Un alivio para Vinicius y Valverde, dos jóvenes en apuros

El brasileño marca lejos del Bernabéu, donde sus cifras han bajado este curso, y el uruguayo vuelve a anotar 13 partidos después. Benzema y Militão viajan a Marruecos

Valverde, en la acción del segundo gol del Madrid.Manu Fernandez (AP)

Las arterias de la administrativa Rabat trataban de absorber a media tarde lo imposible: una hilera infinita de coches llegando al estadio Moulay Abdellah por el camino más recto. Por las vías secundarias, todo era más accesible y también un viaje al profundo Marruecos, con puestos de gallinas, huevos y frutería en una zona de casas bajas que no invitaban demasiado al turismo. Al Madrid también le costó encontrar la ruta de la victoria. Dar con ella y luego hacerla buena. Le echó una mano la defensa egipcia, que se abrió en canal al borde del descanso para alivio de Vinicius. Fue, sobre todo, ...

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Las arterias de la administrativa Rabat trataban de absorber a media tarde lo imposible: una hilera infinita de coches llegando al estadio Moulay Abdellah por el camino más recto. Por las vías secundarias, todo era más accesible y también un viaje al profundo Marruecos, con puestos de gallinas, huevos y frutería en una zona de casas bajas que no invitaban demasiado al turismo. Al Madrid también le costó encontrar la ruta de la victoria. Dar con ella y luego hacerla buena. Le echó una mano la defensa egipcia, que se abrió en canal al borde del descanso para alivio de Vinicius. Fue, sobre todo, la noche de los bálsamos blancos. El del brasileño, angustiado en los últimos tiempos por el empedrado, y el de Valverde, que volvió a marcar con los merengues 13 encuentros después. La apertura de un triunfo, con colofón final del taconazo de Ceballos y del pipiolo Arribas, que tuvo más trama de la esperada. “Con 2-0 pensamos que estaba acabado, pero esto no es el fútbol”, advirtió Carlo Ancelotti, que este jueves recupera a Militão y Benzema, que viajan desde Madrid y se probarán en el entrenamiento previo a la final del sábado contra el Al Hilal (20.00). No a Courtois, que se queda en casa y espera estar listo para la cita justo anterior al Liverpool, el sábado 18 en Pamplona frente a Osasuna.

Más allá de las abundantes teorías y visiones en caliente sobre el asunto Vinicius, a patadas en los últimos días, un dato frío dejaba claro que el brasileño no pedaleaba igual fuera que en casa. Hasta su viaje al otro lado del Estrecho en busca del Mundialito, el extremo solo había marcado a domicilio cinco de los 13 goles de esta temporada: el 38%. Y más de la mitad los había logrado cuando aún era verano, en Vigo, Cornellà y ante el Celtic. Desde entonces, apenas había podido anotarse el de Leipzig, en octubre, y frente al Villarreal en Copa, hace tres semanas. Una realidad que contrastaba con su temporada pasada, en plena crecida, cuando toda la literatura alrededor del extremo versaba sobre su inopinada explosión. Entonces, de sus 22 dianas, 14 las celebró en campo ajeno: el 63%.

Una estadística que sirve de contexto en un momento de creciente incomodidad del joven cada vez que se pone la camiseta del Madrid fuera del Bernabéu en los últimos meses. Unas dificultades que se desbordaron en la visita a Son Moix, como asumió Ancelotti con su grito en la previa de las semifinales del Mundial de Clubes defendiendo a su muchacho y reclamándole “al fútbol español” que arregle lo que él considera un problema general más que suyo.

En Rabat le ayudó la defensa egipcia, autora de una enorme pifia al borde de la pausa que le colocó delante de El Shenawy, al que le picó el balón con un toquecito suave para el 0-1. La había tenido un cuarto de hora antes, cuando Rodrygo le envió un pase que —sin excesivo ángulo— la mandó fuera. Y en plenos apuros para cerrar la victoria, Vini todavía rascó un penalti tras consulta al VAR —el árbitro comunicó de la forma más escueta posible su decisión a la grada según la instrucción de la FIFA para este torneo— que luego erró Modric. Ni Asensio el domingo en Mallorca ni el croata en Rabat atinaron desde los 11 metros.

Sufrieron los blancos para echar la verja. Todo se había dado por concluido en el segundo 58 de la reanudación con el emboque de Valverde. Falló Rodrygo un mano a mano y el uruguayo aprovechó el rechace. No se trató de ninguna maravilla, nada que ver con los truenos del otoño desde fuera del área, pero le sirvió para encontrar consuelo. Un cohete anotador hasta octubre, el último tanto del charrúa databa del 2 de noviembre, frente al Celtic en casa. Aquella fue su octava diana y, a la vista de que las 10 que le había encomendado Ancelotti muy probablemente se le iban a quedar cortas, el italiano esa noche deslizó la cifra de 15. Pero ahí se frenó el medio, con el Madrid y también con su selección en Qatar.

En este tiempo de declive, sin embargo, la insistencia de Carletto con él no ha aflojado pese a su evidente desplome. En un centro del campo en casi continua mutación cada tres días, a él solo le ha dado libre contra el Cacereño y el Valencia. Surgió Ceballos de la penumbra, entraban y salían Kroos y Modric, Camavinga hacía varias mudanzas de posición, pero él siempre fijo. “Federico, poco a poco, vuelve”, aseguró Carletto.

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