Alcaraz: “He jugado feliz y por eso tengo el trofeo”
El campeón dice que sigue “hambriento” y que no se puede “estancar”, mientras el técnico Ferrero asegura que su jugador está a un 60% de sus posibilidades reales
Mientras a Casper Ruud le arropaba su gente en el salón reservado a los jugadores y sus equipos, entre aguas e isotónicas —dos o tres cervezas por ahí, nada más—, Carlos Alcaraz saboreaba el éxito en Nueva York junto a los suyos en la intimidad del vestuario. Después de todo el subidón y el esfuerzo efectuado a lo largo de estas dos semanas, al español (19 años) se le notaban la descompresión y el cansancio. Ha sido un viaje a todo trapo en el que ha logrado escapar a varias situaciones lím...
Mientras a Casper Ruud le arropaba su gente en el salón reservado a los jugadores y sus equipos, entre aguas e isotónicas —dos o tres cervezas por ahí, nada más—, Carlos Alcaraz saboreaba el éxito en Nueva York junto a los suyos en la intimidad del vestuario. Después de todo el subidón y el esfuerzo efectuado a lo largo de estas dos semanas, al español (19 años) se le notaban la descompresión y el cansancio. Ha sido un viaje a todo trapo en el que ha logrado escapar a varias situaciones límite, ninguna como aquella bola de partido que salvó en el duelo de los octavos contra Jannik Sinner. Un partido que, de paso, sirvió de perfecto escaparate para el nuevo ciclo que va cogiendo forma.
“Quizá Sinner y Carlos pueden dominar la próxima década si mantienen el nivel que demostraron el otro día; Zverev, Ruud, Tsitsipas y Thiem también van a estar ahí, pero con todos los respetos, eso es lo que pienso”, introducía Juan Carlos Ferrero ante los periodistas, antes de que su jugador le cogiera el relevo ante el micrófono. El murciano departía feliz, pero cansado. Al fin y al cabo, para alcanzar el éxito ha tenido que invertir 23h 39m, de las cuales 5h 15m correspondieron al cruce con Sinner. Se trata de un registro récord, ya que hasta ahora quien más se había dilatado era el sudafricano Kevin Anderson, que empleó 23h 20m en la edición de 2018 de Wimbledon.
“Nunca me hubiera imaginado que iba a ganar un Grand Slam con 19 años. Pero creo que, tal y como soy, no me va a ser complicado mantener los pies en el suelo. Voy a seguir siendo el mismo chico de siempre”, apuntaba Alcaraz, el tenista que más títulos (5) y victorias (51, por las 46 de Tstisipas, segundo) ha conseguido esta temporada. “Quiero seguir estando en lo más arriba del tenis durante mucho tiempo, como lo ha hecho el Big Three [Nadal, Federer y Djokovic]. Para eso no hay que parar, hay que seguir y seguir, y es lo que voy a hacer”, señaló. “Ellos tienen 22, 21, 20… Yo estoy a la cola”.
Alcaraz es el vigesimoctavo número uno de la historia, el más precoz. “Es increíble tener ese hueco, pero todavía es más difícil hacer lo que han hecho el Big Three, manteniéndose ahí arriba durante 20 años, ganando y peleando el uno cada año. Eso es lo que yo busco. No quiero compararme con ellos porque hacerlo es casi imposible, obviamente, pero quiero llegar ahí y parecerme a ellos, aunque sea una pequeña parte”, indicó; “¿qué me falta? Un montón. Me queda mucho por mejorar en todos los aspectos. Tengo que seguir evolucionando, no me puedo estancar ahora. Que haya conseguido un Grand Slam y el número uno no significa que me tenga que quedar en mi zona de confort. Sigo teniendo hambre”.
Como Edberg y Kuerten
Antes de su intervención, Ferrero —emocionado al recordar el reciente fallecimiento de su padre— había deslizado que Alcaraz está hoy a un 60%, y que dispone de un 40% de margen para aprender. “Nadie es perfecto, Carlos tampoco. Va a tener siempre sus pequeños puntos débiles. Son muchas cosas: el resto, el saque, el revés, la consistencia, el intentar no irse en ciertos momentos mentalmente...”, exponía el técnico. Un análisis que comparte su jugador: “Soy un chico de 19 años. Todo esto me ha llegado muy pronto. Muchos grandes partidos que he jugado me doy un 9 de nota porque un 10 es imposible. Siempre se puede mejorar”.
Hasta ahora, solo dos hombres –Stefan Edberg (US Open 1992) y Gustavo Kuerten (Roland Garros 1997)– habían conseguido ganar un grande después de firmar tres triunfos consecutivos en cinco sets. Ya son tres. Alcaraz lo ha conseguido a base de tenis y, también, de ese trío de elementos que le inculcó su abuelo: “cabeza, corazón y coj....”. Preguntado por este periódico por el porcentaje correspondiente de cada apartado, contestó: “Están conmigo en cada partido, en cada momento. He jugado un gran tenis, pero también he estado a un nivel de mentalidad enorme, un nivel de corazón enorme, y un nivel de lo otro enorme [risas]”.
Un “espagueti” sin músculo
Dice Alcaraz que este US Open le ha enseñado por encima de todo a “sobreponerse a los momentos difíciles”, y que eso es lo que más le ha sorprendido de sí mismo. Venía el español de un periplo veraniego complicado, después de haber caído prematuramente en Montreal (primera ronda) y Cincinnati (octavos). “Quizá había perdido la alegría en la pista, preocupándose quizá de los números”, precisó Ferrero, que hace 19 años (2003) logró ascender también al número uno; “Así que al llegar aquí le aconsejé que se fuera a la red en cada bola corta, y creo que esa ha sido la clave”. Confirma el tenista: “He jugado feliz, y por eso he conseguido el trofeo”.
Incide el preparador en la sencillez del chico y en que no tiene “segunda personalidad”, en que cuando llegó a su academia en 2015 era un “espagueti” y que no tenía músculo, pero ya se le adivinaban cosas distintas al resto de los alumnos, y que aunque algunas cosas no le gusten demasiado, se deja guiar y “aprende”. A la par, Alcaraz subraya que “ahora es cuando más ganas y más trabajo tengo que ponerle para mantenerme ahí” y que sigue y seguirá siendo Carlitos, el chico del pueblo que se reúne con sus amigos en la plaza: “Estoy orgulloso de ser murciano, orgulloso de ser de El Palmar y orgulloso de ser español”.
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