La hierba de Halle reanima a Bautista
El castellonense tumba al ruso Medvedev (7-5 y 7-6(3) y accede a las semifinales del torneo después de cuatro meses sin enlazar más de dos victorias consecutivas
Quizá sean esos años de futbolista, el apego al verde adquirido durante su etapa en las categorías inferiores del Villarreal. O tal vez sea que al girar el cuello hacia el banquillo, observa de nuevo el rostro de Pepe Vendrell, su orfebre, el técnico con el que rompió hace un par de cursos –después de 11 temporadas de la mano– y que vuelve a estar a su costado. Tal vez sea la llegada del verano y el calor, agradecidos en las frías tierras de Halle. O sencillamente, el repentino acelerón de Roberto Bautista (...
Quizá sean esos años de futbolista, el apego al verde adquirido durante su etapa en las categorías inferiores del Villarreal. O tal vez sea que al girar el cuello hacia el banquillo, observa de nuevo el rostro de Pepe Vendrell, su orfebre, el técnico con el que rompió hace un par de cursos –después de 11 temporadas de la mano– y que vuelve a estar a su costado. Tal vez sea la llegada del verano y el calor, agradecidos en las frías tierras de Halle. O sencillamente, el repentino acelerón de Roberto Bautista (7-5 y 7-6(3) a Daniil Medvedev, en 1h 53m) tal vez responda a que el castellonense encuentra en la hierba una verdadera fuente de inspiración, un enclave perfecto para su velocidad de piernas –muy destacada, a pesar de la veteranía– y sus golpes planos, alejados del prototipo español.
“Para ganarle a Daniil en esta pista tienes que jugar realmente bien”, comenta nada más abrochar el triunfo contra el ruso, el hombre que más victorias ha firmado esta campaña (41) y que ha terminado haciendo la croqueta sobre el césped en su intento por evitar el punto que guía al español (35 años) a las semifinales del torneo. Alcanza Bautista, por tanto, la misma cota que en 2018 y, sobre todo, abandona la oscuridad que le ha envuelto esta temporada. Comenzó de manera optimista, registrando la final de Adelaida y los octavos del Open de Australia, pero a partir de ahí se metió en un agujero del que ahora parece salir. Por primera vez desde febrero, encadena tres triunfos y vuelve a hacerse notar. Lo hace sobre hierba, en la antesala de Wimbledon. ¿Casualidad? No.
“Creo que soy rápido y que en esta superficie puedo moverme bien. Mis tiros son planos y, por encima de todo, disfruto mucho jugando aquí”, razona el castellonense, que todos los años acostumbra a arañar algún título –11 en su palmarés, acompañados de otras 11 finales– y que en 2019 ya demostró su peligrosidad sobre el verde. Entonces tuvo que retrasar su despedida de soltero en Ibiza porque progresó hasta las semifinales de Wimbledon, aunque se topó con Novak Djokovic; ahora construye paso a paso, confiado en volver a coger buen tono y reeditar un buen papel en el grande británico. Lo hace Bautista con el libreto del veterano, desde el poso que aportan sus 18 años como profesional. En un momento u otro, la tormenta siempre pasa.
Al final, siempre escampa. “No me he sentido bien en estos últimos meses, pero he seguido trabajando duro y hoy se ha visto ese trabajo. Estoy muy contento porque estoy jugando muy bien al tenis”, subraya el castellonense, quien pese al bajón –primeras rondas en Montpellier, Róterdam, Indian Wells, Miami, Estoril y Roma– no ha cedido excesivo terreno en el listado; actualmente es el 23º y pretende recuperar ese halo de siempre, de adversario áspero e irreductible. Lo sabe bien el rudo Medvedev, campeón hace un año en Halle e inclinado en cinco de los siete duelos entre ambos. Serio y sólido, Bautista endereza el rumbo estos días e intentará este sábado (hacia las 16.00, Movistar Deportes) consolidar la mejoría frente a otro ruso, Andrei Rublev, superior a Tallon Griekspoor (3-6, 6-3 y 6-4).
Alcaraz: “Algún Wimbledon ganaré”
Su buen hacer viene acompañado por el de Carlos Alcaraz, también semifinalista, pero el murciano en Queen’s. Afianza el número dos su proceso de adaptación a la hierba con una victoria trabajada y provechosa, porque la resistencia de Grigor Dimitrov le fuerza y le obliga a dar la talla hasta el final: doble 6-4, en 1h 34m. El búlgaro, en horas bajas desde hace tiempo, aprieta con el revés cortado y ese tenis incisivo que suele premiar la superficie, pero paga un inicio dubitativo y sufre después la magnífica reacción del rival; 3-0 abajo en la segunda manga, el de El Palmar se rehace adjudicándose cuatro juegos seguidos y sentencia después, contrarrestando la rotura con otra aún más definitiva. Se encontrará hoy (hacia las 16.00, Movistar) con el fino Sebastian Korda (6-4 y 7-6(1) a Cameron Norrie).
“Soy un chico que aprende rápido y me siento realmente cómodo en esta superficie. Me han ayudado los dos partidos anteriores”, contesta a pie de pista. Valgan los hechos. Nueve partidos sobre el verde y, de momento, una penúltima ronda. Notable con el servicio, encara ahora al estadounidense, con quien se ha enfrentado en tres ocasiones. Será la primera sobre césped, tras superarle en la final de la Copa de Maestros de las Promesas en 2021 y en la tierra de París el curso pasado, y haber cedido previamente en la arena de Montecarlo.
“Me siento muy bien, más maduro, con más experiencia. Todo va mejor de lo que esperaba. Lo que más me preocupaba era la movilidad, sentirme bien moviéndome porque aquí la clave está en eso”, apunta en unas declaraciones recogidas por la agencia EFE. Crece la confianza de Alcaraz y él mismo esboza un futuro brillante en el terreno que conquistaron antes los Santana (1966), Conchita (1993), Nadal (2008 y 2010) y Garbiñe Muguruza (2017). “Conforme vaya jugando más partidos y más torneos, cogiendo más experiencia, iré convirtiéndome en un muy buen jugador de hierba. Creo que tengo un buen estilo, me gustar ser agresivo e ir a la red. Creo que al menos algún Wimbledon ganaré”, vaticina acompañando la frase de una sonrisilla pícara.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.