Pedersen enverdece la Vuelta a España

El corredor del Trek, que había finalizado en tres etapas segundo y es el líder destacado del maillot por puntos, aprovecha la ligera subida del esprint final para coronarse en Montilla

Montilla (Córdoba) -
Mads Pedersen cruza la meta el primero durante la 13ª etapa de la Vuelta a España este viernes.Tim De Waele (Getty Images)

Menuda fiesta se dio en los últimos metros de la etapa con la gente abarrotando los balcones, tremenda explosión de júbilo, sensacional y figurada la cofradía de Montilla (Córdoba), por eso de los golpes que pegaban todos a las pancartas que protegían la carretera. Gritos de ánimo, de alegría por ser protagonistas de la Vuelta, de verdadera felicidad; pelos de punta por el disfrute de los aficionados, también por la velocidad hipersónica de Mads Pedersen, al fin consagrado en la ronda española al coronarse por primera vez en una etapa, premio ...

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Menuda fiesta se dio en los últimos metros de la etapa con la gente abarrotando los balcones, tremenda explosión de júbilo, sensacional y figurada la cofradía de Montilla (Córdoba), por eso de los golpes que pegaban todos a las pancartas que protegían la carretera. Gritos de ánimo, de alegría por ser protagonistas de la Vuelta, de verdadera felicidad; pelos de punta por el disfrute de los aficionados, también por la velocidad hipersónica de Mads Pedersen, al fin consagrado en la ronda española al coronarse por primera vez en una etapa, premio que olió pero no saboreó en otras tres jornadas de esta edición al quedarse segundo. Pero, esta vez sí, Pedersen hizo bueno eso del que la sigue la consigue, un esprint que picaba un poco cuesta arriba, sobrado de fuerzas y piernas porque nadie le hizo sombra, al punto de que se permitió el lujo de soltar el manillar para alzar los brazos al cruzar la meta y, de paso, felicitar a todos por el pinganillo. “No me importaban mucho los segundos puestos... Así que, finalmente, estoy feliz por haberlo conseguido. Hemos hecho un gran trabajo de equipo”, resolvió el danés al llegar a meta. Un final tal feliz como vibrante para el Trek-Segrafedo después de un día de poca chicha.

Se firmó la tregua en la Vuelta antes de que lleguen las curvas o, más bien, dos etapas escarpadas durante el fin de semana. De Ronda (Málaga) a Montilla, jornada en llano con un final un pelo cuesta arriba, se sacó la bandera blanca para que, al fin, los esprinters dirimieran quién es el más rápido de todos, ausente Sam Bennett -ganó en Holanda los dos primeros finales masivos pero se retiró por la covid- aunque con varios pretendientes al galardón. “Espero que sea una etapa normal al esprint con la carrera controlada”, expuso el líder Remco Evenepoel antes de subirse a la bicicleta y confirmar que el topetazo que se pegó en la jornada anterior no pasó del susto. Deseo concedido para el belga en un paisaje salpicado de olivos y viñedos, del verde entremezclado con el marrón terroso, Andalucía pura.

Claro que Burgos y Euskaltel -no así Kern Pharma, mermado de efectivos por la covid pues ya solo tiene a cinco corredores de los ocho que comenzaron- hicieron honores a la invitación de la carrera y volvieron a animarla, una escapada nada más abrirse el telón. Así, Bou (Euskaltel), Okamika (Burgos-BH) y Van den Berg (EF), tres agitadores por definición, saltaron antes de completar el primer kilómetro, una fuga que estaba condenada al fracaso porque los equipos con velocistas querían descorchar el champán en el hotel como se acostumbra para festejar un laurel de etapa. Se pedía el premio Mads Pedersen; se postulaba de nuevo Groves (BikeExchange), que ya se impuso en el anterior esprint; y asomaba la cabeza Tim Merlier (Alpecin), que hasta la fecha no ha dicho ni pío, teórico hombre fuerte para el maillot verde que no ha encontrado la punta de velocidad en el momento oportuno, mal colocado en ocasiones, falto de piernas en otras.

Esos tres equipos se pusieron al frente del pelotón, buenos relevos y entendimiento para que no se dieran más sorpresas en forma de fugas porque ha sido una constante en esta Vuelta, sobre todo porque el nivel medio ha ascendido mucho y porque de los escapados podrían haber luchado por algo más que por etapas, caso de Soler, Vine y, sobre todo, Carapaz, al fin presente en la ronda después de enseñarle a todos la matrícula en la jornada anterior, en la ascensión a Peñas Blancas (Estepona). Por lo que a 50 kilómetros de meta, la distancia estaba en tres minutos, poca cosa para cuando el pelotón pusiera el turbo. A 25 se redujo a un minuto; y a nueve kilómetros, el gusano multicolor absorbió la fuga para comenzar la carrera que importaba en el día, esa que se resolvería en los 500 metros finales.

Quiso Jumbo lanzar a Roglic por eso de ser en subida el final, pero pronto desistió de la intentona porque los esprinters puros pedían paso. Como Wright (Bahrain), como Van Poppel (Bora) y como Ackermann (UAE) que probó el solitario a unos 300 metros, demasiado pronto para las fuerzas que le quedaban, al final tercero tras Coquard (Cofidis) y, claro, Pedersen, más verde todavía en esta Vuelta -suma 247 puntos por los 96 de Soler, segundo-, ya con su etapa en el zurrón. “Mantener este maillot hasta Madrid es el gran objetivo”, aceptó.

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