Justin Thomas gana el PGA que pierde Mito Pereira
El chileno falla cuando solo necesitaba el par en el hoyo 18 para ser campeón y el estadounidense vence en el desempate a Zalatoris
A veces el perdedor es más recordado que el ganador. Stewart Cink conquistó el Open Británico de 2009 en Turnberry, pero el torneo pasó a la historia porque Tom Watson lo perdió cuando tenía en la mano destrozar cualquier récord de longevidad a los 59 años. Con este Campeonato de la PGA, segundo grande de la temporada, pasará algo parecido. La enciclopedia dirá que lo ganó Justin Thomas, a los 29 años su segundo título del Grand Slam después de otro PGA, en 2017, y añadirá que venció en un de...
A veces el perdedor es más recordado que el ganador. Stewart Cink conquistó el Open Británico de 2009 en Turnberry, pero el torneo pasó a la historia porque Tom Watson lo perdió cuando tenía en la mano destrozar cualquier récord de longevidad a los 59 años. Con este Campeonato de la PGA, segundo grande de la temporada, pasará algo parecido. La enciclopedia dirá que lo ganó Justin Thomas, a los 29 años su segundo título del Grand Slam después de otro PGA, en 2017, y añadirá que venció en un desempate a tres hoyos a Will Zalatoris, 27 años, que buscaba no solo su primer major, sino también su primer título en el circuito americano. Y hablarán las estadísticas (siete golpes recuperados por Thomas, lo nunca visto en un PGA), y hay quien apuntará que también fue el primer grande en el que Tiger Woods se retiró... Y todo eso es cierto, sí, pero la memoria recordará siempre que este grande, antes que ganarlo Thomas o pelearlo Zalatoris, lo perdió Mito Pereira.
A Guillermo Pereira le llaman Mito por las sílabas finales de su diminutivo, Guillermito. Tiene 27 años y este curso está de estreno en el circuito americano. Cuando el lunes llegó al campo de Southern Hills, en Tulsa, Oklahoma, soñaba con pasar el corte. Pero de repente se encontró a las puertas de la gloria. Después de tres vueltas majestuosas de 68, 64 y 69 golpes, amaneció el domingo como líder destacado con un colchón de tres golpes de ventaja. Se jugaba la gloria personal, pues su palmarés en la élite mundial estaba a cero. Y se jugaba la gloria de su país, Chile, pues nunca un golfista de esa nación se ha impuesto en un grande. Y así sudó y sufrió, viendo cómo su renta se encogía, pero todavía era suficiente, un golpe, cuando entró en el hoyo 18. Un par le valía el título, el grande, la eternidad. Había estado a punto de abrocharla en el 17, pero su putt se quedó a una pestaña de entrar. Cruel. Ni así podía esperar lo que sucedió en el 18. Atenazado por la presión, como luego admitiría, dibujó un swing extraño y ortopédico, antinatural, y su bola rodó hasta el agua. El chapuzón acabó desembocando en un doble bogey que incluso le dejó fuera del desempate. Un drama. Junto al green, su compatriota y amigo Joaquín Niemann apenas podía evitar las lágrimas. Lloró Niemann y lloró Chile entera.
Murió el cuento de hadas de un golfista que llegó al PGA como número 100 del mundo, con apenas un año de formación en la universidad de Texas Tech, dos victorias el curso pasado en el Korn Ferry Tour, el segundo escalón estadounidense, un 13º puesto esta campaña como mejor resultado (Valero Texas Open), y un cuarto lugar en los pasados Juegos de Tokio. Guillermito ni siquiera ha llegado a la treintena de torneos jugados en el circuito americano, y el techo de su carrera, y único top ten, fue un tercer peldaño hace un año en el Fortinet Championship. Nadie contaba con él para hacer historia en el Campeonato de la PGA (el segundo grande en su trayectoria tras el US Open de 2019) y nadie estuvo más cerca.
Pereira comandó la rebelión de los novatos. Al frente de la tabla el domingo al chileno le acompañaban Matt Fitzpatrick, 27 años, y Zalatoris y Cameron Young, ambos de 25. Todos buscando su primer grande, que a la vez sería su primera corona en el circuito americano. Esa inexperencia pesó toneladas. Ninguno tomó las riendas de la vuelta. Todos subieron del par en el día, con Mito Pereira (+5 en el día) al frente del descalabro. Por detrás, sigiloso, remontaba un jugador con galones, Justin Thomas, uno de los pesos pesados del golf mundial. Su vuelta de -3 le valió el desempate con Zalatoris, ambos en -5, cuando Mito Pereira consumó el patinazo (-4 en el global). El chileno vivió una jornada en la silla eléctrica, en la que tan pronto parecía que se hundía (bogeys en el 7 y el 8) como resoplaba: gran putt salvado en el 9, también situaciones complicadas solventadas en el 10 y el 11... Claro que cuando se bordea el precipicio, se corre el riesgo de caer. Sube y baja, bogey en el 12, birdie en el 13, bogey en el 14... Imposible un segundo de calma. Todo pudo serenarse con ese putt del 17 que no entró por un soplido, y en el 18 llegó el hundimiento y el drama. Aun así, tuvo el temple de salir a dar la cara ante las cámaras: “La tensión me ha llevado a hacer un movimiento malo. No queda otra cosa que aprender. Hay que salir con la cabeza arriba y seguir peleando. Los latinos no somos muchos y hay que estar orgullosos”.
A su alrededor, Zalatoris, Young y Fitzpatrick se alejaban tanto como se acercaban. Thomas, con más cicatrices, olió la sangre y apretó el acelerador en unos soberbios segundos nueve hoyos en los que se hinchó a oportunidades de birdie. Estaba donde tenía que estar cuando a Mito Pereira se le encogió el brazo y a Chile el alma. En los tres hoyos de desempate (13, 17 y 18), Thomas firmó birdie, birdie y par para zanjar un grande que a él le coronó como vencedor, pero que será recordado por el perdedor.
Adri Arnaus terminó el torneo como el mejor español (+3 en el día y en el total), 30º clasificado, por delante de Jon Rahm, 48º, que recortó dos golpes en la jornada para finalizar con +6. Tiger Woods se retiró al final de la tercera vuelta (+12) debido a sus problemas físicos. Es la primera ocasión en que el Tigre debe abandonar un grande en toda su imperial carrera.
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