Un US Open entre la guerra y la paz en el golf
La unificación de los circuitos americano y europeo con el LIV saudí la semana pasada concentra la conversación en el Abierto estadounidense, que arranca este jueves en California
Arranca el US Open desde este jueves a domingo (Movistar Golf) pero no lo parece. Y eso que Los Ángeles Country Club, el histórico y exclusivo recorrido en el elegante Beverly Hills, atrae sobremanera porque los jugadores no lo conocen, a no ser que hicieran algún torneo universitario o jugaran la Walker Cup amateur de 2017 (victoria de Estados Unidos sobre Gran Bretaña e Irlanda). Y eso que se ha mimado cada milímetro del campo, con los trabajadores saliendo a las tres de la mañana en las últimas semanas para conseguir qu...
Arranca el US Open desde este jueves a domingo (Movistar Golf) pero no lo parece. Y eso que Los Ángeles Country Club, el histórico y exclusivo recorrido en el elegante Beverly Hills, atrae sobremanera porque los jugadores no lo conocen, a no ser que hicieran algún torneo universitario o jugaran la Walker Cup amateur de 2017 (victoria de Estados Unidos sobre Gran Bretaña e Irlanda). Y eso que se ha mimado cada milímetro del campo, con los trabajadores saliendo a las tres de la mañana en las últimas semanas para conseguir que cuajara el césped bermuda, briznas como tallos que engullen la bola, búnkers profundos y greens de cristal donde la bola rueda sin remisión. Pero de lo que se habla tanto en el vestuario como en las ruedas de prensa, el monotema que absorbe las conversaciones, es cómo se fraguará y concordará el ya firmado tratado de paz entre el PGA Tour, el DP World Tour y el LIV saudí, los tres mastodónticos circuitos que se las han tenido de todos los colores en los dos últimos cursos.
El pasado 6 de junio, el comisionado del PGA Jay Monaghan sorprendió al planeta golf al declarar que se habían resuelto los conflictos, que se anulaban las diferentes demandas —del LIV por incumplir su rival las leyes del antimonopolio; y del PGA sobre el fondo soberano saudí (PIF) para tratar de demostrar una competencia desleal, al ser un Estado el que estaba detrás del circuito— y que desde 2024 se llegaría a un concilio para unificarlo todo. Fue una noticia bomba para todos, al tiempo que se desconoce cómo se resolverá el entuerto. Y a quien se pone delante del micro en el US Open no le queda otra que hablar sobre el asunto. Quizá por eso canceló su rueda de prensa Rory McIlroy, voz cantante de los jugadores del PGA que pretendió que no se diera el éxodo al LIV, y que ya habló la semana pasada en el RBC Canadian Open. “El dinero habla. Sinceramente, no puedo no tener la sensación de haber sido el cabeza de turco. Todo lo que he querido en este último año ha sido proteger el futuro del PGA Tour y proteger su naturaleza aspiracional. Nos guste o no, el PIF iba a seguir gastándose dinero en este deporte. Ahora, por lo menos, el PGA Tour controla cómo se gasta”. Esa es parte del acuerdo, al menos con los torneos del PGA Tour y los grandes. Pero poco más se sabe.
“No tengo ni idea y no sé cómo se hará. Está fuera de mi control”, reflexionó Scottie Scheffler, ganador del Masters de 2022 y aspirante claro al cetro del US Open con Jon Rahm —podría recuperar el número 1 de vencer o quedando el segundo en solitario—, además de Koepka (venció el pasado PGA Championship), el efervescente Hovland y Schauffelle, que es de California. “No es fácil para un jugador que ha estado involucrado (en el PGA Tour) despertarte y ver esta bomba. No sabemos qué pasa”, sumó Rahm; “los jugadores no tenemos todas las respuestas que nos gustaría, es duro decirlo. El sentimiento general es de haber sido traicionados”. Cam Smiths añadió: “No me han dicho nada en absoluto”. Y Fitzpattrick remató: “¿Hemos firmado o no con el PIF? Aparte de cuatro personas, nadie más sabe el contenido de las negociaciones”.
Eso se sabrá más adelante —como también si pueden volver a la Ryder—, pero lo que es seguro es que todos los jugadores podrán recuperar sus membresías del PGA y jugar los torneos, por lo que se supone que habrá una única clasificación que ya no excluirá a los jugadores del LIV en los grandes. En estos dos años solo podían participar los que estaban entre los mejores —60 para el US Open— o los que habían ganado un grande en los últimos cinco años. Esa condición le pesó a Sergio García en el PGA Championship, que se perdió su primer grande desde 1999. En este, sin embargo, estará porque se clasificó en la previa del US Open. Junto a él: Larrazábal —52 del mundo— , además de los jóvenes Álex del Rey y David Puig, que también lo lograron en la previa.
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