor tarjeta de un amateur español en el British. Alejandro Cañizares bajó hasta el +4 y Adri Arnaus y Jorge Campillo se hundieron con +11.
Clasificación del Open Británico.
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