El Atlético rebaja al Madrid
El equipo de Simeone, firme pero poco expansivo y forzado a jugar con diez la última media hora, amarra a un Real muy chato al que el cadete Álvaro rescató un punto
El noqueador Madrid de Anfield se quedó sin pegada ante un resistente Atlético. Ni contra diez durante media hora. Un Real de fogueo, seco, incapaz de escanear a un adversario con poca perspectiva ofensiva, pero mosquetero en la periferia de Oblak. Giménez, ya con el Atlético sin el ridículamente expulsado Correa, puso en jaque a un vecino al que rescató un punto Álvaro, la mejor noticia madridista. Al cuadro de Ancelotti le faltó ritmo, mejor peritaje con la pelota, muy previsible siem...
El noqueador Madrid de Anfield se quedó sin pegada ante un resistente Atlético. Ni contra diez durante media hora. Un Real de fogueo, seco, incapaz de escanear a un adversario con poca perspectiva ofensiva, pero mosquetero en la periferia de Oblak. Giménez, ya con el Atlético sin el ridículamente expulsado Correa, puso en jaque a un vecino al que rescató un punto Álvaro, la mejor noticia madridista. Al cuadro de Ancelotti le faltó ritmo, mejor peritaje con la pelota, muy previsible siempre. Al conjunto de Simeone, con poco arsenal desde la alineación titular, le bastó con amarrar al rival.
Resultó un partido tan envarado como la tarde madrileña. Sin apenas rastreos en las áreas, como si abundaran en ellas las pirañas. Y muchos jugadores poco sintonizados, en posiciones forasteras. En el Madrid, Kroos, al que nunca le fue ser medio centro. En el Atlético, un pelotón de ortopédicos. El mejor Griezmann no ha sido ariete. Y menos aún ha sido delantero Marcos Llorente.
Simeone envidó con mucho mediocampismo y un ataque en tanga. Carrasco, incluso el repescado Saúl, eran quienes alternaban con Llorente como socorristas de Griezmann. Mucho nomadismo rojiblanco, poca soltura madridista.
Como resultado, un encuentro con las áreas amputadas. No cargaba Benzema, Nahuel y Savic sujetaban a Vinicius y Asensio, autor del único remate con mala uva del primer acto, iba y se iba. Al choque, tan contenido por ambos bandos, le faltaba fútbol protesta, algún transgresor. O sea, algún Vinicius, primordial sonajero de los de Ancelotti. No sincronizaba el Real, tampoco el Atlético, con dos equipos de cháchara en los sectores templados del juego, lejos de las porterías.
La lesión de Reinildo —problemas en la rodilla derecha— antes de la media hora nada alteró en el Atlético, que aparcó a Hermoso como lateral zurdo. Un Atlético apenas dispuesto al peritaje defensivo. Un Madrid con amarras, sin pisadas de Ceballos y Valverde, demasiado colgado de Vinicius. Y, entre unos y otros, un árbitro de gatillo fácil, mucha tarjeta en un partido limpio, sin matonismos. Una parada poco ortodoxa de Oblak ante un zurdazo de Asensio fue toda la munición de un primer acto sosaina.
Tan poco expansivo era el Atlético que hasta hizo intervenir a Simeone. Tras el descanso, Correa por Barrios. El canterano había tenido tan poco volumen como cualquiera de sus camaradas.
Al partido le faltaba marcha. Intervino también Ancelotti, que, de una tacada, dio carrete a Camavinga, Tchouameni y Modric. Pero para marchoso, el árbitro. El hombre pedía cabeza a los chicos, pero a él le faltaba cordura con las sanciones. Como prueba, la expulsión del pulgarcito Correa por un codacillo al pecho del espartaco Rüdiger, que simuló una muerte transitoria. El trencilla disparó al argentino con una roja directa. Los colegas del VAR se hicieron los lonchas.
Con diez y media hora por delante, un Atlético todavía más comedido. Enfrente, un Madrid igual de nublado, falto de chispa, por una vez falto hasta de Vinicius. Gripado el Real, llegó el inopinado gol visitante. Es sabido que en el fútbol no hay desventajas numéricas en las jugadas a balón parado. Así fue. Griezmann enroscó una falta lateral y Giménez, suelto, llegó al asalto con un cabezazo tan clínico como contundente.
Con el Madrid patas arriba, Ancelotti reclutó a Álvaro para sacudir con todo y Camavinga se hizo lateral. El espigado cadete, tan fluido hace una semana en El Sadar, dio otro paso hacia su posible graduación. El alumno de Raúl no es moroso en el área, sector en el que habita con familiaridad. Como evidencia, su cabezazo para el empate. Modric lanzó un córner y no hubo colchonero que tuviera en cuenta al hijo del exfutbolista uruguayo Coquito Rodríguez, nacido en Palamós. Álvaro, que tiene pértigas por piernas, cazó un remate para el descorche local. Como diría Giménez, una desatención, nadie sabía quién marcaba a quién. Guiños del destino, también Raúl se estrenó como goleador del primer equipo en un derbi en Chamartín, allá por 1994.
Álvaro como flotador de un Madrid al que no le dio para más. Un Real chato de principio a fin. Incluso ante diez, cuando se precipitó más de la cuenta y quiso buscar el gol antes que el juego.
Prisas y más prisas en un partido que requería canalizar el fútbol de lado a lado, por dentro y por fuera, para desaliñar al firme Atlético. Pelotazo a pelotazo no le alcanzó al Madrid y el Barça puede dar este domingo otro estirón si no se va a la cuneta en Almería. Para el Atlético casi una victoria.
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