Lucas Pérez y el odio eterno al fútbol moderno
Un rayo fulminó estas navidades el algoritmo del fútbol: Lucas Pérez, jugador del Cádiz, pagó 500.000 euros de su bolsillo para regresar al Deportivo. Pero volver a casa siempre sale caro
Un rayo fulminó estas navidades el algoritmo del fútbol. Lucas Pérez, jugador del Cádiz, pagó 500.000 euros de su bolsillo para regresar al Deportivo. El equipo de su vida, sí. Pero un club que juega en tercera y por el que recibirá un sueldo mucho menor. Un cortocircuito en este negocio. Cuando todas las empresas contratan a community managers para convertir en fans a sus clientes, este deporte se esforzaba absurdamente en recorrer el camino inver...
Un rayo fulminó estas navidades el algoritmo del fútbol. Lucas Pérez, jugador del Cádiz, pagó 500.000 euros de su bolsillo para regresar al Deportivo. El equipo de su vida, sí. Pero un club que juega en tercera y por el que recibirá un sueldo mucho menor. Un cortocircuito en este negocio. Cuando todas las empresas contratan a community managers para convertir en fans a sus clientes, este deporte se esforzaba absurdamente en recorrer el camino inverso. Lo del odio eterno al fútbol moderno. Pero llega él, abre la cartera y saca el dinero para devolverle los domingos a su gente. Así que yo decidí malgastar un poco más mi tiempo preguntándole sobre esto y otras cosas al programa de inteligencia artificial Chat GPT, una revolución tecnológica y un salvavidas para quién no sepa ya a quién darle la tabarra. “Puede ser una decisión basada en sentimientos y no solo en factores económicos o de carrera”, me advirtió la máquina apelando a lo único de lo que, en teoría, carecía ella.
Volver después de un cierto tiempo viviendo fuera, más allá del dinero que cuesta, como el caso de O’Neno demuestra, puede ser también doloroso. El dormitorio donde fuiste y sufriste como adolescente, la familia diezmada por el cáncer (en la mía quedamos cuatro gatos), las portadas gastadas del Sport de un verano en el que tanto podías fichar a Ronaldo Nazario como a Giovanni dos Santos. También tiene cosas buenas. Como reunirse de nuevo con nuestro Rosebud particular, ese póster de Nirvana clavado detrás de la puerta con alfileres. Pero siempre tiene un aire melancólico. Preocupado, volví a preguntarle al robot. “La sensación de tristeza al volver a casa puede ser por un cambio en los patrones de vida, como pasar de un ambiente socialmente activo a uno solitario. También un síntoma de un trastorno de salud mental como depresión o ansiedad. Es importante hablar con un profesional de la salud si estás experimentando sentimientos persistentes de tristeza al volver a casa”. Y entonces me acordé de Cristiano Ronaldo.
Cuando leímos lo de Lucas Pérez, supimos que el portugués se embolsará la misma cantidad (540.000 euros) cada 24 horas por jugar en una liga peor que la pachanga de los martes en el Meiland. CR debe ser de esos tipos sin un lugar al que regresar. Alguien al que nadie espera. Incapaz, como diría la inteligencia artificial con la que ya había tomado media botella de vino, de “pasar de un ambiente socialmente activo a uno solitario”. Él no lo ve así, pero volver también puede ser para algunos un formidable negocio. Lo demostró también estas navidades Tamara, cuando perdonó a Íñigo Onieva, pese a que había prometido no consentir ni un nanosegundo de infelicidad en el metaverso. A él le costará un pico, que recuperará en formato de exclusiva de aquí a la primavera.
Más allá del trastorno mental de cada uno, la idea de volver definitivamente es algo más traumática cuando llevas tiempo fuera. Como futbolista, como papa (también Ratzinger regresó “a la casa del padre” estas navidades) y hasta como periodista. Renunciar a las aventuras del exterior, al valor del expatriado (en el caso de Lucas Pérez, también al sol de Cádiz). Que te vean el plumero los que te han criado. He aquí el origen del pánico. Regresar a tu ciudad, al barrio. Es como aquel sueño en el que apareces de nuevo en tu colegio porque te quedaba alguna. La pesadilla, en realidad, es que todo el mundo se da cuenta de que eres un fraude: “Por ahí va el caradura”. Así que le pregunté al software por ese tema antes de cerrar la tapa del portátil aterrorizado. “Si te preocupa que alguien pueda considerarte un impostor, te sugiero que hables con un amigo de confianza”. Un que corra el aire de manual.
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