Nadal sufre, pero escapa
El campeón de 22 grandes cede un set contra el 198 del mundo, Hijikata, aunque se corrige (4-6, 6-2, 6-3 y 6-3) y encara a Fognini en la segunda ronda de Nueva York
La noche nace con un borrón, pero Rafael Nadal restablece el orden. Rara vez no lo hace. Rinky Hijikata se crece, sorprende y caza un premio, pero termina sucumbiendo a la inmensa silueta ganadora del balear, que cierra con un pasante de manual y festeja con ganas: 4-6, 6-2, 6-3 y 6-3, en 3h 08m. Hacía tres años que no desfilaba por la central de Nueva York –desde aquella volcánica final que ganó ante Daniil Medvedev– y, más allá del marcador y del set entregado, la radiografía es positiva. L...
La noche nace con un borrón, pero Rafael Nadal restablece el orden. Rara vez no lo hace. Rinky Hijikata se crece, sorprende y caza un premio, pero termina sucumbiendo a la inmensa silueta ganadora del balear, que cierra con un pasante de manual y festeja con ganas: 4-6, 6-2, 6-3 y 6-3, en 3h 08m. Hacía tres años que no desfilaba por la central de Nueva York –desde aquella volcánica final que ganó ante Daniil Medvedev– y, más allá del marcador y del set entregado, la radiografía es positiva. Los biorritmos son buenos. El saque, principal preocupación por eso de proteger el abdominal, lastimado desde Wimbledon, describe porcentajes y velocidades optimistas. Pese a la falta de rodaje competitivo, la exposición acompaña.
“Ha sido una larga espera, durante un largo tiempo pensaba que no iba a ser capaz de volver”, introduce. “No he jugado mucho durante el último mes, así que se trata de sobrevivir. Necesito mejorar, y creo que voy a mejorar”, agrega Nadal en mitad de la pista, con el billete a la siguiente ronda en el bolsillo y relativamente satisfecho. Se enfrentará a un viejo diablo conocido, Fabio Fognini. Quedan lejos los buenos días del italiano, pero su nombre es de amargo recuerdo para el mallorquín en Flushing Meadows. Es, de hecho, el hombre que le remontó dos sets en contra y lo apeó en la edición de 2015.
En su estreno, Nadal se encuentra con un rival dinámico y respondón que le reta una y otra vez, al abordaje todo el rato porque al fin y al cabo, Hijikata tiene poco que perder. Puestos a caer, mejor con valentía. En busca de su momento de gloria, el australiano, un veinteañero (21) que ocupa el puesto 198 del ranking y ha sido invitado por la organización, sale a pecho descubierto y hace honor a la descripción de la ficha: seguidor de Spiderman, devuelve los pelotazos del balear dibujando todo tipo de posturas y hace un guiño tras otro en la ejecución a Kei Nishikori, el japonés vertiginoso que hoy está pseudo desaparecido (370º) y que hace no mucho daba más de un disgusto a los gigantes. Un verdadero quebradero de cabeza.
Nadal empieza bien, fino en los movimientos y tocando correctamente la bola, pero no encuentra agujeros y sí un sobresalto inesperado: nunca había cedido el primer set en los 15 trazados previos en el grande neoyorquino, tan solo en cuatro ocasiones (1.277 partidos ha jugado ya) en los otros tres grandes escenarios; se lo birlaron Daniel Brands (Roland Garros 2013), Steve Darcis (Wimbledon 2013), Martin Klizan (Wimbledon 2014) y Fernando Verdasco (Australia 2016). Es decir, susto de entrada. Hijikata, un dolor de muelas, llega a todo y todo lo devuelve, y termina arrebatándole el saque en el séptimo juego. Desvío fugaz, se piensa en la grada. Pero no. No ha sido un farol.
“Preparado para sufrir”
El desliz le obliga a Nadal a remar a contracorriente, pero reacciona serio, sin torcer el gesto, de manera contundente: a la primera que tiene hace diana. No ha conseguido costearse una sola opción de break en el primer set, pero aprieta en el segundo y empieza a desgajar al rival. Hijikata ha celebrado con tanta efusividad el logro que ha perdido un punto de fuerza, se agrieta y baja de la nube. Enfrente, un imperio, y aun así sigue desafiando. Le azuza la jaranera grada de la Arthur Ashe, y lo presencia desde el palco de personalidades el actor Ben Stiller, asiduo ya en la central y devoto seguidor del español, con quien compartió mesa y mantel en un italiano del Soho hace unos días.
Todo transcurre muy rápido y pasan muchas cosas. El juez debe intervenir hasta una decena de veces para reclamar a la grada que baje el tono durante el punto y reduzca los decibelios a la hora del saque; empieza a gotear en la ciudad y se ordena el cierre del techo; a un grupo de amigas se les cae la pizza y el queso fundido chorrea por la escalera; van y vienen las cervezas, los nachos, hidratos y calorías por todos lados; y en cuanto el Nadal hegemónico se ha puesto por encima, lógica aplastante, el duelo queda reducido a una productiva sesión de peloteo y buenos números al servicio, apartado a tener especialmente en cuenta dadas las circunstancias: 57% de promedio, 77% de puntos ganados con primeros y 65% con segundos. También 9 aces.
“Lo he cambiado un poco, me tiro la bola un poco más baja”, precisa el campeón de 2010, 2013, 2017 y 2019; “hoy día sigo con pies de plomo. La cicatriz que tengo debe flexibilizar”.
Y antes, Hijikata enreda hasta el último aliento. No se rinde, no se entrega. Bravo por él, digno e intrépido de inicio a fin. Pero enfrente hay una sobredosis de mística. La primera piedra hacia el altar del día 11 ya está puesta. “El torneo no se iba a ganar hoy, pero sí se podía perder hoy. Uno debe ser inteligente e ir sobreviviendo”, valora cuando el reloj ya ha alcanzado casi la medianoche; “hay que estar preparado para sufrir. Las cosas no son tan fáciles, ya seas Rafa Nadal, Djokovic, Federer o seas quien seas. Se necesita de ese extra de energía cuando uno viene de jugar prácticamente el segundo partido en los últimos 50 días. Cada día que gano aquí, es un día de tranquilidad”.
DOBLE TRASPIÉ: OSAKA Y RADUCANU
La recta final de la jornada deparó la despedida de dos referencias en el circuito femenino. Naomi Osaka, que elevó el título en 2018 y 2020, perdió por 7-6(5) y 6-3 contra la estadounidense Danielle Collins, prolongando así su crisis en un curso anodino para ella. Firmó la tercera ronda en Australia, la primera en Roland Garros y decidió no acudir a Wimbledon. Ahora, de nuevo, otra salida a las primeras de cambio.
La misma senda siguió la joven Emma Raducanu, una de las jugadoras más mediáticas. Deslumbrante campeona del torneo en 2021, cuando se convirtió en la primera participante en ganarlo procedente de la fase previa y sin ceder un solo set en 10 partidos, continúa en un limbo. Desde entonces, la inglesa, de 19 años, ha ofrecido un rendimiento muy discreto tanto en los grandes escenarios como en citas de menor relieve.
Este martes fue superada por la francesa Alize Cornet, en una victoria (doble 6-3) que vino acompañada de un récord. La francesa, de 32 años, enlaza 63 participaciones consecutivas en los majors, por lo que desbancó a la japonesa Ai Sugiyama (62).
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