España sigue siendo España

La selección, con Lorenzo Brown al mando, remonta ante Lituania después de una prórroga (102-94) en una demostración de mucha personalidad y alcanza los cuartos de final del Eurobasket

Lorenzo Brown lanza a canasta ante Jokubaitis durante el partido entre España y Lituania de los octavos del Eurobasket.Michael Sohn (AP)

Pasan los años, se agotan las generaciones y cambian los nombres, nunca tanto como en este Eurobasket al que la selección se presentó con siete novatos en una gran cita. Pero España sigue siendo España, un conjunto con un adn competitivo indestructible, capaz en Berlín de otra proeza cuando estaba en la lona: remontar con tanta fe como juego ante Lituania y clasificarse después de una prórroga para los cuartos de final, ronda en la que se enf...

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Pasan los años, se agotan las generaciones y cambian los nombres, nunca tanto como en este Eurobasket al que la selección se presentó con siete novatos en una gran cita. Pero España sigue siendo España, un conjunto con un adn competitivo indestructible, capaz en Berlín de otra proeza cuando estaba en la lona: remontar con tanta fe como juego ante Lituania y clasificarse después de una prórroga para los cuartos de final, ronda en la que se enfrentará el martes a las 17.15 al ganador del duelo de este domingo entre Finlandia y Croacia (14.45, BeMad). La Familia sigue en la élite por mucha cara nueva que se siente en la mesa. Como ejemplo, el último en llegar, Lorenzo Brown, que hasta ya juega a la pocha, decisivo con 28 puntos y ocho asistencias, imparable en el tiempo extra.

El examen contra Lituania era de posgrado. A la selección le había tocado un hueso aunque fuera primera de grupo. Scariolo calcó el cinco inicial de las últimas citas con Pradilla de pareja de Willy. Fue el pívot de los Pelicans el que otra vez afinó en el arranque con los seis primeros puntos. El tajo debajo del aro era de aúpa frente a las estampidas de dos búfalos como Sabonis y Valanciunas, y Pradilla sacó pecho para aceptar los choques. En la pintura saltaban chispas entre las dos parejas de torres. A España le costaba atajar las penetraciones de los exteriores lituanos, velocistas como Jokubaitis y Grigonis, y se le acabó la gasolina en un par de ataques sin saber qué hacer con el balón. Scariolo agitó la coctelera y enroló de golpe a Brizuela, Juancho y Garuba, necesitado el equipo de un revoltoso arriba y de relevos abajo. El pívot de los Rockets provocó la segunda falta de Valanciunas, y Rudy y Alberto Díaz dieron aire desde el triple (19-15), pero lo ganado a base de pico y pala se escurría en el patio trasero (19-20 al final del primer cuarto). Demasiadas rendijas.

La fiebre de Alberto Díaz y el descaro de Brizuela, un experto en dinamitar los partidos, dibujaron un parcial de 8-0 (27-20). Necesita como el agua esta España de esos instantes de inspiración de sus peones: una falta provocada en ataque por Díaz, un rebote ofensivo de Juancho, una arrancada de Brizuela... Cada pisada es un tesoro en una selección en la que no hay secundarios, todos soldados. Lituania tiraba de talento, con las alas abiertas y mucho ajetreo, los bajitos de un lado a otro (31-29). La selección verde arriesgó devolviendo a la arena al gladiador Valanciunas y lo pagó con su tercera falta a falta de cuatro minutos para el intermedio. Se la sacó Willy, a quien Scariolo había repescado segundos antes para ese cuerpeo. También se meten canastas desde el banquillo.

