El Barcelona puede con el Joventut y jugará la final de la Liga Endesa

A pesar de la enérgica defensa del conjunto rival, Mirotic impulsa a los azulgrana en los momentos claves (60-63) y logra resolver la eliminatoria

Mirotic, durante el cuarto partido ante el Joventut.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

Balones a Mirotic. Ese fue el único plan que le funcionó al Barcelona para desmontar a un Joventut que se defendió con uñas y dientes y que fue capaz de reducir al rival en el segundo cuarto a tan solo seis puntos. Insuficiente, en cualquier caso, para descascarillar al equipo azulgrana, tan espeso en el tiro como dependiente de Mirotic, decisivo en los momentos candentes para que el Barça se llevara el triunfo, también el pase para la final de la Liga Endesa (3-1...

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Balones a Mirotic. Ese fue el único plan que le funcionó al Barcelona para desmontar a un Joventut que se defendió con uñas y dientes y que fue capaz de reducir al rival en el segundo cuarto a tan solo seis puntos. Insuficiente, en cualquier caso, para descascarillar al equipo azulgrana, tan espeso en el tiro como dependiente de Mirotic, decisivo en los momentos candentes para que el Barça se llevara el triunfo, también el pase para la final de la Liga Endesa (3-1 en la serie). Allí le aguarda el Real Madrid.

Primero fue Vives, después le siguió Willis y a rebufo llegó Tomic. Tres tapones del Joventut nada más comenzar el duelo que sirvieron para explicar que la Penya no tenía intención alguna de dejar entrar al Barcelona hasta la cocina, que para vencerle tendrían que hacer algo mejor. Así, abrumado por la intensidad y por la fiereza rival en la botella, el Barcelona no encontró otra vía que lanzar triples, desatinado en el primer parcial (2-9) y en nada mejorado en el segundo (0-7). Sucedió que al Joventut también se le hacía bien pequeño el aro con los lanzamientos de tres, al punto que acertó el primero tras ocho intentonas. Pero Tomic imponía su ley y sus centímetros al tiempo que Parra, siempre tan enérgico como habilidoso, demostraba por qué le han escogido —aficionados, periodistas, jugadores y entrenadores— como el mejor joven de la temporada. En una de sus entradas a canasta, por ejemplo, se llevó por delante a Sanli, que debió dejar la pintura con una visible cojera, por más que luego volviera con el tobillo a la virulé.

“¡Calma, cabeza, despacio!”, gritaba Jasikevicius con un enfado morrocotudo, molesto porque Mirotic había lanzado un contragolpe para acabar haciendo falta en ataque sobre Tomic al entrar a canasta. Le preocupaba al técnico que su equipo había dejado de hacer ataques largos porque pretendía reducir las distancias con la Penya por la tangente. Pero no había manera de darle a la pausa, paupérrimo porcentaje azulgrana de acierto en tiros de campo al concluir el segundo cuarto (seis de 34, un 18%), a la vez que la Penya disfrutaba con su impecable ejercicio defensivo, también con tiros improbables que hacían diana como ese triple de Bassas que servía para abrir brecha, al final cerrado el cuarto con un expresivo 28-19. Seis raquíticos puntos de los azulgrana en 10 minutos; auténticos disparos de escopeta de feria.

“Todos nuestro fallos son de tiros abiertos”, resolvió Jasikevicius en el entreacto. “Luchar, luchar y atacar mejor los espacios”, recetó Durán para su Joventut. Pero fueron los jugadores del Barça los que hicieron caso, pues tras el descanso entraron en combustión, sobre todo el elegante y afilado Higgins para reducir las distancias a tres (28-25) y, claro, Mirotic desde el perímetro y en la botella para poner unas tablas (34-34) bien sufridas porque la Penya corría el doble, como si cada posesión fuera oro, alimentada también por una hinchada eléctrica. Eso y que cuentan con Tomic, siempre Tomic, al que no podían echarle el lazo a no ser que fueran con reiterativas personales.

Por lo que se llegó al último cuarto con un marcador bien estrecho (39-40), con el miedo en el cuerpo del Joventut de quedarse apeado antes de tiempo y con el nerviosismo del Barça por tener que disputar un quinto partido. Un duelo a brazo partido —al punto de que a Vives se le rompieron las zapatillas y a Mirotic le dejaron las marcas de un arañazo en el brazo— en el que Calathes y Laprovittola demostraron que no les tiembla el pulso ni la muñeca, en el que al fin apareció Brandon Davies y en el que Mirotic volvió a explicar que necesita décimas de segundo para armar el brazo y destrozar a los rivales.

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