Haaland fulmina al Arsenal y se sube al liderato de la Premier
El City encabeza el campeonato inglés igualado a puntos con su rival tras un partido táctico marcado por un gran final del noruego, que suma 26 goles
El Manchester City se impuso al Arsenal en el Etihad por séptima visita consecutiva y lanzó un mensaje autoritario en el día más señalado por el fútbol inglés. Fue como si la Premier contraprogramara la Champions con su cartel más importante de la temporada. El duelo en la cumbre, Guardiola contra Arteta, enfrentó a los dos equipos que mejor juegan hoy en Europa. La victoria fue para el City, que se situó como líder virtual, empatado a puntos con el único rival que amenaza con cortar l...
El Manchester City se impuso al Arsenal en el Etihad por séptima visita consecutiva y lanzó un mensaje autoritario en el día más señalado por el fútbol inglés. Fue como si la Premier contraprogramara la Champions con su cartel más importante de la temporada. El duelo en la cumbre, Guardiola contra Arteta, enfrentó a los dos equipos que mejor juegan hoy en Europa. La victoria fue para el City, que se situó como líder virtual, empatado a puntos con el único rival que amenaza con cortar la racha que conduce a su tercera liga seguida. Fue al cabo de una noche tensa, un nudo táctico entrecortado de faltas e interrupciones que atenazó a los dos equipos en el afán por evitar errores antes que por provocarlos. El partido tardó una hora en volverse partidazo y para entonces Erling Haaland sacó a pasear su martillo.
El City se desplegó con tres centrales —Walker, Dias y Aké— y dos carrileros que no defienden porque son esencialmente mediapuntas —Mahrez y Grealish—. Guardiola pretendió sumar dos tipos capaces de desequilibrar en los últimos metros. Para compensarlo decidió sacrificar a Bernardo Silva, su jugador más creativo. Comenzó como pivote de auxilio de Rodri, pero como Grealish no bajaba, acabó oficiando de lateral derecho, en una batalla que lo forzó a transmutarse en sabueso frente a Saka y Odegaard sucesivamente. Sobrecargado de labores defensivas como iba, el portugués no llegaba a ofrecerse en tiempo y forma cada vez que el City recuperaba la pelota. El efecto dominó fue inmediato. Rodri se quedó solo para recibir el primer pase y fue blanco fácil de la presión de Xhaka. La crisis obligó a Gündogan a retrasarse para prestar servicios a sus pivotes y la confusión se multiplicó. Con Gündogan y Silva embarrados en trabajos que los alejaron de la zona donde podían ser más desequilibrantes, las posesiones del City perdieron fluidez, Haaland se condenó a luchas poco ventajosas con los centrales rivales, y el equipo anunció un flanco débil. Arteta lo advirtió. Mandó a Martinelli, Odegaard y Saka a percutir sobre Silva, y el City se atascó en tierra de nadie.
El gol de De Bruyne tuvo mucho de accidental en un escenario que dominaba el Arsenal, mejor plantado en el campo y más seguro con la pelota. Ederson sacó de portería y mientras la defensa local se recolocaba De Bruyne aprovechó la descoordinación para interceptar el pase de Tomiyasu a Saliba y enviar el balón a la red de primeras. Fue un fogonazo. El City apenas tuvo un 36% de posesión. Algo insólito en los equipos de Guardiola.
Si el Arsenal hubiera contado con Gabriel Jesús, habría explotado las situaciones que generó en el primer tiempo. Su sustituto, Nketiah, no ofrece tantas soluciones. Hizo lo que pudo. Entre otras cosas, llevó a Ederson al límite con un remate que no acabó en gol pero desencadenó un penalti. El 1-1, anotado por Saka, encendió a la hinchada a cinco minutos del descanso. Entonces Guardiola rectificó el plan inicial.
El técnico del City cambió a Mahrez por Akanji y volvió a la línea de cuatro defensas. Por delante se liberaron Gündogan y Bernardo. Casi automáticamente los desmarques de Haaland comenzaron a reproducirse sin que sus marcadores lograran frenarle. El penalti de Magalhaes, anulado por el VAR, desencadenó el goteo. A los pocos minutos Silva robó un balón en campo contrario y lanzó otra vez a Haaland, que atacó el espacio, desajustó a toda la defensa y cruzó el pase. Gündogan lo dejó pasar y Grealish, completamente solo, remató el 1-2 para rentabilizar el capital que generaron sus compañeros del otro lado.
El 1-3 se gestó de nuevo con otro de los volantes sacrificados en la primera parte. Gündogan habilitó a De Bruyne y el belga asistió a Haaland, que controló y remató sin que los centrales pudieran cerrarle. A toda velocidad. Acomodando el cuerpo con una coordinación insólita, dada su envergadura. Encendido de rabia y felicidad, Haaland se presentó ante los hinchas expedicionarios señalándose el escudo. Él era el rey de la Premier: 26 goles en 22 partidos no admiten réplica.
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