Sin la fiera en la cancha, Sabonis cambió de gorra: de pasador a ejecutor aliado con Kuzminskas (34-38). No era el partido que le convenía a la selección porque en el intercambio de golpes llevaba las de perder. Si era ataque contra ataque, mandaba Lituania (40-45). El encuentro había tomado velocidad en una dirección y España continuó encajando bofetadas, sufriente en ataque para encontrar espacios, incapaz de detener la sangría. Brazdeikis, Jokubaitis y Kuzminskas descosieron a la selección a distancia, certeros con sus flechas de tres puntos. Lituania exprimía todo su arsenal ofensivo y no fallaba un tiro libre (17 seguidos para un total de 21 de 24). La brecha se abrió hasta el 47-58, 11 puntos que parecían definitivos. La selección temía a los interiores, pero eran los tiradores los que se daban un festín.

A España le quedaba el orgullo de tantos años en el podio. Un rebote ofensivo de Garuba atrapado con el alma y un triple de Rudy aún mantenían al enfermo con vida: 63-68. Rudy no paraba de espolear a la tropa pese a que se fallaba un triple tras otro. La última opción para España estaba en el sufrimiento extremo, la sensación de que cada acción era la última. Rudy mandó cerrar filas dando ejemplo. Defensa, defensa y defensa. Nadie se faja como el capitán, y así fue el conjunto de Scariolo agarrándose a cada posesión, descontando punto a punto con un trabajo de hormiga mientras a Lituania la red española le obligaba a seguir apostando todo al perímetro.

Brown dio al fin ese paso al frente en ataque que España necesitaba con urgencia y el partido llegó vivo a los tres últimos minutos (74-75). Lituania había confiado todo en la magia de sus anotadores y la pólvora se había mojado. Por detrás llegaba un tren de mercancías, una selección lanzada con el cuchillo entre los dientes. Dos décadas de medallas han dado al conjunto español un respeto reverencial. El equipo lituano sintió el peso de la historia, el aro se hizo pequeño. España sentía que podía subir ese Everest. Un palmeo de Garuba mandó al equipo uno arriba con 16 segundos en el marcador y Alberto Díaz pescó una falta de Sabonis en ataque. Willy tuvo el destino en sus manos con dos tiros libres. Pero erró uno y en la última centésima otro palmeo de Brazdeikis entre muchas manos condujo a la prórroga (83-83).

España ya era otra, con la fe por las nubes. Y Lorenzo Brown más iluminado que nadie para sumar 12 puntos en ese tiempo extra, desatado como tirador y pasador (92-88), liberado jugando de escolta con Alberto Díaz a su lado. Otra partida de ajedrez ganada desde el banquillo por Scariolo, decisivo con su plan. De los 19 puntos de la selección en el tiempo extra, Lorenzo Brown participó directamente en 17: sus 12, con un triple incluido, más dos asistencias, una a Garuba con un pase picado que le sirvió el mate en bandeja y otra rozando la línea de fondo a Willy que supuso un dos más uno. El recién llegado se había echado el equipo a la espalda en una demostración de personalidad y no había quien lo parara. Lituania, frenada con una zona (otro éxito de la pizarra), encontró la sentencia en esos triples en los que antes se había refugiado: lanzó 30 en el encuentro (11 aciertos), casi tantos como tiros de dos, 31. El partido ya era de Lorenzo Brown y de la selección. Otra vez España.

España: Brown (28), Jaime Fernández (0), López-Arostegui (4), Pradilla (2) y Willy Hernangómez (21) —cinco inicial—, Rudy (13), Díaz (8), Brizuela (5), Juancho Hernangómez (13), Parra (0), Garuba (8) y Saiz (0).

Lituania: Jokubaitis (13), Giedraitis (0), Grigonis (8), Sabonis (15), Valanciunas (5) —cinco inicial—, Brazdeikis (17), Echodas (0), Kuzminskas (18), Lekavicius (15) y Butkevicius (3).

Árbitros: Rosso, Zurapovic y Glisic. Fueron eliminados Butkevicius y Brazdeikis.

Mercedes-Benz Arena de Berlín, ante 12.938 espectadores.

Los cruces en la fase final del Eurobasket.

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