Álex Chan, el gallego que hace historia de verdad con EE UU en el Mundial de balonmano
El máximo goleador de la Asobal se ofreció al equipo norteamericano por su doble nacionalidad y, tras dos años de espera, es clave en la primera victoria del país en el torneo después de 25 derrotas seguidas
Hace años, Álex Chan (Pontevedra, 29 años) mandó una carta a la federación estadounidense de balonmano para comunicarles que podían contar con él, que tenía doble nacionalidad (su madre había nacido al otro lado del Atlántico) y era seleccionable. Nadie le contestó y es probable que nadie le leyera. A finales de 2020, se enteró de que EE UU había sido invitado de rebote al Mundial de Egipto de 2021 y el central volvió rápidamente a la carga, en esta ocasión con ayuda: a través de varios contactos, consiguió hablar con el entrenador, se presentó, le mandó vídeos suyos, confirmó que nadie sabía ...
Hace años, Álex Chan (Pontevedra, 29 años) mandó una carta a la federación estadounidense de balonmano para comunicarles que podían contar con él, que tenía doble nacionalidad (su madre había nacido al otro lado del Atlántico) y era seleccionable. Nadie le contestó y es probable que nadie le leyera. A finales de 2020, se enteró de que EE UU había sido invitado de rebote al Mundial de Egipto de 2021 y el central volvió rápidamente a la carga, en esta ocasión con ayuda: a través de varios contactos, consiguió hablar con el entrenador, se presentó, le mandó vídeos suyos, confirmó que nadie sabía nada de él y, esa vez sí, le hicieron caso. Su capacidad goleadora no sobraba en un equipo tan discreto y lo incluyeron en la lista.
Sin embargo, cuando aterrizaron en el norte de África para disputar el campeonato después de una concentración de Dinamarca, la covid había contagiado a todo el vestuario y tuvieron que retirarse antes de debutar. Este viernes, al fin, dos años después, nada se interpuso y Alex Chan se estrenó en un Mundial con la camiseta de las barras de estrellas. Y lo hizo a lo grande, haciendo historia de verdad. Sus cinco tantos, cuatro de ellos en la segunda parte, contra Marruecos resultaron claves para que EE UU lograra su primera victoria en un Mundial (27-28) tras 25 derrotas. “El partido lo teníamos muy estudiado en vídeo, muy machacado”, apuntaba este sábado por la noche con la resaca feliz de un triunfo histórico.
Dos semanas antes, en la cocina del viaje a la cita de Polonia y Suecia, aseguraba en conversación telefónica sentirse “en el mejor momento” de su carrera. Sus números no le desmentían: hasta el parón mundialista fue el máximo anotador de la Asobal (100 dianas) con el modesto Cisne (Pontevedra), su club de toda la vida y penúltimo clasificado este curso. Después de tanta espera, la preparación para la experiencia mundialista había condicionado por completo su temporada y en verano aparcó su trabajo como ingeniero industrial para enfocarse en las pistas. “Quería estar más centrado en el balonmano. Además, iba a estar todo enero fuera de España”, añadía este primera línea de 1,88 de altura que ahora espera a Croacia (20.30) y Egipto (martes, 18.00), dos huesos, con la esperanza de que el triunfo de este viernes les sirva para pasar a la segunda ronda. Otro hito. “Tenemos ganas de lograr algo más si somos capaces. Nuestro objetivo es ser cada vez más competitivos”, apuntaba este sábado.
Con España, Chan nunca tuvo sitio y admite sincero que en su generación (92-93), una de las más exitosas, había mejores jugadores que él. “Estaban Aitor Ariño [baja por lesión] y Álex Dujshebaev [también Ferrán Solé, otro fijo]. Estuve una vez con las inferiores, pero ese equipo estaba muy definido y yo, además, era de los pequeños [nacido en el 93]. Entrar era muy complicado”, explica sin pegas. Por suerte para él, su doble nacionalidad le ha dado una bola extra (ya llevaba jugando con EE UU desde después del intento fallido de 2021).
Su abuelo materno, José, se marchó a mediados del siglo pasado a Carolina del Norte con 17 años para trabajar como cantero, igual que antes lo había hecho su padre. Pasó por diferentes lugares hasta que se estableció en Alexandria, una ciudad mediana del Estado de Virginia, en la costa este. Para entonces, José se había casado con una americana, con la que tuvo tres hijos; una de ellas, la madre del jugador de balonmano. Esos niños pasaron en Estados Unidos la primera infancia hasta que la familia se instaló en Galicia, donde más tarde nacería Álex Chan.
Solo 1.300 licencias
Aquella lejana experiencia de su abuelo ha resultado la puerta de entrada a esta aventura deportiva de su nieto con un país sin apenas tradición en el balonmano que busca armar un proyecto para los Juegos de Los Ángeles 2028. De momento, en la campaña 2021-22 solo tenía 1.300 fichas y la competición doméstica se reducía a ligas regionales, especialmente en el noreste, y eventos de fin de semana clasificatorios para el campeonato nacional que se celebra en mayo, según detallan fuentes de su federación.
“El equipo está compuesto, sobre todo, por jugadores que han vivido casi siempre en Europa. Tenemos muchas segundas nacionalidades: alemanes, franceses, daneses, suecos, húngaros, argentinos… Creo que solo hay tres con pasaporte único de EE UU”, relata el central del Cisne. Esta vez, eso sí, se clasificaron por méritos deportivos (no invitados) tras 22 años de ausencia y la histórica victoria contra Marruecos fue retransmitida por la ESPN, una de las grandes cadenas, prueba de la apuesta por hacer algo digno en los Juegos que organizan en 2028 en una de las escasas disciplinas en la que el gigante norteamericano ha estado desaparecido.
En el banquillo está Robert Heding, un sueco de 56 años al que Chan tuvo que localizar hace dos años y medio para que alguien en EE UU le hiciera caso. Su entrenador de entonces, Javier Fernández Jabato, se puso en contacto con su colega del Ademar León Manolo Cadenas, cuya agenda lo abarca todo. Este conocía a Heding, exjugador del Helados Alacant a principios de los noventa, y le comentó el caso de Chan. Un par de conversaciones escuetas con el jugador y algunos informes le bastaron para fichar a este central que llevaba toda su vida veraneando en Virginia y Maryland con sus tíos y primos.
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