El Villarreal duerme y derrota al Atlético
El conjunto de Emery impone su lento ritmo de juego con la pelota y ajusticia al de Simeone en el último cuarto de hora con goles de Yeremy Pino y Gerard Moreno
Con dos zarpazos y una propuesta de fútbol pausado, el Villarreal durmió y apagó al Atlético, que no encontró forma de meterle mano a la propuesta de Emery. El técnico vasco salió ganador por primera vez de sus duelos con Simeone.
La moda de la presión adelantada puede convertir un partido de fútbol en una tarde taurina. Solo es cuestión de que el equipo presionado se dedique a esperar que el rival le embista. Rulli, pelota en su...
Con dos zarpazos y una propuesta de fútbol pausado, el Villarreal durmió y apagó al Atlético, que no encontró forma de meterle mano a la propuesta de Emery. El técnico vasco salió ganador por primera vez de sus duelos con Simeone.
La moda de la presión adelantada puede convertir un partido de fútbol en una tarde taurina. Solo es cuestión de que el equipo presionado se dedique a esperar que el rival le embista. Rulli, pelota en suela, aguardaba que el Atlético se arrancara espoleado por una grada que castigaba con silbidos ese fútbol dormidera que sacó de punto al equipo de Simeone, convertido en toro frente a un torero de temple y riesgo justo. No hay nada que le siente peor a los rojiblancos que les rebajen las revoluciones en su casa y el plan de Emery lo logró. No quería arriesgar el Villarreal y no quería picar el Atlético en la trampa de ir a morder y que el meta argentino hiciera uso de su buen pie para buscar un compañero que pudiera correr a campo abierto. Y cuando no era Rulli, eran los centrales, Albiol y Pau Torres, los que narcotizaban el duelo jugueteando con la pelota entre sus pies para desesperación de la hinchada colchonera y de Simeone, que alentaba a sus jugadores a no arremeter.
El resultado de ese fútbol retrotrae a la escuela balcánica de los años setenta y ochenta, maestros en dormir el juego para resolver los partidos a golpes de destellos técnicos de sus futbolistas más virtuosos. Para el espectáculo, el método es cuestionable porque puede exasperar tanto o más que una tarde de pelotazos largos o de segundas jugadas. La cuestión queda en quién tiene menos vergüenza, si el que congela el juego con la pelota o el que desiste de ir a quitarla porque sabe que puede caer en una encerrona. Simeone lo sabía y por eso ordenaba a sus futbolistas no dejarse engatusar porque las veces que el Villarreal le burló la presión amenazó a Oblak. Yeremy Pino y LoCelso golpearon y Capoué sometió a Oblak a un examen de intuición y reflejos en un barullo en el área en el que meta esloveno quedó cegado por la montonera que le tapaba. Por ser el que impuso a qué se jugaba y a qué velocidad el primer acto fue del Villarreal. Un par de transiciones examinaron a Witsel como último hombre y el belga salió ganador y valorado por su nueva hinchada.
Hubo banderilleo de Simeone a los suyos en la pausa de hidratación, a los que trató de ordenar para que no se deslavazaran cuando fueran a presionar. Del breve parón salió un poco más mordaz el Atlético, al que también le había costado descifrar la línea de seis que dibujaba el Villarreal con Yeremy Pino y Locelso ocupando los carriles. Morata peinó dos centros a las manos de Rulli para firmar los dos únicos arañazos del Atlético en el primer tiempo.
Trató de cambiar el paso el Atlético en la reanudación. Primero tratando de acelerarse con la pelota y después con las entradas de De Paul y Griezmann, que levantó a la grada con una carrera vertiginosa que cerró con un disparo raso. Al rejoneo del partido que le dio ese cambio respondió Emery con Coquelin y Alex Baena para retomar el control. Así que Simeone volvió a subir las revoluciones con Correa y Cunha por João Félix y Morata. El cambio pudo ser definitivo de inmediato porque Nahuel Molina, muy superado en el estreno en casa como mostró su expulsión, lanzó al espacio a Correa y el centro de este lo remató mordido Cunha. El fervor se apagó en la siguiente jugada, cuando un mal despeje de Nahuel Molina lo rebañó Yeremy Pino. Su derechazo raso y cruzado fue de categoría. Del jugador internacional que ya es. Tuvo el empate el Atlético en un cabezazo de Cunha que repelió el larguero y en el posterior rechace que cabeceó Carrasco y Rulli sacó, desde el suelo, con un manotazo sobre la línea. El VAR determinó que la pelota no había rebasado por completo la línea de gol. Ya no fue capaz el Atlético de inquietar más a Rulli y quedó expuesto a las contras visitantes. Gerard Moreno culminó una y su celebración, con las manos en las orejas, generó la tangana que cerró el partido.
Hermoso se enzarzó con aficionados rojiblancos
La celebración de Gerard Moreno caldeó el ambiente al término del encuentro. Oblak le recriminó el gesto de ponerse las manos en las orejas y la hinchada rojiblanca le dedicó insultos y le arrojó objetos cuando se disponía a ser entrevistado por los micrófonos de DAZN. “Se lo han tomado a mal. Quien me conoce sabe que no falto al respeto nunca. Siempre hago la celebración mirando a cámara para mis hijas. Si se han molestado, perdón, quien me conoce sabe que no hago nada para ello. Entiendo su cabreo, pero no he hecho nada. Si se lo quieren tomar así no puedo hacer nada”, explicó el delantero internacionalDazn. El caldeo siguió con el calentamiento de los jugadores suplentes del Atlético. Mario Hermoso se enzarzó con aficionados rojiblancos que aún permanecían en la grada y tuvieron que intervenir las fuerzas de seguridad, además del capitán Giménez para apaciguar los ánimos. Insultos a Griezmann y al propio Hermoso habrían provocado la reacción del central madrileño.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.