Ramón ‘El Pelado’ Díaz, el técnico argentino del Al-Hilal que dejó de hablarse con Maradona
El mito de River y campeón del mundo juvenil junto a El Pelusa se distanció del astro al desaparecer de la selección con 22 años
Cuando Arabia Saudí le ganó a Argentina en la primera jornada del Mundial, uno de los grandes nombres del fútbol albiceleste del último medio siglo felicitó al instante a los árabes. “Enhorabuena, muchachos”, les escribió en redes. No se había vuelto loco ni era un converso. Ramón El Pelado Díaz (La Rioja, Argentina; 63 años), mito de River y campeón del mundo sub-20, dirigía en su club a nueve de los titulares del combinado asiático que esa tarde le pegó una patada al avispero de Qat...
Cuando Arabia Saudí le ganó a Argentina en la primera jornada del Mundial, uno de los grandes nombres del fútbol albiceleste del último medio siglo felicitó al instante a los árabes. “Enhorabuena, muchachos”, les escribió en redes. No se había vuelto loco ni era un converso. Ramón El Pelado Díaz (La Rioja, Argentina; 63 años), mito de River y campeón del mundo sub-20, dirigía en su club a nueve de los titulares del combinado asiático que esa tarde le pegó una patada al avispero de Qatar. Ese equipo es el Al-Hilal, rival este sábado del Real Madrid en la final del Mundial de Clubes (20.00, Telecinco), el dominador en su país en los últimos tiempos (hoy es cuarto en su liga, a cinco puntos del Al-Nassr de Ronaldo), principal suministrador de jugadores a la selección y, a efectos prácticos, el único que derrotó a Messi en Doha.
El Pelado caminaba este jueves tranquilo junto a sus ayudantes, entre los que se encuentra su hijo Emiliano, por el campo cuatro de la enorme ciudad deportiva de la federación marroquí, al norte de Rabat. Después de dejar huella en su casa, en el banquillo de Millonarios, y hacer carrera en Sudamérica durante dos décadas, el mundo árabe se ha convertido en su campamento base. Esta es su segunda etapa en el Al-Hilal (2016-18 fue la primera). “En Arabia se pueden comprar los mejores extranjeros porque no hay problemas económicos. También tienen la posibilidad de traer a Messi. Lo estamos esperando”, soltó este viernes en rueda de prensa.
Consumado goleador que superó los 230 tantos y ganador como futbolista de las Ligas argentina (River), italiana (Inter) y francesa (Mónaco), su biografía entra en zona de curvas cuando aparece la figura de Maradona, de quien se distanció para siempre a principios de los ochenta. Los dos eran las estrellas de la ilusionante selección sub-20 —dirigida por César Luis Menotti— que levantó el Mundial Juvenil de 1979, compartían orígenes humildes, y goleaban dentro del campo. De las 20 dianas del equipo en aquel torneo, 14 fueron suyas: ocho de Ramón Díaz y seis de El Pelusa.
Nunca se aclararon los motivos de un distanciamiento que duró hasta el final
Sin embargo, la relación no tardó en congelarse y nunca se supieron exactamente los motivos. Se habló de que la amistad de El Pelado con Daniel Passarella, enfrentado con Maradona, le perjudicó. También de que El Pelusa lo vetó directamente en la selección, aunque este juró y perjuró por sus hijas que no había tenido ninguna responsabilidad, pese a que, según los presentes en una reunión entre Carlos Menem y Carlos Bilardo antes del Mundial 90, el expresidente lo señaló directamente. “Diego le bajó el pulgar”, aseguró entonces el político delante del entrenador, en pleno debate nacional sobre si Ramón Díaz debía regresar a la Albiceleste. Fueran cuales fueran los motivos, el hoy técnico del Al-Hilal nunca más volvió desde que Bilardo llegó al combinado argentino tras el Mundial 82, cuando él solo tenía 22 años.
Despedida cortés
Durante no menos de 15, Díaz y Maradona no se hablaron. Al menos, en el último partido de El Pelusa con Boca, en 1997, y ante el River que dirigía El Pelado, ambos se intercambiaron un saludo protocolario. Con mayor o menor fuerza, de esa herida siempre salió sangre. “¿Saben quién le enseñó a definir a Ramón? ¡Yo, Papito! En el Mundial Juvenil, le metí en la cabeza que para hacer goles no tenía que agujerear a los arqueros. El cabeza de termo le apuntaba al pecho, cerraba los ojos y ¡pum! Era un asesino, sí, pero no era un goleador”, declaró Maradona hace 20 años para el libro Yo soy el Diego de la gente. Con su muerte, El Pelado le despidió de forma cortés con una foto antigua de ambos y un escueto: “Descansa en paz, Diego. Mis condolencias a toda la familia”.
Llegaron a vivir tan de espaldas que el Nápoles, el club que cambió a Maradona (y viceversa), terminó siendo la peor experiencia de Ramón Díaz. Él aterrizó dos años antes, en 1982, y solo duró una temporada. Apenas tres goles en su primera aventura fuera de Argentina. De allí pasó al Avellino, Fiorentina e Inter en Italia, donde se enfrentó ocho veces con Carlo Ancelotti, que esos años militó en la Roma y el Milan: tres victorias, dos empates y tres derrotas; con seis tantos para El Pelado y uno para Carletto. “Un golazo con el exterior por la escuadra [en un 5-2 de su Roma al Nápoles]”, bromeó este viernes el madridista. “Él era un delantero fuerte, intenso y hábil dentro del área”, lo definió el italiano. Ambos pertenecen a la misma quinta del 59 y el Mundial de Clubes los cruza por primera vez en los banquillos.
Los que llevan muchos años tratando a Ramón Díaz lo definen como una persona de carácter difícil, sobre todo en las relaciones con la prensa —aunque últimamente lo ven más tranquilo—, identificado en política con Menem y Mauricio Macri (pese a que este fue presidente de Boca, su rival), y siempre inclinado por el fútbol de toque. “Al Madrid hay que cerrarle los espacios”, comentó. Ahora reaparece en primera línea desde su confortable rincón saudí.
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