La familia bien avenida de Xavi
El entrenador del Barça, que podría llevar al equipo al título de Liga en Cornellà, ha unido a la plantilla y favorecido nuevos liderazgos en la etapa pos-Messi
Xavi Hernández debutó como entrenador del Barcelona el 20 de noviembre de 2021 en un partido de Liga disputado en el Camp Nou contra el Espanyol. Aquel equipo, que tenía como titulares a Piqué, Mingueza, Nico e Ilias mientras que Araujo, Riqui Puig, Demir, Abde y Coutinho eran suplentes, competía por alcanzar la clasificación para la Champions y agradecía victorias por 1-0 como la que se dio entonces después de un penalti transformado por Memphis De...
Xavi Hernández debutó como entrenador del Barcelona el 20 de noviembre de 2021 en un partido de Liga disputado en el Camp Nou contra el Espanyol. Aquel equipo, que tenía como titulares a Piqué, Mingueza, Nico e Ilias mientras que Araujo, Riqui Puig, Demir, Abde y Coutinho eran suplentes, competía por alcanzar la clasificación para la Champions y agradecía victorias por 1-0 como la que se dio entonces después de un penalti transformado por Memphis Depay. El equipo de Xavi aspira un año y medio después a ganar el título en el RCDE Stadium (21.00 horas, Movistar) con una alineación muy distinta, después de convertirse en un adicto al 1-0, resultado que se ha repetido 11 veces en 33 partidos de Liga.
Los derbis todavía funcionan como motor emocional de los jugadores de la cantera y de técnicos de la trayectoria de Xavi. “Algunos no olvidamos lo del Tamudazo, cuando los periquitos se jactaron de habernos quitado la Liga, y aumentan las ganas de revancha”, anuncian en la Ciudad Deportiva del Barcelona. “El mejor colofón para honrar a un torneo que no ha tenido buena prensa es salir campeones a costa de rematar al Espanyol”. Tampoco olvidan los azulgrana que los blanquiazules empataron en el Camp Nou con un penalti de Joselu. La regularidad y el día a día han sido más trascendentes que los capítulos y el relato del Barcelona. La fiabilidad azulgrana descabalgó a un Madrid que jugó a la carta y muy pendiente de la Champions. Nadie pudo seguir el ritmo del Barça.
El éxito se puede personalizar en Ter Stegen, que ha dejado su portería a cero en 25 de 33 encuentros, y también ha tenido mucho que ver los 19 tantos del Pichichi Lewandowski. La creatividad de Pedri ha sido igualmente decisiva así como la competitividad de Gavi y sobre todo el poderío de Araujo. Las distintas individualidades, sin embargo, han tenido como hilo conductor a Xavi. “El mérito es del técnico”, coinciden varias voces del vestuario del Camp Nou. “Ha unido al grupo y ha implicado a la plantilla por encima de cualquier ego. El sentido colectivo se ha impuesto en los buenos y en los malos momentos como se vio en el gol de Alba a Osasuna. Todos se alinearon en una sola dirección al mando de Xavi”.
La tarea del entrenador ha tenido dos condicionantes: su conocimiento de club, circunstancia que le permite actuar con sentido común y sin necesidad de un manual de instrucciones para no cometer errores en un momento de mucha presión, y la ausencia de Messi. “Antes no se movía un pelo sin mirar a la cara de Leo”, insisten fuentes próximas al plantel azulgrana. “Xavi recordó rutinas y hábitos olvidados y que se recuperaron rápido: los horarios, las comidas, el uniforme y se acabó con los reinos de taifas y el desorden. Ha habido una disciplina bien entendida y se ha actuado como una familia con liderazgos dispuestos a funcionar como jugadores de club; el caso más evidente es el de Lewandowski”. Xavi ha sido capital en la gestión colectiva de la etapa post Messi.
El técnico, sin embargo, apuesta por el regreso del argentino una vez que no ha podido retener a Busquets. Xavi se ha quejado a menudo de que muchos de sus futbolistas desconocían el estilo y de que no se seguía el patrón del juego de posición, presión y posesión en La Masia. Incluso se ha criticado alguna vez al preparador catalán por articular un discurso muy aprendido y reiterativo, lleno de ideas preconcebidas, razón de más para recuperar a jugadores que juegan de memoria como Messi. “Aquellos que aún no le han puesto cara de entrenador es que no conocen a Xavi”, replican desde el círculo de confianza de quien empezó su trayectoria en el Al Saad en 2019 con su hermano Óscar antes de recalar dos años después en el Camp Nou. “¿De dónde venimos? ¿Cómo estábamos cuando llegamos?”, repite el culé Xavi.
A Xavi le disgusta que no se tenga en cuenta el salto de calidad que ha dado el equipo y se cuestione su juego después de intervenir en su evolución a partir de sus enfrentamientos con el Madrid. Los azulgrana perdieron por 3-1 en el clásico de Liga disputado en octubre en el Bernabéu y se quedaron a tres puntos de los blancos después de formar con dos extremos (Raphinha y Dembélé) y Sergi Roberto como lateral derecho en ausencia de Araujo. El Barça derrotó tres meses después al Madrid en la Supercopa por el mismo resultado: 1-3. La alineación, previamente ensayada en un partido contra el Athletic, fue muy distinta: apostó el técnico por cuatro centrocampistas —o con Gavi o Pedri de falso tercer delantero— mientras Araujo tomaba como lateral la marca de Vinicius.
Un equipo en construcción
Los barcelonistas han sido más constantes y sólidos, corrieron como equipo más que ningún rival y se han distinguido en las jugadas de recuperación tras pérdida, registros que avalan la solidaridad de un plantel que acusó las lesiones de Pedri, Dembélé y Araujo después de que el puesto de lateral derecho fuera asumido por Koundé.
“Todavía somos un equipo en construcción”, reitera Xavi, que recuerda muy bien la etapa de Rijkaard. Hasta que el equipo alcanzó la final de la Champions en París 2006 hubo varios cambios en la plantilla y costó encontrar el sitio a Ronaldinho. Acertar con los fichajes es igual de importante que saber seleccionar a los jugadores de la cantera —11 han debutado con Xavi después del estreno de Lamine Yamal—. Aunque se ha debatido sobre el cómo, porque el Barça asocia la victoria al buen juego —la jerarquía en las áreas ha sido predominante en un equipo habituado a ser diferente por sus centrocampistas—, nadie discute el mérito que supone ganar el título cuatro años después del último en 2018-2019.
El campeón y el favorito era el Madrid. Tampoco conviene olvidar, atrapado como está el barcelonismo en una rotonda nostálgica, que ganó su primera Champions en 1992 por 1-0, gol de Koeman [los azulgrana no transforman una falta desde el 2 de mayo en Mestalla cuando acertó Messi]. Xavi evita de todas formas comparaciones desde que en la pretemporada se le preguntó si soñaba con ser el nuevo Guardiola del Barcelona: “Lo que sueño es que el Barça gane y consiga títulos”, respondió Xavi. “Mi ego no es tan grande, ya lo tengo saciado. No quiero superar a Pep, ni a Johan ni a nadie; todo lo contrario. Me he nutrido de ellos, soy su alumno. Mi sueño es que el Barça gane títulos”. La Liga puede caer en el derbi del RCDE Stadium. La de Xavi ha sido desde luego una familia muy bien avenida en unos días en que impera la amistad y el parentesco por mandato del presidente Joan Laporta.
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