El Madrid se pierde por Vallecas
Un Rayo ejemplar provoca la primera derrota liguera del Real, deja líder al Barça y mal parado a un campeón sin hueso, superado por un entusiasta rival
Vallecas resultó Siberia para un Real Madrid extraviado ante un Rayo pletórico y primaveral. El fútbol fue del equipo local, más recreativo, con más pulso, con mayor bravía. La segunda derrota del Madrid en lo que va de curso dejó líder al Barça a una estación del Mundial de Qatar, parada inédita para todos en un curso tan imprevisto por la singularidad del calendario. Mientras, bienaventuranzas para un Rayo ejemplar.
En Vallecas no hubo ray...
Vallecas resultó Siberia para un Real Madrid extraviado ante un Rayo pletórico y primaveral. El fútbol fue del equipo local, más recreativo, con más pulso, con mayor bravía. La segunda derrota del Madrid en lo que va de curso dejó líder al Barça a una estación del Mundial de Qatar, parada inédita para todos en un curso tan imprevisto por la singularidad del calendario. Mientras, bienaventuranzas para un Rayo ejemplar.
En Vallecas no hubo rayista que se achicara, incluso ante el azote visitante. Porque antes de jugar ya ganaba el Real Madrid. A un tic del descanso, casi sin querer: 1-2. El que había jugado era el Rayo, merecedor del 1-0 y del 2-2. El Madrid estaba perdido por Vallecas, que no es Maracaná, pero el barrial y excitante Rayo tiene cuajo, tiene estilo y tiene orgullo. Más que suficiente para encapotar al campeón, sometido con la pelota y desnortado sin ella. Salvo las broncas de Vinicius, en Vallecas no había madridista con dictado. El asunto era del mancomunado Rayo, facundo con el balón y con boinas verdes dispuestos al quite sin él. Ante los piquetes de Andoni Iraola no daba dos pases el Real, atornillado cerca de Courtois.
Mordía el Rayo al pedestre Madrid. Hasta que Fran García, un trueno por esa orilla izquierda que comparte con Álvaro García, asistió a Comesaña. Al gallego la pelota le llegó brincando, pero enganchó un zurdazo estupendo al que ni con pértiga llegó el gigante Courtois. El belga fue crucial en un remate posterior de Álvaro García. El Rayo apuraba y apuraba a un Madrid incordiado. El equipo vallecano tiene alas, con los chisposos Isi y Álvaro —más que competentes— y dos laterales, Fran y Balliu, como ventiladores. Con Camello, que no es un ariete natural, le cuesta cercar el área, pero todos se las apañan para tener en alerta al rival, incluso a todo un Real Madrid. Bien o mal, el cuadro rojiblanco pone todo el empeño en cerrar cada ataque para que el adversario no tenga partido de vuelta. En Vallecas, donde solo se discute al presidente Martín Presa, todos creen y bailan juntos.
El Real no tenía más hilo que algún revuelo de Vinicius, inmerso en todos los fregados. No afinaba Modric, no se enteraba Tchouameni y no había muestrario de Valverde, Asensio y Rodrygo. Solo cabía alguna jugada episódica. Por ejemplo, la del penalti de Fran García a Asensio, en la segunda huella visitante en el área de Dimitrievski. La jugada retrató al VAR. El penalti pareció penalti, pero no lo apreció el árbitro y sin ser una acción flagrante los cicutas del VAR tocaron la campana. Nada que ver con lo dicho sobre el uso de tal artefacto. La jugada no fue tan evidente como para que mereciera el repaso judicial, pero así son las cosas con la cada vez mayor arbitrariedad arbitral. Modric dejó sentado a Dimitrievski y con un chasquido: 1-1. Con dos, 1-2. Aún aturdido el Rayo, Asensio lanzó un córner, Militão se sacudió a Lejeune y cabeceó en un trapecio, como un acróbata. Vallecas se frotaba los ojos. Madrid, también. Tanto con tan poco hasta que a un parpadeo del descanso, Álvaro clavó el 2-2 en una jugada defendida por una zaga madridista de monaguillos. Un partido cargante para el Real, fastidioso toda la noche. Un Madrid en fase pesadota, algo gripado, con gente ya en Qatar (Benzema) y otros en la sala de embarque. Y el Rayo de Andoni Iraola, al que no pudieron retorcer Barça y Atlético, obliga de lo lindo.
El choque iba de chivatazos. El segundo fue del cuarto árbitro —hoy son un pelotón— e Iraola fue expulsado por protestar. ¡Con qué facilidad se expulsa en España! De inmediato, otro soplo. De nuevo del VAR. La mano de Carvajal, vencido en un duelo con Álvaro García, un tormento para el lateral madridista, fue evidente. Courtois le detuvo el penalti a Trejo, pero llegó el tercer cante. Resulta que el belga no había anclado uno de los pies en la raya por unos centímetros. También hubo madridistas que pisaron el área antes de tiempo. Trejo, que no es de los que se arrugan, repitió el tiro y selló el 3-2. A Courtois le faltó un pulgar para frustrar de nuevo al argentino. Premio merecido para el Rayo. Castigo merecido para un Madrid sin gracia, en el que Ancelotti recurrió sin éxito a Camavinga y Mariano. Tchouameni se fue de puntillas y Modric, vaciado, sin depósito. Tampoco bajaron el telón los dos laterales, Mendy y Carvajal. En el Real el fallo era multiorgánico y a Rodrygo se le fue el empate al cielo vallecano.
En Vallecas solo el Rayo tuvo recorrido ante un vecino tan desorientado, tan deshuesado a un paso de Qatar, intercambiador de una temporada insólita.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.