La tarde de las últimas veces en el Real Madrid
Benzema se despide del conjunto blanco con un gol de penalti y sin desbordar la emoción, el día del adiós de Asensio, que tuvo media hora, y de Hazard y Mariano, que ni jugaron ante el Athletic (1-1)
Hay dos goles que Karim Benzema recuerda de manera especial: el primero en el Bernabéu, un zurdazo después de una bicicleta al Xerez en septiembre de 2009 y el penalti a lo Panenka en la ida de la semifinal de la Champions del año pasado en el Etihad. El domingo, cuando se colocó ante la pelota para lanzar el que parecía que iba a ser su último penalti con la camiseta del Real Madrid, también escogió el centro, aunque sin el vuelo flotante con el que burló a Ederson en Mánchester. Unai Simón se venció a la derecha y la pelota entró en vuelo rasante por el medio.
Fue una liberación. Para...
Hay dos goles que Karim Benzema recuerda de manera especial: el primero en el Bernabéu, un zurdazo después de una bicicleta al Xerez en septiembre de 2009 y el penalti a lo Panenka en la ida de la semifinal de la Champions del año pasado en el Etihad. El domingo, cuando se colocó ante la pelota para lanzar el que parecía que iba a ser su último penalti con la camiseta del Real Madrid, también escogió el centro, aunque sin el vuelo flotante con el que burló a Ederson en Mánchester. Unai Simón se venció a la derecha y la pelota entró en vuelo rasante por el medio.
Fue una liberación. Para él y para la grada. El francés había atravesado su último partido entre mustio y tenso, más bien solitario. Al regresar del descanso, esperó la reanudación plantado en el círculo central, con las manos amarradas a la espalda, mientras el resto del equipo jugueteaba con una pelota o charlaba mientras se aguantaba para que en todos los campos volviera a jugarse a la vez. Con el balón en juego, Benzema era poco más que paredes en la frontal, miniaturas tampoco demasiado deslumbrantes.
Él se impacientaba y el graderío gritaba de vez en cuando su nombre, pero sin demasiada convicción. Entre la tristeza de la despedida, el descontento por la sorpresa y el desencanto por no asistir a una última entrega de genio. La emoción la encendieron Vinicius y Rodrygo. El futuro ya está aquí mientras aún se escurre la última leyenda.
Hasta el penalti. Entonces Benzema abrió los brazos, lanzó besos al estadio, se vio en el centro de un corro formado por sus compañeros y regresó a su campo aplaudiendo por encima de la cabeza. Fue una liberación. También fue su último gol con el Madrid. La última vez que tocó la pelota en el Bernabéu.
Carlo Ancelotti lo retiró enseguida, y Karim se fue aplaudiendo y golpeándose el escudo, o el corazón. Con el Bernabéu por fin en pie después de una tarde que anunciaba emoción y no terminaba de descorcharse.
La vida en el Madrid avanza a una velocidad arrolladora. El atracón emocional resulta difícil de procesar, y ya parecen lejanísimos sucesos muy recientes que supusieron quiebres profundos. Solo han transcurrido dos semanas y media desde el 4-0 en Mánchester, apenas dos desde que Vinicius estalló contra el racismo en Mestalla, una y media desde que Florentino Pérez sentó al brasileño a su derecha en el palco en una tarde repleta de gestos cariñosos después de los ataques de Valencia. Todo eso parece ya de otra vida.
Porque el viernes se abrió una trampilla y comenzaron a caer despedidas: Asensio y Mariano no renovaban, y el contrato de Hazard se daba por concluido un año antes de lo firmado en 2019, cuando la ilusión era plena. Y el domingo, poco más de seis horas antes del último partido de la temporada, se anunció la marcha de una de las mayores leyendas de la historia del Madrid. Benzema llegó en 2009 y se va 14 años después con 25 títulos, entre ellos cinco Champions. Deja, además, un álbum con algunas de las creaciones más bellas ejecutadas sobre la hierba en las últimas décadas. Y sobre todo, el registro impecable de un tipo que hizo en cada momento lo que más convenía al equipo, ya fuera impulsar a Cristiano, que llegó el mismo verano, o agarrar la bandera cuando el portugués emigró a la Juventus.
Mientras el Madrid trataba de asimilar sus últimas veces, el partido avanzaba a bajas revoluciones, con el Athletic empeñado en exprimir sus últimas opciones de colarse en Europa, que se le escaparon. Pero insistieron por las alas con los hermanos Williams y con Sancet, que abrió el marcador con un doble tiro a Courtois, que evitó varias veces que ampliaran la cuenta. Como siempre.
Viendo lo que hacía el Atlético, al Madrid le valía el empate para terminar segundo. Aunque estaba sobre todo en lo sentimental. Asensio entró en el minuto 58 para recibir una primera ovación, y salió poco después del 90 para la penúltima, mientras abrazaba uno a uno a sus compañeros, algo que no hizo Benzema al irse.
Con todo ya terminado, regresaron todos al campo y Nacho le devolvió el brazalete a Karim. Últimos aplausos, últimos cánticos. Y manteos al francés, a Asensio, a Hazard y a Mariano, con entusiasmo decreciente. Los dos últimos se despidieron del Bernabéu con ropa de banquillo. Benzema, casi sigiloso, como cuando llegó, como cuando merodeaba el gol.
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