El viaje de Jon Rahm a Saint Andrews: de la furgoneta a Seve
El vasco evoca a Ballesteros y su triunfo de 1984 como la inspiración para luchar por el Open Británico
“Ganar y ganar”. Jon Rahm solo conjuga un verbo cuando se le pregunta qué le motiva más en este histórico 150º Open Británico que el jueves comienza en la cuna de Saint Andrews. La cita no puede ser más especial para un golfista que adora y devora la historia de su deporte y que tiene en un pedestal a Seve Ballesteros. El recuerdo del campeón cántabro y su puño al cielo en 1984 inunda las palabras de Rahm. “La historia, la historia”, repite el vasco, “ser el primer español en ganar un Open desde Seve sería único y hacerlo aquí ser...
“Ganar y ganar”. Jon Rahm solo conjuga un verbo cuando se le pregunta qué le motiva más en este histórico 150º Open Británico que el jueves comienza en la cuna de Saint Andrews. La cita no puede ser más especial para un golfista que adora y devora la historia de su deporte y que tiene en un pedestal a Seve Ballesteros. El recuerdo del campeón cántabro y su puño al cielo en 1984 inunda las palabras de Rahm. “La historia, la historia”, repite el vasco, “ser el primer español en ganar un Open desde Seve sería único y hacerlo aquí sería todavía más importante”.
La ambición rebosa en el número tres del mundo tanto como las expectativas que él mismo alimenta. Para Rahm no hay mayor rival que el propio Rahm. Nadie le pone el listón tan alto como sí mismo. “Más presión de la que me meto yo no me vais a meter, lo que queréis vosotros lo quiero yo y trabajo para ello. Estoy jugando buen golf, no me preocupa. Llevo seis top 10 y una victoria [México] y dicen que es una temporada mala”, explica sobre un curso en el que se ha humanizado en los grandes. Después del estratosférico palmarés de hace un año (quinto en el Masters, octavo en el PGA, campeón en el US Open y tercero en el Open Británico), esta campaña ha bajado a la tierra: 27º en Augusta, 48º en el PGA y 12º en el abierto americano. En la parada previa a este British, un resultado extraño en su hoja de servicios: 55º en el Open de Escocia, cinco sobre el par. Y pese a ello, “ganar y ganar”.
Seve, Nicklaus, Tiger. Rahm convoca a los grandes de la historia, mitos en Saint Andrews. En la casa del golf se hizo inmortal Ballesteros y los dos gigantes escribieron un doblete: el Oso Dorado en 1970 y 78, Woods en 2000 y 2005. Ante ese espejo se mira Rahm sin un gramo de miedo, decidido a escribir su nombre “como campeón en un grupo muy selecto” con el décimo grande para el golf español. Olazabal y Sergio García acariciaron la Jarra de Clarete, pero solo Seve (79, 84 y 88) la agarró con las dos manos. “Sueño todo el tiempo con ganar el Open. Es el combustible que me hace seguir adelante. Lo he hecho desde que era un niño; pensando en el putt para ganar, en la chaqueta verde puesta en mi espalda, en las fotografías sosteniendo la Jarra de Clarete. Me permito creer. ¿Por qué no? He llegado hasta donde estoy porque sueño con ello y creo. No hay razón para parar ahora. Ganar un Open en Saint Andrews es una de las mayores cimas que se pueden alcanzar en el deporte”, comentó Rahm en una reciente entrevista en The Guardian. “He hablado de querer igualar a Seve en muchas categorías diferentes. No se puede decir nada que no esté ya en mi mente”.
Jon tenía tres años cuando la familia viajó desde Bilbao en una furgoneta Volkswagen hasta Escocia en unas vacaciones de verano. El padre, Edorta, había comenzado a jugar al golf convencido por un amigo que acudió a la Ryder de Valderrama 97. De ese verano escocés guarda Rahm una foto con su hermano, Eriz, pateando en Saint Andrews. Allí volvió en 2019 para disputar el Alfred Dunhill Links. No pasó el corte. Ahora se reencuentra con el pasado y con ese viento poderoso que “puede cambiarlo todo”. Ya no es el niño que aún no se había enamorado del golf, sino el campeón de un grande. En tiempos de liga saudí, premios millonarios y petrodólares, Saint Andrews se levanta imponente como un monumento a la tradición. “Es un torneo en el que si nos pagan cero, venimos igual”, dice Rahm con una convicción dura como la piedra. “Cuando hay tantas cosas que han cambiado la dinámica del golf y están metiendo ciertos líos, el venir aquí, a este campo, en esta edición, es algo que el golf necesita”.
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