Una implacable Real Sociedad castiga al Athletic
El equipo guipuzcoano aprovecha tres errores del conjunto bilbaíno para llevarse el derbi vasco y afianzarse en la tercera plaza de LaLiga
La Real Sociedad se llevó el derbi el día en el que batió el récord de asistencia al Reale Arena. Ya lo había dicho Imanol: es el partido más importante de la temporada para su equipo, y lo demostró poniendo en el campo un once agresivo, punzante, y que supo aprovechar los momentos que tuvo frente a un Athletic que cometió errores groseros en los dos primeros goles donostiarras y en la acción que terminó con el cuestionado penalti que sentenció el ...
La Real Sociedad se llevó el derbi el día en el que batió el récord de asistencia al Reale Arena. Ya lo había dicho Imanol: es el partido más importante de la temporada para su equipo, y lo demostró poniendo en el campo un once agresivo, punzante, y que supo aprovechar los momentos que tuvo frente a un Athletic que cometió errores groseros en los dos primeros goles donostiarras y en la acción que terminó con el cuestionado penalti que sentenció el partido.
Anuncian frío para el domingo, nieve a 200 metros y desbandada de las televisiones con sus reporteros de plumífero, buscando las montañas blancas, los niños en trineo y un coche con diez centímetros de manto helado para quitarlo con la mano en directo durante el informativo. Pero cuando Real y Athletic comparecieron sobre el campo, todavía andaba el tiempo templado, aunque empezara a soplar del norte, como si no fuera enero, que ya no lo es nunca, porque el barro de Atocha no se trasplantó a Anoeta. El campo jamás es coartada para un mal pase o un control desafortunado.
Así que la Real Sociedad y el Athletic prefieren no jugar a eso que durante décadas se denominó fútbol norteño y todo lo que a ello se asociaba. Ya no es así. Pretenden un juego más atractivo; la Real se asocia mejor, el Athletic es más vertical, pero llega el derbi y se olvida todo lo aprendido y se juega a otra cosa, a lo que puede cada uno, a lo que le deja el rival. Pueden la presión y la pasión.
Pero aun así, aparecen los nombres propios que le dan personalidad al partido. Primero es Brais el que pone su sello con un disparo desde fuera del área, aunque luego se apaga el gallego durante casi el resto de la noche. Después Iñaki Williams, que le pone fe a un disparo a un balón que le entrega su hermano Nico y que Remiro desvía a córner. Está divertido lo que sucede en el césped mientras Imanol y Valverde se desgañitan. A ellos no les divierte lo que ven. Menos al entrenador del Athletic, que no concibe el despiste de De Marcos, que se engancha en una salida al fuera de juego, y que permite a Sörloth fusilar a Unai Simón en medio del desierto del área para abrir el marcador y el apetito de sus compañeros. Diez minutos después lo sacian cuando Silva vuelve a ser decisivo. El canario, que dio el pase que desencadenó la jugada previa al 1-0, le robó el balón a Vesga y lo puso como él sabe para Kubo. El japonés le tiró un caño a Vivian y dejó pasmado a Unai con su disparo junto al poste.
Es la felicidad total en Anoeta, salvo para la esquina rojiblanca, desolada por los dos chispazos donostiarras. Dos errores defensivos, dos goles y el comienzo de un pequeño desastre. El cemento que intentó Valverde poner al centro del campo se resquebrajó en cuanto metió el pico la Real. Pero un derbi tiene muchas aristas, y cuatro minutos después enmudece la grada cuando Yuri recibe en la izquierda, da el pase perfecto a Sancet, que casi sin ángulo, y con un tiro cruzado, supera a Remiro para acortar la diferencia y dejarlo todo al albur de la segunda parte.
Penaltitos
O al albur del árbitro, que contrario al criterio de su jefe, alérgico a los penaltitos, decidió que la carga con el hombro de Yeray a Kubo era merecedora de doble castigo, porque no solo señaló el punto fatídico sino que le mostró la tarjeta roja al defensor rojiblanco. Cuando Mikel Oyarzabal ejecutó el penalti y anotó su primer gol desde el regreso de su lesión —diez meses llevaba sin marcar el capitán— se acabó el derbi en el césped. Eso sí, todo había nacido de un error grosero de Nico Williams, que sin mirar decidió ceder el balón atrás desde el medio campo. Como el aleteo de una mariposa, su decisión equivocada desencadenó el desastre posterior del Athletic.
El frío que anuncian para el domingo, se hará más llevadero en San Sebastián; el triunfo templa los ánimos. En Bilbao, el viento del norte, el que llega del Cantábrico, cortará como un cuchillo hasta el próximo fin de semana, cuando llega el Madrid a San Mamés. Entonces todo comenzará de nuevo.
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