Carlos Alcaraz, cuando el torito ya es un Miura
El murciano ha interiorizado la cultura del esfuerzo de su equipo y sigue a rajatabla el estricto programa físico que lo ha sostenido en un torneo de máxima exigencia
Es media mañana en Nueva York y Juanjo Moreno, el fisio y preparador que acompaña a Carlos Alcaraz en esta aventura del US Open, disfruta reconstruyendo el proceso que ha permitido al tenista sortear con nota la exigencia de un torneo crudo. Viene de jugar al parchís con el murciano, que todavía no se ha enfrentado en la semifinal a Frances Tiafoe —reducido de madrugada en cinco sets— y ha aterrizado en el club previo atasco durante el traslado desde Manhattan, cóm...
Es media mañana en Nueva York y Juanjo Moreno, el fisio y preparador que acompaña a Carlos Alcaraz en esta aventura del US Open, disfruta reconstruyendo el proceso que ha permitido al tenista sortear con nota la exigencia de un torneo crudo. Viene de jugar al parchís con el murciano, que todavía no se ha enfrentado en la semifinal a Frances Tiafoe —reducido de madrugada en cinco sets— y ha aterrizado en el club previo atasco durante el traslado desde Manhattan, cómo no. A sus 19 años, Alcaraz gana madurez a marchas forzadas y su realidad le exige seguir a rajatabla el estricto programa físico (científico incluso) que le ha ayudado a resolver episodios tan extremos como el de dos noches atrás.
Ante Jannik Sinner, la victoria requirió de 5h 15m de concentración, esfuerzo y adrenalina. Fue la continuación de la espinosa prueba a distancia en la que se ha traducido este recorrido neoyorquino. Selló la noche el español volviéndose a su box y expulsando aire sulfurado, fruto de la combustión: “¡Soy un toro, soy un toro!”. A mil revoluciones, el chico volvió a impactar por su destreza. También por su resistencia a una velada físicamente infernal. Pero, ¿cuál es el secreto de su preparación y cómo se recupera tras el desgaste? ¿cómo se sostiene después de dos semanas casi al límite? Explica Moreno.
“Hicimos una pretemporada larga y físicamente se encuentra muy bien. Aparte, Carlitos tiene una predisposición genética buena que hemos conseguido llevar a su máximo esplendor. Al final, como decía el anuncio, la potencia sin control no sirve de nada”, introduce el preparador. “El primer partido, contra Báez, las condiciones de calor, humedad y temperatura eran más exigentes que en otras situaciones y tratamos de complementar a base de sales de sodio, magnesio y potasio para evitar que se acalambrase. Ese partido era muy exigente y Báez al final claudica porque su cuerpo no es capaz de gestionar una situación así. En la competencia física salió ganando”, valora.
Moreno cuenta que a lo largo de los partidos va dándole indicaciones al tenista para que no pierda tono. “Voy comentándole cuándo tiene que tomar algo, comer o ingerir un gel en función del tiempo o la intensidad y la expresión corporal”, precisa. La efusividad de Alcaraz durante el duelo contra Sinner llamó la atención. El español gesticuló sin parar, fruto de la adrenalina de la situación y también de la cafeína, que el fisio debe controlar para no traspasar la frontera delimitada por el dopaje.
Cafeína y sueño
Tras la batalla, llegó el proceso de recuperación que ha seguido en este torneo, complicado por las sesiones nocturnas. “La clave”, dice Moreno, “son lo que yo llamo las cuatro erres: rehidratación, reposición de glucógeno muscular, restauración de los aminoácidos perdidos y recuperación del sistema inmunológico”.
Y acto seguido traza la descripción precisa de la vuelta a la calma: “El primer golpe lo hacemos aquí, en el club, con una recuperación activa a través de la bici. Hormonalmente, ha habido un impacto grande que hace que esté muy alterado. Después incluimos los baños de contraste, frío-calor; ya se ha tomado nada más acabar un batido tres-uno, tres de hidratos de carbono por uno de proteínas; y lo más prioritario es que coma, que coma ácidos grasos, proteínas y de nuevo hidratos. El otro día, por ejemplo, comió salmón, arroz y patatas, y después de ganarle a Sinner tomó sushi y pasta con salmón”.
Ya en el hotel, toca la terapia manual en la camilla. “Para restaurar”, especifica Moreno que a continuación incide en el capítulo del sueño reparador. “Es fundamental. El otro día le ayudamos con algún suplemento –Crown Sport Nutrition, en concreto– que indujera al sueño porque le habíamos metido una cantidad de cafeína alta. El ‘¡soy un toro!’ viene un poco por lo que ha tomado... Pero ha entendido que el sueño es básico. He tenido que dormir algunos torneos con él para inculcarle el hábito del sueño y evitar la luz blanca del móvil”, agrega el preparador, orfebre del físico de Alcaraz junto con Alberto Lledó (preparador) y de manera más puntual, Sergio Hernández.
El equipo como ejemplo
Desde que debutó en el circuito profesional, el año pasado, Alcaraz ha ganado ocho de los nueve partidos a cinco mangas que ha jugado, cediendo solo ante Matteo Berrettini en el Open de Australia de esta temporada. Ha demostrado el de El Palmar tener los mimbres necesarios para desenvolverse y gestionar los escenarios maratonianos. Sabe sufrir y su chasis aguanta el tirón del minutaje y el cansancio.
A su talento, Alcaraz ha añadido la absorción de la cultura del esfuerzo que predomina en un equipo concienzudo a más no poder. “Se fija mucho en nosotros, porque predicamos con el ejemplo y nos cuidamos. Nos dejamos la piel. Somos una referencia y le acompañamos en el proceso, y eso siempre ayuda. Juan Carlos [Ferrero, el técnico] está para salir a jugar”, explica Moreno, que remata: “A veces hacemos test de fuerza máxima e intento ganarle, pero él es capaz de ganarme muchas veces más. Ahora mismo, el alumno supera al maestro”. Es decir, el torito ya es todo un Miura.
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