España cambia a peor

De la Fuente renueva por completo a un equipo sin identidad y que con ocho cambios respecto al duelo con Noruega regala dos goles y se la pega ante una Escocia con más nervio

McTominay marca el primer gol de Escocia ante España este martes en Glasgow.Mark Runnacles - UEFA (UEFA via Getty Images)

Una España renovada de la cabeza a los pies salió mal parada de Glasgow, donde apenas dijo nada y concedió dos goles de mala manera. Contra una Roja al tuntún, con 22 participantes en dos partidos, todo un batiburrillo, Escocia se impuso con lo que tiene: remangue, dientes apretados y suda que suda. Al equipo de De la Fuente le faltó de todo, mejor cierre en los goles, muleta en el medio y algo más que Joselu en el otro rancho. Una España decepcionante, quebradiza y, por ahora, sin un guion evide...

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Una España renovada de la cabeza a los pies salió mal parada de Glasgow, donde apenas dijo nada y concedió dos goles de mala manera. Contra una Roja al tuntún, con 22 participantes en dos partidos, todo un batiburrillo, Escocia se impuso con lo que tiene: remangue, dientes apretados y suda que suda. Al equipo de De la Fuente le faltó de todo, mejor cierre en los goles, muleta en el medio y algo más que Joselu en el otro rancho. Una España decepcionante, quebradiza y, por ahora, sin un guion evidente.

Una Roja sin señas de identidad. Una selección imposible de intuir con tanta mudanza (solo los porteros Raya y Sánchez y Zubimendi no han participado en la puesta de largo de De la Fuente). Lo único subrayable, la salva final contra los noruegos. El nuevo seleccionador tiene tajo, mucho tajo por delante. Pero sin tiempo, porque la próxima cita se remite a junio. En un grupo con dos plazas para la Eurocopa de Alemania de 2024 cuesta presagiar un espanto mayúsculo, pero tras el batacazo en Qatar la otra España no despega, no engancha, no tiene encuadre.

A Escocia le llega el espíritu donde no le alcanzan las botas. Se apaña como puede con su reducido caladero. Contra España, cuatro de sus titulares —el portero Gunn, los centinelas Hanley y Porteous, y el ariete Dykes— fueron reclutados de la zona media-baja de la segunda categoría inglesa. Tenga la cosecha que tenga, el ánimo combativo de su Tartan Army permanece en el legendario Hampden Park. Frente a España, todos fueron escoceses hasta la médula.

La Roja se vio forzada a un partido guerrillero, poco cosmético. Al escuadrón de Steve Clarke le van los encuentros con tonelaje, sin dobleces. Máxime si toma ventaja. Se la concedió una España con poco nervio en el madrugar del choque. Atizaba la selección local cuando Porro patinó, Robertson le dejó en la cuneta y su cita con McTominay hizo estallar Hampden, siempre en combustión.

Con ocho cambios respecto al duelo con Noruega —solo hubo carrete para Kepa, Merino y el capitán Rodri—, la selección visitante amaneció varada. Cuerpo a cuerpo se imponían los escoceses. Cierto despertar llegó cuando Ceballos asumió el control. España tuvo mayor gobernanza y pronto advirtió que cabía explotar la vía área. ¡Quién lo hubiera dicho en los antiguos fregados entre escoceses y españoles! Pero hoy De la Fuente cuenta con un delantero grúa y Joselu comenzó a ganar asaltos.

El primer cabezazo cayó a brazos del meta Gunn, el segundo se estampó en el larguero. A Rodri, por supuesto también por los aires, se le fue otro por un dedo. No daban con otra veta los de De la Fuente, alborotado Porro, inédito Pino y anudado a sí mismo Oyarzabal. Una España sin perfil, sin una partitura clara. A un parpadeo del descanso, Dykes cerró sin finura una contra que le dejó con Kepa a la vista.

En el intermedio, con el cuarto árbitro de titular por lesión del primer cabecilla, terció el preparador español. Carvajal tomó la delantera al turbado Porro —abucheado por la grada tras un roce con Robertson— y Nico Williams dejó en el cuarto oscuro a Oyarzabal. No hubo remedio. Como si hubiera un hechizo sobre el carril derecho visitante, Tierney abrió gas y dejó a rebufo a Carvajal con una facilidad pasmosa. Donde no enmendó Porro tampoco lo corrigió Carvajal. Y, como en el primer gol, pese al elocuente aviso, no hubo quién cerrara el paso a McTominay, el volante del Manchester United, que otra vez llegó como un tiro: 2-0.

España, contra las cuerdas. Sin más divisa que los cuelgues al área de Gunn, un portero becario en su segundo partido internacional. A su cerco acudieron Aspas y Borja Iglesias, relevos de Merino y Joselu. Lo mismo dio. Todo resultaba confuso, hasta daba la sensación de una cierta improvisación. Esta vez no hubo una efectiva segunda unidad.

Escocia se blindó, nunca aflojó la mandíbula y la Roja, sin fútbol ni gancho, se la pegó. Y el próximo concilio con De la Fuente ya será, en junio, la semifinal de la Liga de Naciones. Muchos deberes por delante para una selección por hacer y un seleccionador por graduarse en la absoluta y despejar cuanto antes cualquier sospecha de transitoriedad.

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