José y Jesús Herrada, hermanos de sangre, maillot y habitación
Después de 12 años, los ciclistas del Cofidis disfrutan del último curso juntos en el pelotón antes de que se retire el mayor de los dos
Acabada la etapa del martes, de la subida al hors catégorie de Vallter, el autocar de Cofidis enfiló hacia un coqueto y cálido hotel escondido en las montañas del Ripollés. Allí, después del masaje regenerador y antes de cenar, los hermanos José y Jesús Herrada, de 37 y 32 años, al calor de una chimenea, atienden a EL PAÍS para repasar una vida dedicada a la bicicleta. Les quedan pocos días de compartir equipo, habitación y pelotón, pues José ya ha decidido...
Acabada la etapa del martes, de la subida al hors catégorie de Vallter, el autocar de Cofidis enfiló hacia un coqueto y cálido hotel escondido en las montañas del Ripollés. Allí, después del masaje regenerador y antes de cenar, los hermanos José y Jesús Herrada, de 37 y 32 años, al calor de una chimenea, atienden a EL PAÍS para repasar una vida dedicada a la bicicleta. Les quedan pocos días de compartir equipo, habitación y pelotón, pues José ya ha decidido que se bajará de la bicicleta al acabar el curso.
Para los tres hijos Herrada la bicicleta era lo más normal durante su infancia, pues su padre, aunque siempre de forma aficionada, rodaba muchísimas horas. Fernando, el mayor, llegó hasta juveniles pero al final se decantó por estudiar una carrera. “Aunque luego lo intentó de nuevo porque llegó a correr un campeonato de España Élite en Ponferrada”, resalta José. “Sí, se entraba muchísimo y tenía buen nivel, pero otra cosa es la competición…”, señala Jesús, que que tuvo sus dudas entre el balón y las dos ruedas. Era un lateral-extremo zurdo más que correcto y así jugaba con todos sus amigos. “Pero en el fútbol hay mucha gente y es más difícil destacar. Así que en cadetes volví al ciclismo”, cuenta Jesús, que por entonces se fijaba mucho en Marco Pantani. José, sin embargo, prefería la figura de Escartín. “No sé si por el gesto de sufrimiento, pero era muy fan suyo”, desliza, al tiempo que reconoce que lo escogía cuando jugaba a las chapas con sus amigos en el pueblo, Mota del Cuervo. Distracciones que no le impedían ser un estudiante correcto -no así el pequeño, más vago y con la mala costumbre de dejárselo todo para el final- ni dedicarse a la bici, capaz de hacerse un hueco entre los profesionales hasta que en 2011 llegó al Caja Rural.
Precisamente, en ese mismo curso el Movistar fichó a Jesús, que destacaba entre los júniores. Y realizó un buen curso que sirvió para que Eusebio Unzué [gerente general de Movistar] mirara con mejores ojos a José. “Habíamos tenido conversaciones, pero no se acababa de decidir”, explica el mayor. Y aunque se formaron como corredores y personas bajo las filas del conjunto español, entendieron que su futuro no pasaba por ahí. “Fueron buenos años, pero teníamos escasas oportunidades con compañeros como Nairo Quintana o Alejandro Valverde, por lo que también creo que nos vino bien salir de esa zona de confort e ir a un equipo extranjero como el Cofidis [en 2018]”, reflexiona Jesús. “A mí me daba un poco más igual porque él era el ganador. Pero también necesitaba un cambio y quería ir con él”, amplía José.
Así, ya son 12 temporadas con el mismo maillot. “Después de tantos años juntos ya casi ni me doy cuenta de la suerte que tenemos por compartir pelotón y equipo”, explica José. “Pero si lo piensas bien, estar en la élite tantos años en el mismo equipo… Somos muy afortunados”. El único punto malo, convienen, es cuando hay una caída en el pelotón, pues ambos miran con preocupación que no esté su hermano entre los implicados. Sucede que eso ya no ocurrirá el año que viene, toda vez que José se bajará de la bicicleta. “Ya lo pensaba el año pasado, pero tal y como me retiré de la última Vuelta, por el covid, entendí que quería seguir un año más. Todavía me siento bien y no quiero dejarlo con un bajón grande en mi rendimiento”, desliza José. Pero todavía les queda este año por delante, muchas horas entre la serpiente de color y, de paso, en la misma habitación.
José es más ordenado y suele dormirse antes porque tiene otro horario, ya padre de tres hijos –”¡Vienes a las carreras a descansar!”, bromea Jesús-, motivo por el que también quiere dejarlo porque quiere estar más en casa. Y aunque entre ellos no hay secretos, no es rara la ocasión en la que se quedan callados y simplemente disfrutan de su compañía. “A veces ni nos hablamos… Pero con él es silencio cómodo. No es como un compañero con el que no tienes tanta confianza y parece que tienes que estar hablando de algo”, reflexiona José. Jesús, en cualquier caso, echará en falta esos silencios como tenerlo cerca en la carretera, bien en competición o hasta en los entrenamientos, cuando suelen picarse como lo hacen a todo, sea pádel, frontón o trial. También lo echará en falta José, decidido a seguir vinculado al deporte llevando la preparación de los ciclistas.
Hay otros hermanos en el pelotón, como los Serrano (Gonzalo en Movistar y Javier en Eolo), los Izaguirre (Ion en Cofidis y Gorka en Movistar), los Yates (Adam en UAE y Simon en Jayco)… Y hasta que comparten maillot como los García Pierna (Raúl y Carlos en Kern Pharma; y los Azparren, Xabier Mikel y Enekoitz en Euskaltel). Pero ninguno lleva tanto tiempo ni carreras, tantos momentos para recordar, como los lloros de Jesús tras ganar en 2019 una etapa en la Vuelta para dedicársela a José, que perdió la etapa anterior en el sprint final. Pero para las batallitas ya tendrán tiempo, hoy, como mañana y al siguiente día estarán en la Volta, una de las últimas carreras que compartirán.
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