Francia endosa a Inglaterra la peor paliza de una rivalidad centenaria
La descarada generación gala firma su obra maestra (10-53) en Londres, donde no ganaba en el Seis Naciones desde 2005
Francia, la selección que ansía ganar un Mundial para reivindicarse en la aristocracia del rugby, firmó este sábado en Twickenham una de las tardes más gloriosas de su historia, a la altura de las eliminaciones mundialistas ante los All Blacks. No solo ganaron en Londres un partido del Seis Naciones 18 años después, sino que endosaron a Inglaterra, una rivalidad que trasciende el deporte, el marcador más abultado (10-53) en una historia común que se remonta a 1906 e incluye 110 part...
Francia, la selección que ansía ganar un Mundial para reivindicarse en la aristocracia del rugby, firmó este sábado en Twickenham una de las tardes más gloriosas de su historia, a la altura de las eliminaciones mundialistas ante los All Blacks. No solo ganaron en Londres un partido del Seis Naciones 18 años después, sino que endosaron a Inglaterra, una rivalidad que trasciende el deporte, el marcador más abultado (10-53) en una historia común que se remonta a 1906 e incluye 110 partidos oficiales. Tras una década ominosa en la que llegó a caer 44-8 en la capital inglesa en 2019, el XV del Gallo firmó la gran obra de la generación descarada con la que pretende conquistar el mundo en otoño. Siete ensayos para la peor derrota de la historia del XV de la Rosa en su catedral.
Pese a la igualdad de puntos con la que ambas selecciones afrontaban la cita, Inglaterra tenía una orfandad: su ataque. El juego plano que derrotó a Gales y a Italia no valdría ante un rival superior, algo que admitió con su alineación Steve Borthwick, abrumado ante el dantesco desafío de construir un equipo a nueve meses del Mundial. Retiró a su guía, Owen Farrell –entre los suplentes ocho años después– y dio el timón a Marcus Smith. Buscaba su creatividad, pero solo encontró anarquía.
El razonamiento era castigar el juego al pie galo con contragolpes, todo un fiasco. Francia ganó el torneo el año pasado pateando más que nadie, la receta para alejar los problemas, la de un equipo que no regala nada. Cuando arrecia la lluvia, patear es un alivio, Y embolsar balones, un tedio. Con esa pared topó Inglaterra, obligada por un marcador en contra desde el segundo minuto, con una ruptura del fornido Flament que propició el ensayo de Ramos, el zaguero que consolidó su condición de máximo anotador del torneo, todo un síntoma del poder contragolpeador de los suyos.
Fue el principio de un despliegue total de las virtudes francesas. Sus delanteros exhibieron su fuerza sísmica ganando metros con el balón y escondieron sus carencias en el repliegue. La fase de conquista –conservar el balón tras los placajes– fue un monólogo azul. Ollivon y Alldritt hicieron un destrozo mientras su medio-melé, el genio Dupont, suministraba balones a un ritmo diabólico. Y ganaba metros con sus atinadas patadas: el pie no solo sirve para defender. Inglaterra miraba hacia atrás con la lengua fuera, retrocediendo hacia el precipicio. Así llegaron las marcas de Flament, que culminó la estampida de la delantera, y del propio Ollivon, cabalgando con espacios y abriendo una herida ya memorable al descanso (3-27).
Era una tarde aciaga de Inglaterra, reincidente en los errores, desde la cascada de faltas cuando tocaba proteger el balón a las manos blandas de Watson o Smith para embolsar el tráfico aéreo. Steward, una de las pocas notas positivas para el XV de la Rosa, redujo distancias con una percusión al principio del segundo acto, pero la remontada era una odisea. Se lo recordó Flament tras cazar un balón suelto que palmeó un atento Ntamack, como un base de baloncesto que gana el rebote entre pívots. Así llegó el cuarto ensayo, el que valía el punto bonus ofensivo que iguala a Irlanda en lo alto de la tabla (15 puntos) e impide al XV del Trébol llevarse este domingo el torneo en Edimburgo. El paciente inglés se desangraba en el quirófano y Penaud anotaba los últimos dos ensayos ante una parroquia silenciada.
En el otro extremo de la clasificación, Gales se llevó en Roma por 17-29 el duelo entre las dos selecciones que no conocían la victoria y evitó la cuchara de madera, el ‘castigo’ por perder todos los partidos. El XV del Dragón fue certero en la finalización y aprovechó los errores de una Italia que tuvo más posesión, pero no dio con la tecla en los metros finales.
Gales anotó tres ensayos en la primera media hora, tantos como en los tres partidos anteriores. El primero llegó en un bote afortunado que depositó el oval en las manos de Rio Dyer; el segundo lo canjeó Liam Williams tras una posesión perdida de los locales en una zona comprometida y el tercero lo decretó el colegiado tras hundir los italianos la plataforma visitante cuando ya avistaba la marca. Pese a la herida al descanso (3-22), Italia recortó distancias con los ensayos de Negri, tras una bonita patada, y de Brex, pero Gales no vio peligrar su victoria.
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