El Villarreal se lleva un partidazo ante el Madrid
El equipo de Setién brinda ante el Real tras un duelo emotivo, frenético, con jugadas de todos los colores y dos penaltis por manos del nuevo testamento del fútbol
Hay partidos, no muchos, que merecen dos brindis. Uno por el ganador e incluso otro por el perdedor. Con creces lo merecieron el Villarreal y el Real Madrid, actores de un partidazo colosal. Una oda al fútbol, al fútbol total, con jugadas con el frac, emotivo, expansivo, sin respiro. Un tute agónico, con la gente suda que suda como regaderas. El magnífico encuentro se lo llevó el valiente cuadro de Quique Setién. No le alcanzó al Real, tan cerca del empate como de una derrota mayor. Y en un día histórico para la entidad m...
Hay partidos, no muchos, que merecen dos brindis. Uno por el ganador e incluso otro por el perdedor. Con creces lo merecieron el Villarreal y el Real Madrid, actores de un partidazo colosal. Una oda al fútbol, al fútbol total, con jugadas con el frac, emotivo, expansivo, sin respiro. Un tute agónico, con la gente suda que suda como regaderas. El magnífico encuentro se lo llevó el valiente cuadro de Quique Setién. No le alcanzó al Real, tan cerca del empate como de una derrota mayor. Y en un día histórico para la entidad madridista. Por primera vez en sus 121 años y tras 4.436 partidos oficiales, el Real reclutó un equipo titular sin españoles. La globalización extrema.
Tanto tuvo el choque que por faltar no faltó ni el dichoso VAR, con dos penaltis consecutivos de esos del nuevo testamento arbitral. A este paso, fútbol de futbolín, todos los futbolistas mancos. Ridículos tiempos.
Hubo quien aireó que en el fútbol un cero a cero son dos bostezos. Villarreal y Real Madrid lo refutaron de plano ya mucho antes de los goles. Desde que se desprendieron del chándal, un partido cimbreante, con chispa, categórico, con sonajeros en las áreas. Con Courtois y Reina sin un respiro para pestañear. Fútbol con mayúsculas. Ni un segundo entre paréntesis.
Partió como un tiro el cuadro de Quique Setién, autor de equipos sin gaitas, siempre bizarros. Con los amarillos conjurados para encapotar al campeón en su rancho, a Rüdiger, Tchouaméni y Militão —lateral derecho como con Brasil— se les anudaron varias veces las botas. El colmillo amarillo no daba tregua al Real, a un Madrid a los pies de sus centinelas, no de Modric y Kroos. Mal asunto. Al fogoso envite local estuvo a punto de poner el lazo Coquelin, que, de espaldas a la portería, dio hilo con un versallesco taconazo a un centro de Alberto Moreno. La pelota salió de estampida contra el poste izquierdo de Courtois. Fútbol champán, nada de garrafón. La movilidad de Gerard Moreno, Chukwueze y Yeremy Pino desnortaba al Madrid, obligado a un ritmo infernal. Lo advirtieron esos peritos con frac que son Modric y Kroos, la pareja infinita del Real. Ambos acudieron al socorro y marcaron la hora para los blancos, que por momentos lograron sacudirse al adversario.
El duelo, con tantos matices, era una gozada. Vean si no. Al poético detalle de Coquelin replicó Modric con un pase que solo un Modric puede intuir y solo un Modric puede ejecutar. Su servicio con el empeine exterior derecho entre las piernas de sapo de Alberto Moreno recaló en Militão. Su cita con Benzema la frustró Albiol a un palmo de la raya de gol. El propio Militão no se creyó su duelo esgrimista con Reina tras un guiño de Benzema. Lo mismo que Yeremy Pino se quedó chato ante el gigantesco Courtois, que cuando se agranda parece dos Courtois.
Al Madrid le alteraba la posición de Gerard Moreno, fino y pillo para desabrochar a los centrales visitantes alejándose de su radar. No anclaba Tchouaméni, sí el astuto Parejo, un reloj. Y Baena, un volante que intima con el gol, era una amenaza constante. Como Vinicius, en un combate de órdago con Foyth. En el fin de acto del primer tiempo Reina impidió el gol del brasileño con los pies.
De vuelta del intermedio el partidazo no remitió un ápice. Sin demora, Pino cazó el 1-0 tras una pifia de Mendy. El choque tenía tal volumen que exigía a cada cual una precisión de cirujano. No la tuvo el francés y Gerard activó a Pino, cuyo remate llegó a la red tras un toque de Courtois y otro del mismo Mendy.
El Madrid selló rápido el empate tras un penalti que, en principio, solo vio Vinicius. Foyth quiso medir una carrera con el extremo blanco, extendió el brazo derecho con la mala fortuna que el balón le golpeó en la mano. La pelota no se desvió un milímetro, pero en estos confusos tiempos arbitrales... Benzema dejó sentado a Reina. Lo mismo que pocos minutos después Gerard a Courtois. Foyth quiso filtrar una pelota, Alaba resbaló y justo cuando estaba queriendo levantarse el balón acarició su mano derecha. De tener los dedos sobre el césped no hubiera sido penalti.
En desventaja por segunda vez, intervino Ancelotti. De una tacada alteró toda la defensa, con Lucas y Alaba de laterales y Militão y Rüdiger de centrales. Al frente se sumó Rodrygo, que flirteó dos veces con el gol. El partido no tenía freno, el Real cargaba con todo; el Villarreal, ya a la contra, tenía en alerta al Madrid. Por faltar no faltó ni una jugada ronaldiana de Pedraza. Y hasta un fallo de Danjuma a portería hueca con Courtois de merienda para rematar un córner. Todo tremendo. Un partido para rebobinar.
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