Militão, el káiser que se durmió a las puertas de una final
Tras explicar que había mejorado su concentración en partidos menores, el rendimiento del brasileño se desplomó a pocos días del tramo decisivo del curso
En los siete días que pasaron desde la vuelta de cuartos de la Champions en Stamford Bridge a la visita liguera del Real Madrid a Montilivi, Eder Militão deshizo un camino que entendía que ya había dejado atrás. La tarde antes del partido contra el Chelsea, el central brasileño disfrutó en Londres de una rueda de prensa que pareció la revisión de una carrera culminada. Oyó que varias veces se referían a él como “mejor central ...
En los siete días que pasaron desde la vuelta de cuartos de la Champions en Stamford Bridge a la visita liguera del Real Madrid a Montilivi, Eder Militão deshizo un camino que entendía que ya había dejado atrás. La tarde antes del partido contra el Chelsea, el central brasileño disfrutó en Londres de una rueda de prensa que pareció la revisión de una carrera culminada. Oyó que varias veces se referían a él como “mejor central del mundo”. Y reflexionó sobre cómo había sido el trayecto hacia ese lugar. Sin embargo, solo una semana más tarde, acompañó al Taty Castellanos en las cuatro fotos más gozosas de la carrera del delantero argentino, sus cuatro goles al Madrid. El brasileño salía regular en todas.
De repente, le había fallado algo que él mismo había descrito en Londres como un rasgo del pasado, vahídos de las épocas en las que no le decían lo del mejor del mundo. “Concentración”, resumió. “Creo que antiguamente los partidos pequeños, que no eran de tanta importancia, era un poco complicado para mí, y creo que mejoré mucho, con la ayuda de todos y del míster”. Carlo Ancelotti coincidió en la apreciación horas antes del partido en Girona: “Estoy de acuerdo en que Militão ha mejorado su concentración. Es un poco más pesimista de lo que era antes”. Y sin embargo, al día siguiente el Taty Castellanos le devolvió al pasado.
Las desconexiones de Militão, tanto dentro como fuera del campo, han sido siempre una cuestión que ha mantenido en guardia al cuerpo técnico desde que Sergio Ramos emigró al PSG y el brasileño se quedó como primer central. Por eso, cuando el verano pasado estalló la bomba de que Casemiro se iba al Manchester United, se agudizaron los temores. El mediocentro ejercía un tutorazgo esencial con la nueva camada de brasileños: Vinicius, Rodrygo y Militão. Les marcaba límites fuera del terreno de juego, se preocupaba de que entendieran qué significaba formar parte del club en el que están y les apretaba en las sesiones de trabajo.
Con Militão, tendente a la dispersión, esa labor de Casemiro resultaba especialmente esencial. En los partidos, el mediocentro corregía muy a menudo los desajustes posicionales de su compatriota, las aventuras, los apagones. Desapareció Ramos, desapareció Casemiro, y ahí se quedó Militão, a la intemperie, algo más maduro después del curso pasado a la vera del enérgico Alaba. Cuando después del Mundial también le falló el austriaco, comandó con seguridad al veterano Rüdiger, con demostraciones de autoridad que provocaron que se extendiera aquella consideración jerárquica que escuchó repetirse en la sala de prensa de Stamford Bridge.
El despegue no se veía solo en el aspecto defensivo. Militão también ha dado un salto notable en ataque. Este curso acumula ya siete goles, más de un tercio de los 19 que registra en toda su carrera. Y dos más que en su mejor temporada, la 2018/19 en el Oporto, la que sedujo al Madrid para contratarlo.
La explosión goleadora del central constituye el último paso del notable avance en su contribución al ataque. Ya la temporada pasada, su primera sin Ramos, ocupó parte del espacio del viejo capitán: en la 2021/22 se disparó su aportación a empujar al equipo hacia delante. Si en la 2020/21 daba 2,7 pases por partido de Liga al último tercio del campo contrario, el curso siguiente fueron 4,1 y este, 4,4, según los datos de fbref.com. También ha aumentado el número de pases progresivos, los que avanzan más de nueve metros: de 1,9 a 3 estos dos últimos cursos. Incluso han subido los envíos que dan lugar a un tiro: de ninguno en el último año con Ramos, a 0,36 y 0,23 por partido estos dos últimos.
Sin embargo, a las puertas de la final de Copa de esta noche y de la ida de la semifinal de la Champions del martes que viene, el ataque no es lo que más preocupa a Ancelotti. “Marcamos la diferencia cuando hay compromiso defensivo colectivo. Es la base para mostrar la calidad que tenemos”, ha repetido.
Pero desde Stamford Bridge, eso se ha diluido, con Militão a la cabeza, distendido también contra el Almería —en cuyo descanso se enfadó Ancelotti— y regalando un gol a la Real.
Ante la llegada de los días calientes, el italiano ha tratado de espabilar en privado al brasileño. Y el martes, después de la derrota en San Sebastián, con un toque de atención en público muy raro en él: “Tiene que despertarse. Pronto”. Y cree que así será. Ayer anticipó mejoras defensivas ya para hoy: “Claro que va a cambiar, porque son partidos especiales”.
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