Anfield disipa al huracán Haaland
El Liverpool frena la racha del City (1-0) y el Arsenal amplía su liderato en Leeds (0-1)
El huracán Haaland se disipó en el cuadrilátero de Anfield. Después de 15 goles y tres asistencias en nueve partidos, el noruego se quedó sin participar en ninguna jugada de gol por primera vez en el campeonato inglés. Tuvo tres remates, no más, víctima del cuello de botella en la cadena de suministros de su equipo. El Manchester City no logró avanzar sin tropezar en el último tercio de campo, defendido por A...
El huracán Haaland se disipó en el cuadrilátero de Anfield. Después de 15 goles y tres asistencias en nueve partidos, el noruego se quedó sin participar en ninguna jugada de gol por primera vez en el campeonato inglés. Tuvo tres remates, no más, víctima del cuello de botella en la cadena de suministros de su equipo. El Manchester City no logró avanzar sin tropezar en el último tercio de campo, defendido por Alisson, Joe Gómez, Van Dijk y Fabinho como si se jugasen los contratos en cada acción. Más o menos esa fue la disyuntiva. Hundido en mitad de tabla, el Liverpool se rezagaba a diez puntos de la zona Champions, fuente indispensable de financiación de los clubes ingleses con ambición de títulos. La crisis deportiva amenazaba con provocar un contagio en todos los órdenes de una sociedad que no supo regenerarse tras la venta de Mané al Bayern, este verano.
Agarrado a la cornisa en el filo del acantilado, el Liverpool hizo una demostración de coraje subversivo ante su público devoto. Centímetro a centímetro hacia la salvación, Klopp puso parches aquí y allá, desesperado por cerrar vías de acceso a Haaland. Sin Luis Díaz, Alexander-Arnold ni Henderson, con diversos problemas físicos, el tradicional 4-3-3 del técnico alemán derivó en un híbrido de 4-4-2, con Thiago y Fabinho por delante de los centrales y Milner clavado en el lateral derecho cosa de compensar la falta de un interior más saludable que el indefinido Harry Elliot. De no haber sido por las superioridades que hacía Firmino, manual de ofrecer apoyos, la empresa habría fracasado antes de alcanzar la media hora.
Si el Liverpool resistió y finalmente se sobrepuso al aprieto, fue gracias al trabajo administrativo de Firmino. El brasileño fue titular en detrimento de Darwin Núñez, que observó los acontecimientos desde el banquillo. Después de tres partidos dándole la titularidad por petición de la propiedad, Klopp hizo lo que le demandaba su criterio y el resultado le dio la razón con creces: cuando entró en la segunda parte, Núñez incurrió en una exhibición de dislates.
El partido se trabó. El destino parecía incierto hasta que en el minuto 76, tras un tiro libre a favor, el City se dejó sorprender por un saque de portería. Alisson envió un balón a Salah, que lo recibió a 60 metros como quien conecta con una bola de granizo. El egipcio hizo magia. Puso el pecho hacia el norte y se escapó por el sur, mientras Joao Cancelo, que se dejó llevar por las apariencias, se fue en dirección contraria. El control brindó a Salah un puñado de metros y un mano a mano frente a Ederson, el portero rival, al que batió con un toque sutil y definitivo.
La victoria verificó la naturaleza inhóspita de Anfield —el City solo ha ganado allí una vez desde 2003— y alivia la crisis del Liverpool, que ahora es octavo clasificado. También amplió a cuatro puntos la ventaja del Arsenal sobre el City en lo alto de la tabla. El Arsenal cosechó tres puntos (0-1) en Elland Road en el curso de un partido que jugó peor que el Leeds.
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