El Madrid es interminable: campeón de la Euroliga

El conjunto blanco logra ante el Olympiacos de un gran Vezenkov su undécima Copa de Europa en un final épico con una canasta de Llull a falta de tres segundos

Rudy y Llull, con el trofeo de campeones de Europa, delante de la plantilla del Madrid, en Kaunas.Rodolfo Molina (Euroleague Basketball / Getty)
Kaunas -

La historia de la undécima Copa de Europa del Real Madrid no podía escribirse de otra forma que no fuera con épica. La que exhibió el conjunto blanco para derrotar al Olympiacos en la griega Kaunas por un punto en un final de infarto en el que Sloukas erró el último lanzamiento. El equipo madridista resistió a un exube...

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La historia de la undécima Copa de Europa del Real Madrid no podía escribirse de otra forma que no fuera con épica. La que exhibió el conjunto blanco para derrotar al Olympiacos en la griega Kaunas por un punto en un final de infarto en el que Sloukas erró el último lanzamiento. El equipo madridista resistió a un exuberante Vezenkov (29 puntos y nueve rebotes) para tocar el cielo y coronarse en Europa con un acierto de Llull, su única canasta de la noche, a falta de tres segundos. Gloria para el Madrid, para Tavares (MVP de la Final Four), para los viejos rockeros y para Chus Mateo, encumbrado en su primer curso como entrenador principal en la casa blanca.

Fue una final de museo. De entrada, una rareza. Tavares tenía quien le mirara a los ojos. Moustapha Fall, 2,18m, ante sus 2,20m. Torre contra torre. Aunque el partido empezó a agitarse por fuera: los cuatro primeros intentos fueron de tres, con un bingo por barba. Repitieron plato Canaan y Papanikolaou, pero el Madrid ya trató de picar piedra por dentro. Por una vez Tavares chocaba contra otra montaña, y Fall pagó el peaje con dos faltas tempranas. Vezenkov exigía al júnior Ndiaye y Canaan seguía conectado al triple para abrir hueco (19-10). Chus Mateo echó mano del ingenio de Sergio Rodríguez y de la garra de Rudy, y Bartzokas del febril Sloukas. Bolomboy, reemplazo de Fall, siguió su mismo camino: dos faltas y al banco. Es lo que supone toparse con Tavares. El coloso no descansaba ni un segundo en un duelo sin bandera blanca (24-17 para cerrar el primer cuarto).

El Madrid había ganado clarividencia con el Chacho al volante y un acertado Hezonja de cuatro percutiendo desde el perímetro. En defensa la zona comenzaba a dar sus réditos y los blancos se recuperaron de 12 puntos de desventaja para tomar el mando con un parcial de 5-19, del 24-12 al 29-31. En el Olympiacos tampoco había tregua para Vezenkov, el hombre para todo, un artillero desde cualquier esquina que apenas se perdió 25 segundos en toda la primera mitad. Los jugadores de rojo intentaron exprimir la pausa de Tavares (minuto 15, por Randolph) pero el Madrid mantuvo la cabeza alta con esa retaguardia de muchas ayudas y los triples de sus dos hombres interiores y de Musa. El 45-45 del descanso era la mejor descripción de un encuentro jugado de poder a poder, rapidísimo en cada canasta. Nadie se había guardado un gramo de baloncesto en una final magnífica.

Tavares, ante Black.TOMS KALNINS (EFE)

El retorno del duelo Tavares-Fall lo silenció Musa a distancia. También Canaan desde una orilla del perímetro, con la muñeca tan caliente como en el inicio de la velada (cinco triples de seis). Y claro, el omnipresente Vezenkov, capaz de fabricarse alguna falta a su favor donde apenas había un ligero contacto (57-52). El búlgaro aceleraba en cada baldosa, acaparador del balón. El Zalgirio Arena era una caldera rugiente que alentaba al Olympiacos. En la grada no había color. El Madrid se movía claramente en territorio enemigo.

La varita de Sergio Rodríguez rompió una sequía anotadora de tres minutos y medio en el conjunto de Chus Mateo. Williams-Goss culminó a distancia una jugada de billar, de pase en pase, y un contragolpe de Hanga restauró el equilibrio de fuerzas. Ninguno de los dos equipos era capaz de dar un golpe encima de la mesa. La tensión y los nervios se disparaban. Un acierto de Sloukas y un triple errado por Rudy después de una carambola en el aro mandaron al Olympiacos un dedo por delante (63-59) a falta del cuarto final. La maratoniana Euroliga se decidía en un capítulo digno de una película de Hitchcock.

El banquillo del Madrid pagó con una técnica su protesta por un manotazo a Tavares, el saco de todos los golpes. El pilar del Madrid exhibió unos nervios de acero para olvidarse del juego subterráneo y enfocar el tablero del Olympiacos. Era la hora de atacar con todo. El imperial Vezenkov agradeció la asistencia de Sloukas para servir una bandeja y firmó luego un par de aciertos lejanos. McKissic lucía piernas para castigar a los blancos con sus penetraciones y el cuadro español resistía con la puntería de Causeur (74-70).

El Madrid se aferró a esos instantes finales de magia de Sergio Rodríguez para anotar y alimentar la conexión con Tavares. El canario provocó un terremoto con su triple a falta de 46 segundos (78-77), Fall se nubló bajo el aro y Llull estiró el delirio con una canasta cuando restaban 3,2 segundos. No había anotado hasta entonces en todo el duelo. Sloukas erró el último tiro, el que decide la gloria. Con su eterna épica a cuestas, el Madrid era campeón de Europa.

OLYMPIACOS, 78; REAL MADRID, 79

Olympiacos: Walkup (0), Canaan (21), Papanikolaou (6), Vezenkov (29) y Fall (0) —quinteto inicial—; Larentzakis (0), Sloukas (6), Bolomboy (2), Black (0) y Mckissic (14).

Real Madrid: Williams-Goss (9), Hanga (2), Musa (6), Ndiaye (3) y Tavares (13) —quinteto inicial—; Causeur (11), Randolph (3), Rudy Fernández (3), Hezonja (12), Sergio Rodríguez (15) y Llull (2).

Parciales: 24-17, 21-28, 18-14 y 15-20.

Árbitros: Sasa Pukl, Gytis Vilius y Mehdi Difallah. Sin expulsiones. 
Zalgirio Arena: 11.066 espectadores.

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