El Real Madrid llega tarde
Al líder no le basta un arrebato a última hora frente a un Girona inquietante de entrada y resistente después, y se deja dos puntos tras un confuso penalti de Asensio
Amodorrado de entrada, el tiempo se echó encima del Real Madrid cuando ya menguaba el partido con un inesperado empate para el campeón. Un toque de corneta final no le bastó al Madrid frente a un Girona competente. Un Girona expansivo al inicio y que supo apretar la mandíbula cuando su rival le cercó ya en el último tramo. Histórico para el cuadro catalán; un frenazo para ...
Amodorrado de entrada, el tiempo se echó encima del Real Madrid cuando ya menguaba el partido con un inesperado empate para el campeón. Un toque de corneta final no le bastó al Madrid frente a un Girona competente. Un Girona expansivo al inicio y que supo apretar la mandíbula cuando su rival le cercó ya en el último tramo. Histórico para el cuadro catalán; un frenazo para un Real de vuelo corto en Leipzig y con un inesperado soponcio en la Liga. Un encuentro inopinadamente equilibrado que entró en combustión a partir del gol de Vinicius. Una mano de Asensio llevó al árbitro al VAR. Penalti, gol de Stuani, un chacal en esa suerte del juego.
Tras el 1-1, Gazzaniga, portero visitante, solo titular por segunda vez, resultó determinante. El argentino estuvo categórico en un paradón al propio Asensio y otra intervención terminal ante Rodrygo, que le rebañó la pelota de las manos y el gol quedó anulado. Por el camino, expulsión de Kroos (la primera de su carrera) y más de un desquicie en Chamartín, con la gente incrédula por el devenir de una jornada que aparentaba calma. En el Bernabéu la hubo al principio. Demasiada para un Real muy pendular ante un Girona nada empavorecido. Cuando el Madrid quiso apretar se le hizo tarde, muy tarde.
La Liga del insólito Mundial catarí comienza a surtir efecto. En tres meses de curso los jugadores llevan una panzada de fútbol, los del primer escalón y los teloneros. Un incesante goteo de acalambrados, más rotaciones que nunca, muchos equipos que son y no son, zarandeados por un calendario extenuante en lo físico y en lo mental. Para los que piden paso en Qatar, a estas alturas, a solo 20 días del evento, cualquier leve contratiempo puede resultar fatal.
Qatar a la vista, los partidos se resienten. Nadie está a salvo. No lo estuvo el Madrid durante más de una hora ante un Girona bien blindado y con vuelo inquietante en el primer periodo.
Le costó lo suyo al Real desbloquear al Girona. Hasta el punto de que precisó de los mismos actores que en el descorche de la 14ª en París. Cabezota, Valverde perseveró por conquistar la pelota. El charrúa tuvo más remangue que David López y su centro lo sopló Vinicius a la red. Un desahogo para el Madrid, exigido por el Girona y limitado a tramitar una victoria. Los tiempos no dan para mucho más. Con el horizonte mundialista de Qatar esto es un sinvivir.
El Girona desmintió al Girona. Llegó a Chamartín como penúltimo, pero jugó como si le sonara el himno de la Champions. Vista al frente, próspero para atacar, munificente para defender. Gremial en todo. Nada distinguía al líder, sufridor en las dos áreas y sin trazo de una a otra. Falto de alguien como Benzema que le diera carrete. Un Real Madrid de quita y pon que tuvo el partido en el aire, sin el ritmo adecuado. Un encuentro que estuvo tan cerca de Rodrygo, que cargó contra el poste izquierdo de Gazzaniga, como de Herrera, cuyo zurdazo reventó el larguero de Courtois. Dos jugadas como síntesis de lo que era el choque. No fluía del todo el campeón; no se intimidaba el cuadro catalán, casi un becario en la élite con tres temporadas en Primera. Eso sí, no le faltan graduados como David López, Oriol Romeu —el jabato de la jornada—, Herrera o Stuani.
Con Michel al mando, un Girona dispuesto al palo por palo. En el imponente Bernabéu nunca fue un equipo tartaja. Castellanos y Valery también rondaron el gol en el primer acto. El Girona era un consorcio; el Madrid iba a tirones, sin más, lanzado por Vinicius, para lo bueno y para lo menos bueno. Tan agitador como capaz de crispar a todo quisqui con su excesiva afectación.
Carlo Ancelotti concedió el día libre a Tchouameni por unas molestias y dio su plaza a Camavinga, suelto como medio centro la hora que le concedió el preparador italiano. Pero al Real le faltó un poco de todo. Con más corazón que cabeza nunca tuvo el partido por la pechera, con más arrebatos que temple y pericia. Sobre todo cuando el Girona se olvidó de la pelota, mediado el segundo tiempo.
Al Madrid le llegó el furor tras el penalti de Asensio, una de esas manos que hoy son tan condenables como pasables. El fútbol es cada vez más arbitrario, un embrollo. Acertó Stuani cuando el Girona ya se había destapado con los cambios para buscar la igualada. Ahora le tocaba sujetarse en la trinchera. Surgió la creciente figura de Gazzaniga y el Girona tuvo cachas para resistir. El Real llegó tarde, pero con dos partidos por delante antes de Qatar salvó el liderato.
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