Ancelotti: “Teníamos que haber jugado más verticales”

El entrenador del Real Madrid confiesa que no le gusta que Courtois sea el pivote del equipo

David Silva durante el partido de la Liga entre la Real Sociedad y el Real Madrid, en Anoeta este martes.ANDER GILLENEA (AFP)

Spiderman, o un sucedáneo bastante aparente, descendió por una cuerda del techo de Anoeta, y junto a dos secuaces secuestró la pelota con la que se iba a jugar. Una de esas decenas que ahora se emplean en cada partido, –así que no había cuidado–, y que incluso se colocan en urnas, sobre pedestales, como si fueran piezas de museo. Hasta se explican. El de la temporada en curso, que se llama Órbita está inspirado, según sus diseñadores, en el efecto hipnótico de un caleidoscopio. Pero luego es tratado a patadas.

Claro que hay patadas y patadas, y las que dan futbolistas como Kroos o Silva...

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Spiderman, o un sucedáneo bastante aparente, descendió por una cuerda del techo de Anoeta, y junto a dos secuaces secuestró la pelota con la que se iba a jugar. Una de esas decenas que ahora se emplean en cada partido, –así que no había cuidado–, y que incluso se colocan en urnas, sobre pedestales, como si fueran piezas de museo. Hasta se explican. El de la temporada en curso, que se llama Órbita está inspirado, según sus diseñadores, en el efecto hipnótico de un caleidoscopio. Pero luego es tratado a patadas.

Claro que hay patadas y patadas, y las que dan futbolistas como Kroos o Silva, uno del Madrid, otro de la Real, son más caricias que otra cosa. En ellos había que fijarse para ver lo que podía dar de sí el partido, porque ambos actúan como metrónomos de sus equipos; marcan el ritmo que más les conviene. El de la Real Sociedad encontraba a menudo el que necesitaban los suyos, porque Kubo, Sorloth y Oyarzabal, le seguían el compás. Silva se convirtió en el mejor del partido. Su continuidad, sin apenas contratiempos físicos, le ha permitido crecer durante la temporada. En San Sebastián esperan que siga unos años más. “Alguna vez tendré que retirarme”, comentaba al final, “pero estoy disfrutando y el equipo va bien”. Todavía no tiene fecha de caducidad.

A los del Madrid, sometidos a una presión inclemente, les costaba más que a los donostiarras. Sin la posibilidad del desahogo que proporciona Vinicius y la claridad de ideas de Benzema, que aporta soluciones a las situaciones complicadas, se tenía que encomendar a los movimientos, por delante de su posición, de una línea delantera inusual, con Rodrygo y Asensio en las bandas y Mariano como delantero centro. Fue una solución canónica la que empleó Ancelotti, porque más allá de las carreras de Rodrygo, bien tapado casi siempre, los otros dos jugadores de la vanguardia madridista apenas aportaron.

Mariano no aprovechó su oportunidad. Apenas recibió suministro, se dedicó a tocar siempre de espaldas a la portería y devolver la pelota a Kroos, que buscaba otros destinos. De la labor habitual de un delantero, poco o nada se le vio. Sus cualidades quedaron eclipsadas entre Le Normand y Zubeldia, que le hicieron pasar una mala noche.

Después, con el marcador ya en contra después del gol de Kubo, cuña de la misma madera, –”esta vez saldré en las noticias”–, Ancelotti decidió que ya había visto lo que podía aportar Mariano y decidió que era el momento de Álvaro Rodríguez, diez años menos, el entusiasmo de los jóvenes, para poder enderezar lo que llevaba tiempo torcido, y que no le gustaba nada al técnico italiano: “Teníamos que haber jugado más vertical”, comentaba el entrenador. “Se puede hacer. No me gusta que Courtois sea el pivote de mi equipo, pero eso lo vamos a arreglar en los próximos partidos”.

Pero a Álvaro se le cruzó en el camino la segunda tarjeta amarilla a Carvajal. Con un jugador menos sobre el césped, la presión realista fue más intensa todavía. El Madrid perdió el control totalmente, se empezó a jugar a lo que quería la Real, y los delanteros madridistas estaban, pero no contaban para el juego. Su presencia se convirtió en testimonial. “Nos faltó intensidad”, reconocía Nacho, el capitán madridista. “Cometimos errores defensivos, la Real apretaba mucho, y con uno menos, es muy complicado. No hemos estado a la altura”.

Luego, puede que por reservar efectivos para la final de Copa, puede que por la simple desesperación de apostar todo a un número, Ancelotti se lo jugó todo al 33 de Sergio Arribas, que venía de meterle un triplete al Talavera. Pero la Real no es el equipo de la ciudad de la cerámica. Para que suene la flauta por casualidad, alguien tiene que soplar por la boquilla, y nadie lo hizo. Poco después marcó Barrenetxea, fusilando a Courtois por el palo corto, y la frustración madridista desembocó en las cuatro tarjetas que vieron sus jugadores. “Es verdad que la expulsión fue determinante”, apuntaba Nacho. “Ya íbamos perdiendo y remontar en este campo es muy difícil”.

Eso pese a que, apuntaba Ancelotti, “en el primer tiempo, el equipo ha competido bien. En la segunda parte se ha complicado con el gol que hemos regalado, y con la expulsión”, que según el técnico, no mereció Carvajal. “Me pareció que había tocado la pelota”.

El entrenador madridista apunta ya al futuro. “Ahora llegan unos momentos muy importantes para nosotros”, y asegura que, “queremos ganar la final de Copa y clasificarnos en la Champions”. Promete Ancelotti: “Vamos a competir”.

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