Guardiola se mide al anti-Guardiola

“Al Bayern que yo conocí no le basta con encerrarse y hacer dos transiciones”, dice el catalán, que señala a Tuchel, el técnico contratado para contrarrestarlo

Pep Guardiola, técnico del Manchester City, durante la conferencia de prensa ofrecida este lunes.PAUL ELLIS (AFP)

“¡No soy perfecto!”, dijo Guardiola, feliz y agobiado, emocionado y agotado, harto y encantado de que siempre le hagan las mismas preguntas cuando este lunes en la lluviosa Manchester llegó el día irrevocable de la previa de otra eliminatoria de Champions y el auditorio le recordó todo aquello que no tiene, o todo aquello que perdió, y nunca perdió más que cuando perdió la final en 2021.

La cara de Guardiola es una sucesión de expresiones contradictorias cuando lo confrontan con los malos ...

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“¡No soy perfecto!”, dijo Guardiola, feliz y agobiado, emocionado y agotado, harto y encantado de que siempre le hagan las mismas preguntas cuando este lunes en la lluviosa Manchester llegó el día irrevocable de la previa de otra eliminatoria de Champions y el auditorio le recordó todo aquello que no tiene, o todo aquello que perdió, y nunca perdió más que cuando perdió la final en 2021.

La cara de Guardiola es una sucesión de expresiones contradictorias cuando lo confrontan con los malos —los peores— recuerdos. Porque viene el Bayern a medirse a su City en una final adelantada en toda regla, y el entrenador del Bayern se llama Tuchel, y Tuchel es una sombra esquelética proyectada como una pesadilla sobre la carrera de Guardiola. Un ectoplasma que señala la final de 2021, perdida contra el Chelsea de Tuchel, en un partido mundialmente célebre porque Guardiola lo afrontó retirando a Fernandinho de la alineación para colocar a Gündogan de mediocentro —medida que simboliza eso que los ingleses llaman “overthinking” cada vez que rotulan los vicios del técnico catalán, su inclinación a retorcer los planes en busca de maravillas que normalmente resultan decepcionantes una vez confrontados con la realidad del corazón de los futbolistas, esa gente que cobra por jugar al juego que proyectan los entrenadores—. Un partido que Tuchel asegura que supo que ganaría antes de disputarlo, al enterarse de que Fernandinho, el pilar por excelencia, había sido postergado por overthinking.

“Intentaremos ganar la Champions”, dijo Guardiola; “como lo intentamos el año pasado y el anterior, y el anterior, y el anterior, y así durante lós últimos seis años... Pero mi sueño no es ganar. Mi sueño es vivirlo. Estar aquí. ¿Cuántos majors ha jugado Jack Nicklaus en sus 40 años de carrera? ¿120? ¿130? Ganó 18. Michael Jordan ganó seis anillos y jugó 16 temporadas. En el deporte se pierde más que se gana. Vivo así mi profesión. No soy perfecto. El mejor reconocimiento como entrenador es estar aquí un año más”.

Al reclamo recurrente de ganar una Champions con el City se le suma la presencia repentina de Thomas Tuchel en el banquillo rival. Un entrenador que estaba libre desde el verano, que llevaba meses apalabrando acuerdos extraoficiales con el Barça, el Tottenham y el PSG, por si alguno se quedaba sin entrenador, hasta que Franck Kessié hizo el gol que decidió el último clásico de Liga en el Camp Nou, el domingo 19 de marzo, en el minuto 92.

Cuentan el el Bayern que el gol de Kessie rompió el vínculo moral de Tuchel con Joan Laporta. La victoria del Barça significó la Liga y la consolidación de Xavi Hernández en un banquillo que hasta este invierno tuvo en el alemán a uno de sus más firmes aspirantes. Consciente de que sus posibilidades de fichar por el Barça se evaporaban, Tuchel contactó con la directiva azulgrana para comunicar que si les parecía bien a todos olvidaban las charlas mantenidas antes de Navidad. El agente Pini Zahavi, que en su lista de tutelas tiene a Tuchel y a Lewandowski, manejó los tiempos con maestría y simultáneamente envió al Bayern una advertencia: su cliente estaba libre; pero la ventana para firmar un acuerdo podía cerrarse de un momento a otro si Tuchel aceptaba las propuestas que le habían hecho el Tottenham y el PSG.

Unli Höness, el ideólogo

El mensaje prendió fuego en el pajar del Bayern, que ese mismo domingo, había perdido en Leverkusen. Hacía meses que Uli Höness, el presidente honorario, llamaba a Hasan Salihamidzic, el director deportivo. Le insistía, dicen en el club, en que Julian Nagelsmann, el entrenador, no podía seguir al frente del equipo ya que no poseía las cualidades humanas necesarias para liderar un vestuario tan pesado. Tuchel era ideal. Höeness y Salihamidzic le atribuían un valor extraordinario por su campaña en el subcampeonato de la Champions en 2020 con el PSG, y por haber conducido al Chelsea a ganar el título con solo tres meses de preparación en 2021, una obra que culminó con la derrota de Guardiola. Si había un hombre que conocía los secretos de Guardiola, ese era Tuchel, su admirador, su amigo, casi un discípulo desde que en 2014 se reunían en el bar muniqués Schumann’s para discutir de táctica.

Höness lo sabe y Guardiola también. Tuchel aprendió bien. No a desarrollar un juego más ofensivo, sino a desactivar los ataques de Guardiola. Lo hizo en el Chelsea, en donde montó un sistema con tres centrales, dos pivotes y dos laterales más cuartelarios que aventureros. “Es un entrenador muy creativo”, le calificó Guardiola; “pero el Bayern no es un equipo construido solo para ir a buscar empates y ver qué pasa en la vuelta. El Bayern que yo conocí como entrenador sale a ganar, juegue en el campo que juegue. No me espero un equipo que venga aquí a cerrarse, hacer dos o tres transiciones y después ver qué pasa en el Allianz Arena”.

Höeness y Salihamidzic no están tan seguros de que no les valga el empate en Manchester. Sabían lo que querían cuando sumaron a su causa al presidente, el imperturbable Oliver Kahn, que tantas veces defendió a Nagelsmann. Estaban convencidos de que Tuchel era a Guardiola lo que la kryptonita a Súperman. A las puertas de una eliminatoria de Champions en la que se jugaban tanto, no podían dejar pasar la oportunidad de tenerlo de su lado.

“Tomo decisiones porque veo a los jugadores, porque veo cómo interactúan, porque lo siento en mi estómago”, se defendió Guardiola cuando este lunes un periodista inglés le preguntó que por qué había hecho cosas tan raras en los partidos más importantes de la Champions que había disputado con el City. Cosas como las que hizo en 2021 para gloria de Tuchel, que vuelve como un mal sueño.

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