Red Bull, Mercedes y Ferrari coinciden: el límite presupuestario de la Fórmula 1 no se puede cumplir
Los grandes equipos del Mundial advierten de que no es posible competir con un tope de 143 millones de euros por temporada, un tercio del dinero que destinaban hace tres años, y temen unas sanciones que pueden expulsarles del campeonato
Es difícil encontrar una materia en la que los equipos que están llamados a jugarse el Mundial de Fórmula 1 coincidan. Que el discurso de Red Bull, Mercedes y Ferrari sea prácticamente el mismo en un asunto de una relevancia capital en el devenir deportivo de la temporada es un indicativo evidente de la magnitud de la cuestión.
Las tres escuderías con más músculo del certamen llevan tiempo lanzando señales de alerta a los órganos que rigen el campeonato, que el curso pasado introdujeron el límite presupuestario que reg...
Es difícil encontrar una materia en la que los equipos que están llamados a jugarse el Mundial de Fórmula 1 coincidan. Que el discurso de Red Bull, Mercedes y Ferrari sea prácticamente el mismo en un asunto de una relevancia capital en el devenir deportivo de la temporada es un indicativo evidente de la magnitud de la cuestión.
Las tres escuderías con más músculo del certamen llevan tiempo lanzando señales de alerta a los órganos que rigen el campeonato, que el curso pasado introdujeron el límite presupuestario que regula la cantidad de dinero que cada estructura puede invertir a lo largo de un año. Para este 2022, la bolsa autorizada era de 139 millones de euros, menos de un tercio de lo que Mercedes, por poner un ejemplo, se gastó en 2019. Con el paso de los grandes premios, las señales de alarma se fueron agudizando a medida que los niveles de inflación escalaban, y con ello también los gastos fijos, como los aviones, los componentes o la energía. Como reacción, la Comisión de F1 se reunió este viernes en el Red Bull Ring y acordó incrementar un 3,1% ese tope, hasta los 143 millones de euros.
Como casi siempre, Red Bull es quien recurre al lenguaje menos aderezado para que su mensaje provoque la reacción que le interesa a la tropa del búfalo rojo. “Ese aumento [del 3,1%] no es suficiente para nosotros [los equipos grandes] y es demasiado para los pequeños”, reaccionaba inmediatamente Christian Horner, su director, que 10 días antes había sido mucho más crudo en sus predicciones. “Sería una verdadera catástrofe que los empleados fueran los peor parados de algo que escapa a su control. Hay un problema moral que debe tenerse en cuenta”, apuntó.
En Ferrari llevan meses avisando de que ninguna de las tres principales formaciones podrá llegar a la última cita, en Abu Dabi (20 de noviembre), sin haber violado la frontera económica que establece el reglamento. “Estoy convencido de que en algún momento superaremos esa barrera”, comentaba Mattia Binotto, máximo responsable de la Scuderia, a finales de mayo.
Esta coyuntura ha obligado a los departamentos de carreras a reconsiderar su estrategia en la revitalización de sus prototipos. Antes, Mónaco, por nombrar el evento más universal de todos, exigía una configuración concreta, y un paquete de piezas que solo se utilizaba por los toboganes de Montecarlo. En la edición de este 2022, la mayoría de escuderías se limitó a conseguir que sus bólidos lograran enroscarse por los angostos toboganes del Principado, pero la cantidad de componentes aerodinámicos nuevos introducidos fue muy inferior a lo habitual.
Las sanciones, una nebulosa
Lo que ocurre es que toda esa claridad de la normativa relativa al dinero que los equipos pueden destinar a competir palidece hasta desaparecer cuando uno trata de averiguar las sanciones estipuladas para quien quiebre la ley. Si bien hay un 5% de tolerancia sobre esos 139 millones de euros que supondría una falta leve, todo lo que pase de allí forma parte de una nebulosa indefinida.
Según el reglamento, al infractor de este primer supuesto (causa leve) se le aplicaría “una multa de naturaleza económica, que dependerá de cada caso, o una sanción deportiva mínima”. Eso en la transgresión menos abusiva, dado que quien se pase mucho de la raya se expone a la pérdida de puntos en el Mundial de constructores, o incluso a la exclusión del campeonato.
Dejar tan abierta a la interpretación una materia tan sensible la convierte, definitivamente, en una carpeta de nitroglicerina capaz de estallar en cualquier momento.
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