Sudor, diversión y fantasía en el regreso de Alcaraz
El número dos vuelve tras cuatro meses de ausencia y firma ante Djere su primera victoria del curso: 6-2, 4-6 y 6-2 (en 2h). Lajovic, rival en los cuartos de Buenos Aires
Estruja el puño Carlos Alcaraz y festeja, abatido Laslo Djere (6-2, 4-6 y 6-2) y resuelta con buena nota esta reaparición que tanto deseaba y tanto se le resistía. Ya es medianoche en Buenos Aires y los 5.000 espectadores de la pista Guillermo Vilas corean el nombre del murciano, que tras dos horas exactas cierra un retorno con casi todos los ingredientes: resultado, brillos, alguna que otra trampa (bien sorteada) y sudores más que bienvenidos. ...
Estruja el puño Carlos Alcaraz y festeja, abatido Laslo Djere (6-2, 4-6 y 6-2) y resuelta con buena nota esta reaparición que tanto deseaba y tanto se le resistía. Ya es medianoche en Buenos Aires y los 5.000 espectadores de la pista Guillermo Vilas corean el nombre del murciano, que tras dos horas exactas cierra un retorno con casi todos los ingredientes: resultado, brillos, alguna que otra trampa (bien sorteada) y sudores más que bienvenidos. Han sido 103 días apartado de las pistas y al fin y al cabo, lo que se impone ahora el murciano es ganar tono y rodaje, toda vez que no compite desde el 4 de noviembre. Después de cuatro meses y dos lesiones, abdominal y musculatura de la pierna derecha, Alcaraz ya está otra vez aquí. Garantía de diversión.
Repuesto físicamente, el número dos del mundo disfruta y hacer disfrutar, y demuestra que pese al largo periodo en la reserva la raqueta no se ha convertido en un elemento extraño para él, ni mucho menos. Todo lo contrario. Continúa siendo una prolongación de su cuerpo. En 29 minutos cierra el primer parcial de brochazo en brochazo, como si no hubiera existido paréntesis alguno. Para él, jugar al tenis es como montar en bicicleta. No se olvida. Retirado el óxido gracias a la calidad de los entrenamientos, Alcaraz salta a la pista feliz y sonríe, revolotea, acelera, impacta con agresividad sobre la bola y levanta al público argentino, engatusado desde el primer día. En un chasquido de dedos, tiene medio partido en el bolsillo.
Aprueba desde la grada Gabriela Sabatini, sensación entre los ochenta y los noventa, y también levantan el pulgar desde el box sus acompañantes. Observan satisfechos su agente, su padre, su hermano Álvaro, su tío, su fisio y el hombre que supervisará su evolución hasta el desembarco en tierras estadounidenses, Antonio Martínez Cascales. Allí (Indian Wells y Miami, marzo) se reunirá de nuevo con Juan Carlos Ferrero, su técnico. Mientras tanto, un optimista despegue en Buenos Aires, aunque también laborioso. Media hora a pedir de boca y después curvas, cuando la falta de ritmo hace mella y se le escapan ocho opciones de romper el servicio del serbio. Este, de 27 años y 57º, con nueve partidos ya en las piernas este curso, sí atina al octavo intento.
En todo caso, acusa algunos problemas físicos y el duelo obedece a una sola dirección, así que a la que Alcaraz vuelve a entonarse de nuevo, termina el debate. Más pegada, alguna delicatessen extra en la volea o la dejada y buen temple para ganarse la cita del viernes con otro balcánico, Dusan Lajovic. “Ha sido mucho tiempo sin competir y sin jugar, solo recuperándome. Por fin, ya tengo mi primera victoria en 2023″, transmite en inglés el chico de El Palmar, que a sus 19 años se enfrenta a una temporada tan ilusionante como exigente. Ya no es ninguna revelación, sino toda una realidad a la que el resto le ha puesto una diana encima. Ausente en Australia, primer grande del curso, debe recuperar el tiempo perdido sin prisa pero sin pausa. Ahora manda Novak Djokovic y aquí nadie espera.
Sí lo hacían el tenis y Buenos Aires, entusiasmada con el soplo de aire fresco que aporta un jugador que inventa y entremezcla sutileza con violencia; lo mismo revienta la pelota que la acaricia para terminar el punto. Es un todo en uno. Fórmula más que atractiva y aplaudida en este regreso que le negaban hasta hoy las lesiones. “Volver a ganar otra vez me produce una gran sensación”, dice Carlitos, en conexión con una grada que agradece sus arabescos. “Estoy muy feliz aquí, no esperaba un ambiente tan bueno y tanta gente apoyándome. Ha sido un gran recibimiento y solo espero poder seguir con esta energía en los próximos días”, cierra satisfecho el español, en cuya piel ya figuran tatuados unos dígitos mágicos: 11 09 22. Es decir, Nueva York y el US Open, el primer grande y la cima. Historia, con todas las letras. Alcaraz está de vuelta.
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